tribus

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    Su padre regresa justo para el almuerzo, con un montón de bolsas que contienen víveres para casi un mes, además de un montón de dulces. Tanto Rin como Luka se emocionan con su llegada, en especial porque ni bien terminan de almorzar su padre comienza a armar el tan deseado trampolín.

—El trampolín es cientos de veces mejor que saltar la soga, papi—chilla Rin emocionada mientras observa en el extenso jardín trasero a su padre encajando las piezas de la cama elástica.

—¿Ah, sí? Pero yo prefería la soga a tu edad—cuenta un concentrado León, leyendo las instrucciones y encajando todo con perfecta concentración.

—¿No tenían un trampolín?—Curiosea la pequeña, sentada en una de las sillas de plástico para tomar sol mientras abraza a Copito.

—No podíamos comprar uno, mis padres no tenían mucho dinero en aquél entonces—cuenta y Rin asiente, mirando desde las puertas corredizas de vidrio como Luka juega a la rayuela con su madre, mientras que su abuela está dentro leyendo un libro de forma concentrada.

—Hmm, pues yo estoy muy feliz de tener un trampolín, papi, gracias—nota sonriente mientras León alza la cabeza y le mira con cálidos ojos azules.

—No es nada, cariño, todo lo que mi pequeña quiera lo tendrá, te lo prometo—jura y Rin se ríe.

    Ni bien termina de armar el trampolín tanto Rin como Luka se encuentran saltando por casi una hora seguido, León se les une también mientras Miriam toma fotos con la cámara. Lily también luce divertida y así la tarde pasa en un borrón.


    La noche cae cálidamente y ésta vez Rin se encuentra durmiendo sola en la habitación, la rubia aún tiene miedo de encontrarse en tan vieja y arruinada habitación. La casa de su abuela poseía muchos años, las maderas crujía, la maleza parecía trepar las paredes del exterior con entusiasmo y los ruidos durante la noche eran incesantes. Lily le dijo que eran las tuberías del agua, que cuando había mucho viento las hacía sonar debido a lo oxidada que se encontraban. En su intento de dormir Rin se remueve de forma incómoda cuando siente que alguien tira de su sábana.

—Mmm, ¿Len?—Llama mientras se sienta en el colchón, parpadeando mientras frota sus ojos con el dorso de sus manos, acostumbrándose a la penumbra del cuarto.

    "¿Quieres jugar a las escondidas?"

—Bueno...—cede mientras sale de entre sus sábanas y se baja de su cama, casi riendo cuando nota la figura oscura alejarse rápidamente fuera de su habitación.


    Rin corre por la casa, riendo mientras busca dónde esconderse. Era casi injusto la forma tan fácil en que Len parecía encontrarla, luego le tocaba a ella buscarlo a él y así sucesivamente. Bajo lentamente los escalones mientras intentaba divisar algo entre la penumbra de la sala de estar, observando el sofá largo y los dos sillones a juego. Su presencia siempre cambiaba las cosas, pensó la rubia risueña. Junto con Len la casa no lucía tan tenebrosa y espantosa, las paredes lucían más erguidas, los ladrillos parecían rectos en las paredes y el suelo de madera lucía firme. Todo era más maravilloso y mágico, casi espectral.

—¡Te encontré!—Exclama cuando lo nota cerca de la chimenea apagada, entre el juego de sofás que hay en la sala de estar, junto al librero.

—¿Rin?—Alguien dice y la nombrada se gira sorprendida, observando la silueta de su padre entre la oscuridad—. ¿Qué haces despierta?

—Nada...—miente mientras toma la tela de su camisón entre sus manos, nerviosa mientras contempla a su padre bajar las escaleras y acercarse a ella.

when the demon calls | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora