– Pedazo de idiota –dice Junkyu, enfadado, mientras entramos en mi edificio–. ¿Te trata como la mierda durante meses, se dedica a hacerte la vida imposible, y después se cree que con pedirte perdón es suficiente? ¿Después de todo lo que has pasado? Te juro que como lo vea, me lo cargo.– Calma, calma. Está perdido, Junkyu. Eso es todo. Sí que ha sido un idiota, pero ya sabes cómo son estas cosas.
Se encoge de hombros.
– Sí, supongo que sí. En realidad es que estoy nervioso. Explícame por qué tengo que conocer a tu madre tan pronto.
– Porque se lo prometí a cambio de quedarme a dormir en tu casa –le recuerdo mientras presiono el botón del ascensor.
– Si me hubiera enterado de eso antes...
– ¡Oye! –digo fingiendo indignación, con el ceño fruncido–. ¿Es que acaso te arrepientes de esa noche?
– Claro que no, bobo –asegura, y me besa lentamente antes de continuar–. Fue la mejor noche de mi vida.
No puedo evitar enrojecer un poco.
– Pues ya está, esto es lo que toca ahora. Además, yo conocí a tus padres hace dos semanas, ¿recuerdas?
– Sí, pero esto es distinto. No les dije que eras mi novio –añade entre susurros–. Además, no hablaste con ellos ni cinco segundos. Yo voy a merendar con tu madre.
– Es lo que hay.
– ¿Y por qué tiene que ser hoy? Tu madre dijo que esta semana, pero podíamos haber esperado al viernes... o al domingo... O a la semana que viene, no sé. Pero no ahora.
– Porque hoy es el único día que mi padre no estará en casa después del entrenamiento de taekwondo. No tengas miedo, anda.
– No tengo miedo –asegura, dándome la espalda para entrar en el ascensor con más rapidez de la necesaria.
– Mentiroso.
– Bueno. A lo mejor un poquito –confiesa cuando las puertas se cierran, todavía de espaldas a mí.
– Qué tonto que eres. Anda, ven aquí. –Abro los brazos acercándome a su espalda para que se meta entre ellos. Tengo que elevarme un poco para dejar un beso en su cabeza, y después uno al ras de su cuello, abrazándolo con fuerza por detrás–. ¿De qué tienes miedo?
– De caerle mal.
Presiono el botón del cuarto piso.
– No le vas a caer mal.
– ¿Y tú cómo lo sabes? Soy el chico que se ha llevado a su hijo al lado oscuro, ¿recuerdas? Seguro que me odia.
– Nadie podría odiarte. Eres demasiado perfecto.
– Y tú eres demasiado idiota.
– Puede. ¿Sigues nervioso?
El ascensor se detiene y las puertas se abren, pero nos quedamos dentro, inmóviles.
– Mucho.
– Todo irá bien –aseguro, y le doy otro beso en la cabeza, todavía abrazándolo–. Te lo prometo.
– Pues venga, vamos allá antes de que me arrepienta.
Salimos del ascensor y saco la llave del bolsillo mientras caminamos hasta mi puerta, al fondo del pasillo. Le doy un beso rápido en los labios y un apretón en la mano antes de abrir.
– ¿Mamá? ¡Ya estoy en casa!
Ella no tarda en aparecer, sonriendo. Me alegra ver que no se ha puesto ropa demasiado formal; me habría dado un poco de vergüenza si se hubiera arreglado demasiado. Después de todo, solo vamos a merendar, no es como si fuéramos a celebrar nuestra boda.
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影┆𝚜𝚑𝚊𝚍𝚘𝚠 ; 𝚖𝚊𝚜𝚑𝚒𝚔𝚢𝚞
Fiksi Penggemar¿𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑙𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑎𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑔𝑎𝑦, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑟𝑜𝑑𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠 𝒉𝑒𝑡𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢�...