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-¡Dios mío, ¿qué ocurrió?! -preguntó la voz molesta de Pam cuando, entrando a la habitación de su hijo, vio la ventana rota.

-Estaba intentando practicar con las pistolas y se me escapó un tiro -mintió, esperando que sonara convincente-, yo pagaré la reparación.

-¡¿Cómo se te ocurre tirar en tu propia habitación?! Pudiste esperar a ir a un campo de tiro -puso sus puños cerrados en sus caderas mientras le miraba con el ceño fruncido-. En fin, lo hecho, hecho está. Arréglate para que desayunes, está Bull esperándote abajo.

Dicho esto, la pelirroja se retiró, dejando la puerta de su habitación abierta. Por el pasillo, vio a Jessie persiguiendo a Spike de un lado a otro y la escuchó reírse, lo que le hizo sonreír. Vio nuevamente la ventana rota, preguntándose si lo que había pasado tan sólo unas horas atrás era cierto o si era meramente producto de su cansada y confundida mente. Se levantó, tomó ropa limpia y se dirigió al baño.

Decidió que tomaría una ducha después del entrenamiento, lavó su cara y cepilló sus dientes, recordando los labios de aquel que hacía llamarse su novio.

Miró su reflejo, dándole toda su atención a sus ojos, pensando en cómo Mortis veía las estrellas en ellos, en cómo le era posible apreciar la hermosura que te da la naturaleza nocturna en esas esmeraldas. Dios, Mortis era tan perfecto que era mentira, era mentira cómo su corazón se aceleraba con solo unas simples palabras, cómo se dejó caer sin cuestionar. Sabía que debía dudar de todo, pero le era imposible dudar de él.

Suspiró, se enjuagó la boca, lavó su cara y empezó a cambiarse con la ropa limpia que ligeramente parecía su ropa del día de su accidente. Inconscientemente, pensó en Bull y cómo habían sido amigos de toda la vida, tal vez él sabía la verdad de su romance con aquél ser oscuro.

Salió del cuarto del baño y bajó las escaleras, encontrándose con su amigo que estaba tomando café, lo saludó mientras tomaba pan y lo metía en la tostadora, sacó la mantequilla del refrigerador y esperó a que sus tostadas estuvieran listas.

-¿Sólo eso vas a comer? -pregunto el de cabello negro, fingiendo indiferencia.

-No tengo mucha hambre.

-Vamos, Colt -dijo-, hoy vas a hacerlo mejor, es lo que me decías cada día.

Colt refunfuñó al escuchar nuevamente esa frase vacía de sentido, solo quería armarse de valor y escuchar en los labios de su amigo que Mortis era su novio y bajar la guardia como lo había hecho anoche.

Las tostadora indicó que el pan estaba listo, Colt lo sacó con cuidado, untó la mantequilla y se dirigió a la puerta

-¿Te vas sin desayunar? -preguntó Bull, extrañado de su comportamiento

-Comeré en el camino -dijo, apurado-. Tengo que preguntarte algo

Jessie y Spike aparecieron corriendo, Colt sólo sacudió su pelo en forma de despedida y salió de la cocina lo más rápido que pudo

-¿Y no puedes hacerlo aquí? -dijo Bull, siguiéndole, a lo que Colt solo negó.

Se despidieron de Pam, prometiendo que tendrían sumo cuidado y que no se acercarían al juego, besó las mejillas de ambos y salieron de la casa.

Durante el recorrido, Colt sólo se disponía a comer su desayuno, pensando en las palabras que podría formular y el por qué todo este asunto lo complicaba.

-¿Por qué tienes tanta prisa?

-Tuve un sueño anoche -mintió-. No sé si fue un recuerdo o sólo algo pasajero, ¿sabes?

Cegado por una Dalia Negra. [Hiatus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora