Epílogo

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Helena Alexandra Swan-Mills nació once meses, tres semanas y cuatro días después gracias a una fecundación in vitro realizada en Emma. Fue una gran felicidad para su madre rubia, y su madre morena la idolatró. La familia y los amigos se acercaron a su casa de Toorak a darles la enhorabuena y desearles salud y felicidad. Aquel día el sol brillaba en lo alto en el cielo, y todos celebraron el acontecimiento.

A última hora de la tarde los invitados se marcharon y Emma subió a darle el pecho a su hija. Era el más precioso regalo que le hubieran hecho nunca. Un año podía cambiar toda una vida, reflexionó. Regina y ella habían viajado a Roma, habían visitado toda Italia y Andalucía. Lily se encargaba de la boutique, con la ayuda de Belle. La vida era dulce.

—¿Qué tal está?

Emma levantó la cabeza y sonrió. Apenas se había dado cuenta de que Regina hubiera entrado en la habitación. Le tendió a la niña y la morena la acunó, dejándola después en su camita y tapándola. Luego atrajo a Emma hacia sí y juntas contemplaron a su hija mientras dormía.

—Es preciosa —dijo Regina—. Igualita a ti, amor mío. Ahora tenemos tiempo para nosotras.

—Eso suena interesante —respondió Emma levantando la cabeza—. ¿Qué tienes pensado?

Regina conectó el monitor de vigilancia infantil y la arrastró hasta el dormitorio diciendo:

—Darte placer.

—¿Y no es eso un poco injusto para ti?

Regina desabrochó lentamente los botones de su blusa y le quitó el resto de la ropa. Inclinó la cabeza y capturó su boca. Emma le devolvió el beso, dejándose llevar por la pasión mientras la morena la arrastraba hacia la cama.

—Eso después —murmuró Regina—. Ahora te toca a ti.

Pero duró poco. Enseguida oyeron un llanto procedente de la habitación infantil. Emma se quedó inmóvil. Besó a Regina y se levantó de la cama.

—Creo que nuestra hija no tiene un gran sentido de la oportunidad —gruñó la morena con voz ronca mientras Emma se ponía la bata.

—Enseguida vuelvo —prometió ella.

Y así fue. Emma volvió a meterse en la cama tras dejar a Helena durmiendo.

—Bueno, ¿por dónde íbamos?

—Yo diría que... más o menos por ahí —contestó Regina conteniendo el aliento al sentir la mano de Emma descenciendo hacia su intimidad.

Emma admiró el control que Regina ejercía sobre su propio cuerpo. Unió sus sexos completamente empapados y empezó a moverse al ritmo más antiguo de todos los tiempos. Era la fiesta, el baile de dos personas que compartían un amor infinito. Más allá de la muerte, para toda la eternidad. 


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Ahora sí, este fue el final. Quise subir los dos capítulos juntos como regalo, porque sé cuan desesperante es esperar el próximo jajaja.  Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Muchísimas gracias a cada persona que leyó y comentó, nuevamente digo, es un mimo al alma para mi. 

Nos vemos en la próxima historia. Besos voladores gigantes, PrincessMillss.

¿Conveniencia o Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora