En el cielo se veía humo, gritos se oían y el olor a carne quemada llegaba a su nariz desde lejos. El fuego se propagaba por todas partes y no había nada que lo impidiera, sin duda un bello caos. Todo parecía tan lejano. Estaba ahí pero no había nada que pudiese hacer, no era de su incumbencia. Era lo que se repetía una y otra vez y sin embargo, la idea de ayudar a esa gente le invadía pero él sabía que no había nada que se pudiera hacer. Al menos no algo que él pudiera hacer.
— Blastyyyyyy
El pelirrojo gimió el apodo, el aburrimiento lo invadía, no tenía nada que hacer, aunque la verdad le preocupaba su amigo cenizo, casi nunca lo veía tan calmado y serio a pesar de que en realidad era normal, el ambiente se sentía pesado. Él sabía que su amigo deseaba hacer algo a pesar de que sabía que no podía hacerlo.
Mentiría si dijera que no le importaban esas personas, pero no se podía hacer nada, después de todo, tan pronto fuesen reconocidos, la situación empeoraría y lo que importaba era la seguridad de ambos. Después de todo, esa era su vida, fugitivos de la ley, desterrados del reino.— ¡Eh, Bakugo! ¿Nos vamos?
El cielo se estaba oscureciendo, se estaba haciendo tarde, y eso suponía problemas, después de todo, quienes viven en el bosque no eran nada amigables, no es que no pudieran defenderse, pero era preferible que nadie los viera.
— Sí, ya es hora
Comenzaron su caminata hacia el bosque. El sol se estaba poniendo por el este, y la luna se estaba asomando por el oeste. Sería una magnífica vista si tan solo no los estuvieran persiguiendo.
Los galopes se oían a distancia, tenían que esconderse. Si la guardia del reino los veía, sin duda alguna los matarían al instante.
El ruido aumentaba, estaban cerca. En seguida treparon a la copa del árbol y justo a tiempo, los soldados del reino de Endeavor estaban abajo, por la armadura que llevaban parecían ser guardias reales, lo cual era raro, ya que guardias como esos nunca se alejaban del reino.
El cenizo se asomó un poco más para ver quienes eran y en ese momento se encontró con un príncipe, uno de esos de los cuentos de hadas, montado en un corcel blanco con la espada a su lado, llevaba ropa elegante, su pelo flameaba como el fuego, aunque no pudo distinguir su cara, supuso que sería un joven atractivo, la verdad es que normalmente no le importaría algo como eso, pero había algo que le llamó la atención, no sabía si era su forma de montar, su peinado bicolor o su misteriosa aura. Pero había algo.
No supo el momento en que se bajó del caballo, pero si recuerda el momento en que vio sus ojos, esos ojos que lo cautivaron, tan curiosamente diferentes pero igualmente bellos. Desafortunadamente el momento no duró mucho más, puesto que el bicolor se alarmó apenas lo vio.
— ¡¡Eh, tú!!. ¡Baja de ahí!
Eso puso en alerta tanto al rubio como al pelirrojo, no sabían qué hacer, estaban en una situación muy problemática, si no bajaban se pondrían a atacarlos y si lo hacían los detendrían y los condenarían a muerte, de modo que no importaba que eligieran iban a morir.
Ambos se miraron y sonrieron cómplices.
— Desafortunadamente eso no va a suceder principito, es muy tarde y tenemos hambre, así que. Adiós.
Después de que Bakugo dijera eso, ambos empezaron a saltar de árbol en árbol, los guardias y el príncipe trataron de perseguirlos pero no pudieron cruzar más allá de la línea divisoria después de todo, más allá de la frontera era propiedad de bestias salvajes. Demonios que jugaban en la oscuridad, hechiceros mortíferos que te matarían solo para su entretenimiento, dragones de todo tipo, y para colmo los asesinos de bestias, los que habían dejado el reino o habían sido desterrados por cometer crímenes atroces, todo eso estaba oculto más allá del límite.
Por supuesto, decir que se ocultan era incorrecto, al contrario, se podría decir que era solo por la falta de interés que tenían sobre el reino humano lo que los mantenía alejados porque, a pesar de todas las cosas y seres letales que había en el bosque, ahí había los paisajes más maravillosos; se contaban leyendas místicas sobre ello, lagos decorados con piedras preciosas que uno ni siquiera se podían imaginar, cuevas con tesoros que enloquecerían hasta al hombre más rico.
Todo lo que se creía imposible o imaginario existía más allá del límite, no sería extraño que nadie dejara el reino solo para poder contemplar todo lo que ese lugar podía ofrecer.
Todo eso pasaba por la mente del bicolor, tentado de ir más allá, la sola idea de poder ver todo eso, lo llenaba de emoción, así que, ¿por qué no ir a vivir en primera persona esas historias que le contaron?
Podría parecer una idea un tanto loca, y de hecho lo era, pero el solo hecho de pensar en ello también le intrigaba, y le gustaría volver a ver esos ojos de rubí que le cautivaron, porque siendo honesto, aquel rubio era hermoso por lo que veía, le encantaría volver a verlo y aprender más sobre él.
Así que con la decisión tomada se sumergió en ese espeso bosque, ignorando los gritos de sus compañeros, decidido a ver esos rubíes que tanto lo fascinaron antes, se embarcó en una nueva aventura que le traería nuevas amistades y enemistades así como un amor un poco... extraño
ESTÁS LEYENDO
Alium
FanfictionVivimos entre dos mundos, el bueno y el malo, el de la luz y el de la oscuridad. Pero ¿qué es bueno y malo? ¿Es bueno salir en busca de una aventura? O ¿Es malo querer sobrevivir?