Me apoyé en una de las columnas de mármol que sostenían el techo de la
mansión de George. Me dolía la espalda por la incómoda postura en la que
estaba; sin embargo, no me había atrevido a bajar las escaleras y mezclarme
con todos los amigos de Hannah y Cara. Sabía que nadie podía verme, a
excepción de mi madre, que estaba encerrada en un psiquiátrico ajena a la
realidad.
Ella había provocado mi muerte, pero no lo recordaba. Cuando iba a
visitarla, no podía hacer que entrara en razón, no podía mencionarle nada que
implicara un incendio o a la familia Crowell. Se ponía histérica y paranoica.
Estaba en un trance en el que creía que yo seguía viva, cuando no era verdad.
Yo estaba muerta, pero de una forma u otra, seguía en este mundo sin que
nadie más me viera. Aunque había cientos de personas, ruidos, voces y almas
a mi alrededor, me sentía sola y excluida, como me había sentido siempre.
Mi única conexión era con Rosie, pero no podía hacer mucho con su
situación.
Estaba desesperada y asustada por lo que podía pasarme.
No quería olvidar cuál era mi misión.
Tenía que encontrar mi cuerpo para poderme ir en paz después de todo el
infierno que había sido mi vida, antes de que fuera demasiado tarde.
Tenía la esperanza de que si iba a la mansión y me presentaba en la fiesta
que organizarían para Cara, Hannah podría verme o sentir mi presencia para
ayudarme a cumplir mi misión igual que había hecho con Alex, pero nada de
eso había sucedido. Lo había intentado todo, pero Hannah no se había
percatado de nada, solo bailaba con los demás estudiantes. Había subido un
par de veces a la habitación a buscar unos zapatos con otro tacón, y su
cuerpo había estado a solo diez centímetros de distancia de mi cuerpo
fantasma, y ella ni siquiera me había mirado o me había dicho nada. Era
como si realmente yo no estuviera ahí. Simplemente se limitó a seguir su
camino como si no hubiera pasado nada.
Porque eso era lo que Hannah estaba pensando. Creía que no podía
suceder nada más, que todo lo malo había desaparecido después de que
internaran a Rosie. Pero estaba equivocada. Todo comenzaba ahora.
Recordé la tarde en que fuimos de compras y pagué por un vestido que
había fingido que me gustaba. Hubiera querido contarle la verdad antes del
incendio. Antes de morir allí. Todavía no sabía por qué esta noche llevaba un
vestido púrpura, me lo había pensado varias veces antes de ponérmelo, sabía
que nadie me vería, pero quería sentirme guapa. Tras meditarlo durante unos
minutos, me di cuenta de que, después de todo, el púrpura era un color
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El regreso de Anna Crowell
Teen FictionY tú, ¿qué eligirías? ¿Vivir o amar para siempre? Anna Crowell murió en un incendio. Pero su espíritu sigue en el mundo de los vivos. Necesita resolver el misterio de su muerte y dar con su cuerpo para irse en paz. Pero lo último que esperaba encont...