Once the world was new
Our bodies felt the morning dew
That greets the brand new day
We couldn't tear ourselves away
I wonder if you care
I wonder if you still remember
Once upon a time
In your wildest dreamsYour wildest dreams - The Moody Blues
Narancia había repetido el mismo gesto frente al espejo del camarín ya unas seis veces sin darse cuenta. Había algo entretenido en revisar un poco más abajo del elástico de su pantalón de buzo. La piel era notablemente más clara. Un chico pasó corriendo haciendo el intento de bajarle los pantalones, pero el muchachito se dio cuenta y lo sostuvo firmemente, entre risas y promesas de venganza.
Fugo miraba la escena desde una esquina, con una sonrisa pícara.
La verdad era que Narancia aún no creía que la salida a la playa con Fugo había sucedido y se sentía con la necesidad de comprobarlo a cada momento, porque nada de lo que pasó tenía sentido en su realidad. Mirar el contraste de su bronceado era como un pellizco a la carne cuando se quiere romper un sueño.
-Deja de presumir tu bronceado, Nara- se quejó Giorno. Su complexión le impedía tostarse con un color moreno atractivo, y el resultado de un par de minutos al sol era como ver a un cangrejo cocido.
-Lo siento, Giorno
-Te entiendo Giorno- lo apoyó Pannacotta desde un rincón, mientras se quejaba por el dolor de ponerse la camiseta y sentir el roce en sus hombros quemados. Había sido generoso con el bloqueador solar, pero el sol de verano no tenía piedad.
Aunque para él, el dolor también servía de recuerdo.
Esa tarde en la playa con Narancia había sido extraña, por decir lo menos. Disfrutaron del agua del mar, jugaron tenis, tomaron jugo de coco con un poco de malicia, ya que Narancia insistió que un poquito no hacía mal a nadie mientras le ponía unas liras en el bolsillo al bartender.
Como resultado, ambos chicos terminaron un poco más valientes que de costumbre. Fugo estaba empecinado en meterse a una cueva que había en una de las rocas gigantes de la playa, a la cual se podía acceder de día, cuando la marea era baja, y llegar hasta el otro lado. Con marea alta, todo eso quedaba tapado. Pese a que se viera despejado, no mucha gente se atrevía a cruzar, porque a veces algunas olas grandes azotaban la entrada de la caverna y se metía bastante agua. Las madres solían meter miedo a sus hijos para que no se metieran diciéndoles que no podrían salir, pero allí no había nadie frenando a Narancia y Fugo.
Ambos estaban mirando la roca cuando lo decidieron por unanimidad.
-¿Estás pensando lo mismo que yo?
Preguntó Narancia, con picardía. Sus ojos púrpura brillaban de emoción. Fugo lo miró y le sonrió ampliamente, y su amigo, ensoñando, creyó ver destellos estelares en sus dientes.
-Es el día perfecto para cruzar- señaló Fugo, entusiasmado como nunca.
-Tú me entiendes
El par de chicos salieron corriendo hasta la roca y dejaron sus cosas tiradas en la playa sin darles mayor importancia. ¿Quién podría querer quitarles algo? Lo único que les importaba conservar era la alegría del momento.
Estando en la entrada de la caverna ambos acobardaron un poco. Estaba oscuro adentro, las olas sacudían el interior del lugar con fuerza y había un olor desagradable a humedad y abandono. Además, desde lejos no parecía que el camino fuese tan largo, pero mirando hacia el final del túnel, eran muchísimos metros.
-¿Vamos a entrar, verdad? - Narancia buscó reafirmación.
-Uhm... claro. Iré detrás de ti
Narancia sacó valor de lo más profundo de su interior para no quedar como un gallina y entró a la cueva. Fugo no lo decepcionó, y entró detrás de él, equilibrándose en las resbalosas piedras y con una mano en el techo de la caverna. Tras avanzar unos pasos, Narancia se tuvo más confianza y comenzó a hablar fuerte y jugar con el eco que se producía en el espacio, que poco a poco comenzaba a hacerse más amplio. Fugo podía ir caminando a su lado sin dificultad, y la profundidad del agua los cubría hasta la altura del abdomen, a Narancia un poquito más arriba, casi llegando al pecho. El vaivén no era violento, pero exigía afirmarse de alguna superficie para no resbalar.
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Dove andranno i giorni e noi {MisGio | BruAbba | FugoNara}
ФанфикLa cautela estaba impresa en la piel de Giorno. De hecho, una de las razones por las que se negaba a sí mismo darles un nombre a sus sentimientos por Mista, era el terror al compromiso y a enamorarse. Había pensado muchas veces que él y Bruno eran d...