Capitulo 4

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Me apoyé en una de las columnas de mármol que sostenían el techo de la

mansión de George. Me dolía la espalda por la incómoda postura en la que

estaba; sin embargo, no me había atrevido a bajar las escaleras y mezclarme

con todos los amigos de Hannah y Cara. Sabía que nadie podía verme, a

excepción de mi madre, que estaba encerrada en un psiquiátrico ajena a la

realidad.

Ella había provocado mi muerte, pero no lo recordaba. Cuando iba a

visitarla, no podía hacer que entrara en razón, no podía mencionarle nada que

implicara un incendio o a la familia Crowell. Se ponía histérica y paranoica.

Estaba en un trance en el que creía que yo seguía viva, cuando no era verdad.

Yo estaba muerta, pero de una forma u otra, seguía en este mundo sin que

nadie más me viera. Aunque había cientos de personas, ruidos, voces y almas

a mi alrededor, me sentía sola y excluida, como me había sentido siempre.

Mi única conexión era con Rosie, pero no podía hacer mucho con su

situación.

Estaba desesperada y asustada por lo que podía pasarme.

No quería olvidar cuál era mi misión.

Tenía que encontrar mi cuerpo para poderme ir en paz después de todo el

infierno que había sido mi vida, antes de que fuera demasiado tarde.

Tenía la esperanza de que si iba a la mansión y me presentaba en la fiesta

que organizarían para Cara, Hannah podría verme o sentir mi presencia para

ayudarme a cumplir mi misión igual que había hecho con Alex, pero nada de

eso había sucedido. Lo había intentado todo, pero Hannah no se había

percatado de nada, solo bailaba con los demás estudiantes. Había subido un

par de veces a la habitación a buscar unos zapatos con otro tacón, y su

cuerpo había estado a solo diez centímetros de distancia de mi cuerpo

fantasma, y ella ni siquiera me había mirado o me había dicho nada. Era

como si realmente yo no estuviera ahí. Simplemente se limitó a seguir su

camino como si no hubiera pasado nada.

Porque eso era lo que Hannah estaba pensando. Creía que no podía

suceder nada más, que todo lo malo había desaparecido después de que

internaran a Rosie. Pero estaba equivocada. Todo comenzaba ahora.

Recordé la tarde en que fuimos de compras y pagué por un vestido que

había fingido que me gustaba. Hubiera querido contarle la verdad antes del

incendio. Antes de morir allí. Todavía no sabía por qué esta noche llevaba un

vestido púrpura, me lo había pensado varias veces antes de ponérmelo, sabía

que nadie me vería, pero quería sentirme guapa. Tras meditarlo durante unos

minutos, me di cuenta de que, después de todo, el púrpura era un color

El regreso de Anna CrowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora