Dos Iguales.

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1415, KaeSong, Corea del sur.

3 años.

3 años han pasado desde que el rey de Kaesong desapareció misteriosamente después de su coronación.

Nadie sabia que fue lo que paso, solo un día les llego la noticia que el príncipe Min HyunKawn tomaría el cargo del trono.

Todos estaban preocupados por su majestad el rey Min YoonGi, pero nadie decía nada al respecto.

No tenían que preocuparse tanto, ¿verdad?

Después de todo el príncipe HyunKwan esta en el trono.

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En otro lugar del reino de KaeSong.

Min YoonGi, rey de KaeSong estaba por caer inconsciente, llevaba años encerrado en lo que parecía un calabozo, a menudo iban personas a "alimentarlo" había contado 5 personas diferentes en total, no había visto la luz del sol en lo que parecía una década.

– Oh mi rey, ¿le apetece el bufete del día? – Mencionó el sujeto número 3 burlándose.

– Vamos Bill, no debes de hablar con él, sí el príncipe se entera nos cortara la cabeza. – Se escuchó una voz que dedujo era de el sujeto número 5.

– De todas formas nos matará. – Aventó la comida dentro de la selda y se escuchó como cerro salieron del lugar.

"¿Príncipe? ¿Cortar cabezas? ¿Están hablando de HyunKwan?"  Pensaba su majestad.

Se desató la venda que cubría sus ojos y comenzó á comer.

Se suponía debería estar atado, pero el mismo día que llego a aquel lugar se deshizo de las ataduras, esos sujetos eran malos haciendo nudos.

Comió en silencio pensando en que es lo que estaría pasando fuera de ese lugar.

–Su majestad. – YoonGi se giro hasta la voz que tanto había extrañado.

– ¿NamJoon? –  Mencionó dudando el rey.

–Soy yo su majestad, venga, tengo que sacarlo de aquí, apurese. – Dijo buscando entre las llaves aquella del calabozo.

– ¿Dónde habías estado? – Preguntó el rey.

– Estuve aquí todo el tiempo su majestad. – Dijo cuando por fin logro encontrar la llave. –Estuve esperando el momento adecuado para auxiliarlo.

Y YoonGi le creyó, confianza ciega.

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“¿Qué esta sucediendo?” “¿El príncipe de la nación lo hizo?” “¿Decapitar?” “Debe estar enfermo.” ”Esta completamente loco.”

Todo el mundo hablaba, aún no podían creer que el más pequeño del linaje de los Min hiciera tal atrocidad.

Sangre, sangre manchaba el palacio real de KaeSong, nadie podía creer que el pequeño príncipe HyunKwan allá mandado decapitar a diez hombres delante de sus ojos, todo porque estando ebrios dichos hombres comenzaron a hablar barbaridades, pero a ciencia cierta todo era verdad.

No mentían, pues era cierto que Min HyunKwan no era el rey de la nación.

Eso volvía loco a su majestad el príncipe, por lo que los mando matar.

Prohibiendo así que el hecho no se mencionase más, al igual que el nombre de su hyung.

Todos temían lo peor.

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1420, KaeSong, Corea del Sur.

Al parecer todos habían olvidado el nombre de su majestad el rey de la nación Min YoonGi.

Ya nadie lo mencionaba, se habían resignado ya al mandato de su majestad el príncipe HyunKwan.

Pero como saben, siempre hay uno que otro terco que quiere hacerse el valiente.

– Corten su cabeza. – Habló su majestad.

– Sí, su majestad. – Recibió de respuesta del verdugo.

– ¡Alto! – Una voz aguda interrumpió el acto. – Su majestad, perdone la vida de mi padre, se lo pido, haré lo que usted quiera, pero perdone la vida de mi progenitor. – Suplicó el joven pelicastaño.

Todos los guardias miraban tal espectadores como aquello se había dado.

El príncipe miraba inexpresivo al joven que hasta el momento no había mostrado su rostro, su majestad quería ver a quien le pertenecía tal voz hermosa.

– ¿Quién es él? – Preguntó el príncipe a el guardia que estaba parado a su lado.

– Es Park JiMin su majestad, hijo único de Para SunHyu. – Habló despacito el guardia.

– Deja que vea tu rostro Park. – Hablo su majestad Min HyunKwan haciendo que se erizara la piel del el Park menor.

El menor con temor elevo el rostro, dejando a la vista sus ojos brillantes, su nariz pequeña, acompañada de sus abultados labios rosados y su barbilla perfectamente marcada.

"perfecto."  Fue lo primero que se vino a la mente de su majestad.

– Park JiMin, ¿no? – Preguntó el príncipe comenzando a caminar lentamente al rededor del menor.

– S-sí su majestad. –  Tartamudeo el pelicastaño.

– ¿Estas consciente de que tu padre hozo desafiarme?, faltando así a ¡Mis órdenes! – Habló serio el príncipe.

– Y-yo... Lo estoy, su majestad. – Los nervios del Park menor estaban muy visibles en su voz y como temblaban sus manos pequeñas.

– Lo que ha hecho tu padre merce ser castigado con muerte por decapitación, la desobediencia a tus superiores se paga con muerte pequeño Jiminnie. – dijo detuviendose frente el pequeño.

– Se lo suplico su majestad, el es todo para mí, perdone su vida, haré lo que sea por salvar la vida de mi padre. – Suplicó una vez más el joven.

– ¿Estas seguro de lo que dices pequeño? – Preguntó el príncipe colocándose en cuclillas y tomando fuerte la cara del menor. – ¿Harías lo que yo quiera solo por salvar la vida de tu miserable padre? – Dijo recibiendo un asentimiento del menor. – Me agradas. – Dijo recibiendo una mirada confusa del pequeño Park.

Todos a su alrededor miraban cada movimiento de ambos jóvenes.

– Deshagan las ataduras del hombre y dejen que se vaya junto a su hijo. – Ordenó y los guardas asintieron.

Una vez estuvo libre el padre del castaño ordenó que lo sacaran del palacio y se acerco al joven Park.

– Ve a tu casa pequeño, mañana a primer hora del día te quiero en el palacio, quiero que luzcas muy guapo, aunque con tu rostro dudo que alguna vez te veas mal. – Hablo a su oído, asustado al pequeño.

– Si su majestad. – Dijo Jimin para seguido hacer una reverencia y salir del lugar en busca de su padre.

“Hermoso, eres jodidamente hermoso Park, no me cansare hasta escucharte gritar.”  Pensó su majestad y se sentó en el trono viendo como otro sujeto era llevado al cetro del patio del palacio, preparándose para ver como la sangre corría.

Como siempre.