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(Pars Una)


    Rin contempló desabridamente por la ventana del auto el exterior verde infinito, lleno de vegetación que cubría su visión. A su lado, Luka cantaba al ritmo de la música a coro con su madre, pues habían traído un CD lleno con tracks de música para escuchar durante el viaje. La rubia intentó sofocar el ruido mientras suspiraba.

—¿Por qué la cara larga, Rinny? ¡Vamos, hay que divertirse!—Su padre intentó animarla desde el asiento del conductor, mirándola fugazmente por el retrovisor.

    La susodicha se cruzó de brazos e hizo un puchero, mostrando su descontento mientras miraba como su madre le guiñaba un ojo y Luka reía mientras jugaba con su muñeco de felpa, el señor Copito.

—¿Por qué tenemos que pasar nuestras vacaciones de verano con la abuela?—Inquirió mientras apretaba el cinturón de seguridad con fuerza.

—La abuela está algo enferma, así que iremos a animarla un poco, además, algo de aire fresco lejos de la ciudad les hará bien—prometió su madre con una sonrisa brillante que Rin no compró, aún molesta con la idea.

—¿Qué te parece si armo el trampolín en el patio de la abuela, Rin?—León tanteó.

—¿De verdad? ¡Sí!—Chilló a la par de Luka.

    Ambas emocionadas con la idea de armar el trampolín y tener algo de diversión.


    Su abuela, Lillian Masuda le daba un poco de mala espina. Rin no podría explicarlo pero tardó casi cinco minutos en que su padre le convenciera a que bajara del auto, sobornandole con barras de chocolate.

—Prometo que pasaremos un buen tiempo—parloteó mientras le tomaba de la mano y ella salía del asiento trasero del auto, mientras empujaba con su lengua uno de sus dientes frontales.

—Papi, mi diente está flojo—señaló mientras éste cerraba la puerta del auto, mirándola con una sonrisa.

—Déjame ver—pidió mientras alzaba su barbilla y ella abría su boca.

—¿Lo ves? Ahhh—dijo mientras le mostraba como uno de sus dientes se estaba preparando para caer.

—Oh, guau, ¿sabes qué tienes que hacer, verdad?—Inquirió mientras se encaminaban por el patio delantero de la enorme casa de la abuela.

—Esperar a que se caiga y ponerlo bajo mi almohada—enumeró la rubia, quien miraba como su madre hablaba animadamente junto con Luka y la abuela en la entrada de la casa.

—Sí, y el hada de los dientes vendrá por el—añadió su padre mientras le daba un apretón en su mano.

    Rin se animó ante la idea de que el hada le dejara algo de dinero o dulces bajo su almohada, y mientras observaba la intimidante casa de la abuela admiró las estatuas que tenía en su jardín. Sin embargo, estaban limpias a comparación del año pasado, en el cuál sus estatuas estaban sucias y ennegrecidas. Rin frunció su nariz, estremeciéndose ante el rostro inanimado y pálido de las mujeres, ¿por qué su abuela era tan rara?

—¡Pero si no es nada más que mi nieta preferida!—Chilló Lily en cuánto la vio.

—¡Abuela!—Se quejó Luka con un puchero mientras la mujer de un rubio cenizo y opacos ojos grises sonreía ampliamente.

—Las dos son mis adoradas nietas, mis únicas de hecho—expresó con cariño mientras Rin era empujada suavemente por la espalda y era enviada a los brazos de su abuela.

when the demon calls | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora