Capítulo Único

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......

El deseo retumba, se escucha el susurro en su oído, un susurro inaudible para todos pero muy audible para él.

El susurro le recordaba esas noches de magia; aquellas en donde se sentía perder en el cielo, paseando cerca de las estrellas, tocando el cielo, perdiéndose en los sentimientos de placer que no lo dejaban ver un mundo mas que el imaginario.

Toda la realidad desaparecía esas noches, las preocupaciones se iban con el leve roce de su amante anónimo. Un amante con el cual compartió noches, pero nunca supo quién era... Unidos ambos en la oscuridad de una habitación levemente alumbrada por la luz de la luna, pero con los rostros oscuros ocultos en la penumbra, ambos caían en el deseo carnal, en la entrega al placer absoluto, ambos se consumían, se disgustaban como platillos de los más sabrosos ingredientes. Todos los pecados eran partícipes al consumar ese acto tan maravilloso pero tan prohibido a la vez.

Díganme ¡¿Quién es ese emperador que se entrega al acto con tanto fervor?! Como si se tratase del creyente más devoto que un Dios haya tenido.

Estaba loco; por esas manos que lo tocaban, por esos labios que lo devoraban, esa lengua que lo saboreaba, los ojos que lo penetraban en la oscuridad. Esperaba con locura llegase la hora, a paso veloz se dirigía a la habitación oscura, se empezaba a quitar las  prendas, una tras otra escuchando impaciente los pasos de la persona que era su amante anónimo.

Y luego ambos caían al más maravilloso pecado; el sexo de amantes secretos.

Casado sin amar a su esposa, sin amantes más que el hombre de sus noches secretas.
Song Lan tenía dos vidas distintas; en la primera era el Emperador de china, un hombre respetado por muchos. Su forma de ser y el como dirigía. La amabilidad que ningún otro había demostrado lo hacían ser de lo más querido, era alguien del cual no se imaginarían algo como lo que hacía en su segunda vida.
En la segunda vida muy diferente a la primera, en esta no existía el mundo en su totalidad, su mundo tal vez solo se resumía a una habitación de luces apagadas con una ventana chica que a penas puede iluminar una esquina. Era el hombre más hambriento de amor, el hombre que amaba sintiendose pecador, sintiéndose culpable de amar a una persona que no sea su esposa, de desear el cuerpo de un hombre con locura descomunal y es que, esa piel suave, esa voz pasiva... ¡Con una tranquilidad asombrosa!  Esa cabellera larga que fue besada incontables veces, las mejillas, la frente, los labios, el cuello, los hombros, los muslos, el miembro, besó todo lugar que deseaba besar. Mordió todo lo que pudo morder, susurró palabras que repetían a esa persona que no tenía dueño que no sea él.

Esa persona disfrutaba, lo hacía con gusto, su voz gritaba su nombre con locura, recibía el cariño esperando más y más cariño que recibir y dar. Esa persona se sentía como él; ¡Perdidos en el cielo! Volando en un mundo diferente, violando las leyes morales para poder sentir el placer más grande.

Esa que se redacta, esa experiencia lujuriosa con la mezcla de gula y soberbia, era su único capricho... El cuál aumentaría sus niveles la noche en que supo quién era su amante secreto.

La luna apareció luego de unas noches sin ella, se admiraba grandiosa en el cielo oscurecido, rodeada de miles de estrellas que parpadeaban su luz.

La esposa dormía en la cama tranquila, mientras él veía la luna y la noche, esperando en el sereno silencio la llegada de la hora en la que tendría que partir a la habitación oscura.

Cuando una nube ocultó a la soberana de la noche, sintió la llegada de aquella hora tan esperada. Dió marcha al lugar como siempre a paso veloz, llegó a él en minutos, sin ser visto, sin que sus pasos hayan llegado a los oídos de una tercera persona.

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⏰ Última actualización: May 30, 2020 ⏰

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El Amante Anónimo De Las Noches En La Habitación OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora