Estoy enamorado

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- ¿Me escuchas?

Un chasquido sacó de su trance a Joaquín que de inmediato recordó la presencia de Alejandro en el desayuno y que éste le hablaba sobre los futuros negocios y planes que tenía para con la empresa familiar.

- Ah, sí. La empresa, decías... -le incitó a continuar pero el chico suspiró con pesadez.

- A veces me pregunto en qué mundo vives, Joaquín.

Limpió sus labios con una servilleta y llevó su plato a la cocina. El ojimiel talló sus ojos y dio un último bocado a su biscocho antes de imitar a su esposo.

- ¿Te quedarás en el trabajo hasta tarde?

- No lo sé. Matías, el esposo de Emilio, me pidió que le asesorara con algunos asuntos legales de su banda. Así que sí, probablemente me quede hasta tarde hoy.

El castaño preparaba un termo con café para el camino. Pasó a un lado de Joaquín y llegó al espejo del recibidor para ajustar su corbata y cabello. El ojimiel lo observaba a la distancia recargado en el marco de la cocina; miraba con detenimiento cada movimiento y gesto de su esposo, antes un simple parpadeo por parte de Alejandro lo dejaba sin aliento, sin embargo ahora solo sentía... ¿cómo se le dice? ¡Oh! Indiferencia.

- ¡Joaquín!

El ojimiel le miró alarmado y se encontró con el rostro de Alejandro mirándole mal. Enojado.

- ¿Qué pasa?

- Que si puedes pasarme el termo. ¡Es tarde! Voy tarde al trabajo y tú estás en las nubes. -reclamó yendo él mismo por su café.

- Lo... lo siento. En la noche no dormí muy bien. -se justificó.

- Lo sé. Siempre que vas a la casa de tu amiga Talía regresas ebrio y vomitado. -echó en cara.

No era de sorprender el poco aprecio de su esposo a Talía; desde que ella apareció en la vida de Joaquín al conocerlo en la preparatoria siempre ha sido un estorbo. No era como que adorara al resto de los amigos de su esposo, pero si le dieran la opción de borrar a uno de la faz de la Tierra sin duda sería a Talía.

- Lo siento, Alejandro. -contestó con el fin de cortar la conversación.

El mayor resopló y se acercó a él para abrazarlo.

- No, perdona. He sido bastante agresivo, pero las cosas en el trabajo están duras y apenas tengo tiempo para estar contigo. -dijo de forma suave al oído del menor. - No tienes la culpa de nada, ¿sí?

- Sí. -respondió también un poco más tranquilo.

Ambos se separaron y el más alto caminó hasta la puerta para cerrarla y desaparecer. Desde afuera se pudo escuchar como el motor del auto se encendió y los neumáticos comenzaron a andar.

El celular de Joaquín recibió un mensaje de texto a los pocos segundos.

"Paso por ti a las 8:30pm. Hoy toca cena;)"

Tal vez hace unas semanas eso lo hubiera vuelto loco y deseoso porque la hora llegara, pero ahora todo lo veía con ese extraño sentimiento.

Indiferencia.


*****

Mientras que Joaquín arreglaba la casa y seguía con sus labores, Emilio también se las ingeniaba para no iniciar una guerra con Matías.

- ¡Que no!

- ¡Que sí!

- ¡Eres imposible!

- ¿Yo? -cuestiona Emilio indignado. - No soy yo el que inculpa a mi esposo de comerse las galletas que quedaban.

Matías tronó sus nudillos al escuchar eso.

- No es solo eso, sino que también te comiste... ¡mis pepinillos!

Un silencio y luego ambos explotaron en carcajadas.

- ¿Pepinillos? -dijo apenas con trabajo Emilio. - ¿Crees que estás en Fondo de Bikini o qué?

Matías también cortó su risa para responder: - Lo siento... creí que sería buen momento.

Emilio siguió riendo mientras metía el almuerzo que había preparado para su esposo en una mochila llena de botones de bandas de rock y de llaveros de Las Vegas.

- Entonces, ¿para qué dijiste que verías a Alejandro Cortés en la noche?

- Porque me di cuenta de que la banda en algún momento podría meterse en problemas y no habrá tiempo de conseguir ayuda. Además, Ale se ofreció a asesorarnos, sería grosero decir que no.

Finalizado esto, Matías tomó su mochila y ambos caminaron hasta la puerta. Emilio le observaba con el rabillo del ojo y aclaraba su mente: hace años verlo era como estar frente alguna obra de teatro de Van Gogh o Dalí, cada detalle de su ser le asombraba y por más que le viera, escuchara o tocara jamás se cansaba. Ahora, sí lo quería, pero no con la misma adoración.

- Ve con cuidado. -dijo el rizado de brazos cruzados frente a la puerta.

El chico sonrió de lado, bajó tanto su mochila como su estuche de guitarra y caminó a él para fundirse en un beso tan intenso, que si alguna señora de setenta años estuviera cerca les estaría insultando.

- Te amo. -murmuró Matías contra sus labios y sonrió.

- Yo... -la lengua de Emilio parecía pasmada, "comida por el ratón". -Te veré en la noche.

Emilio pudo notar un pequeño destello de decepción en los ojos de su esposo, pero igualmente asintió y devolvió la casi imperceptible sonrisa.

Al poco tiempo de ese incomodo momento, se escucharon golpes rápidos en la puerta. Golpes de enojo o tal vez de desesperación.

- Emilio, necesito hablar contigo. -comentó entre jadeos el ojimiel una vez que la puerta fue abierta.

- ¡Joaquín! Claro, entra. Podemos almorzar juntos estaba por preparar...

- Espera, que en verdad debo decírtelo ahora -interrumpió abruptamente Joaquín a Emilio, recibiendo una mirada intrigada como respuesta. - Ayer Talía dijo algunas cosas que me hicieron pensar en ti y en mí, pero yo me reusaba a aceptar, pero Emilio, ¡pienso en ti todo el tiempo! Me es imposible no hacerlo. Me he enamorado de ti.

- Joaquín...

- Y sé que tal vez es muy pronto para decirlo pero... te amo -Emilio abrió ligeramente los labios. - Amo tus ojos, misterioso, fascinantes, amo tu risa, tu sonrisa tan cálida, tu cabello, tu piel. -con cada frase Joaquín paseaba sus dedos por los hombros y rostro de Emilio. - Nos conocemos de poco, pero tú me has hecho sentir cosas genuinas, algo que no pude experimentar de la misma forma con Alejandro. Te amo, Emilio. ¡Te amo tanto! Estoy enamorado de ti.

-Yo también te amo, Joaquín. -escuchó en un suspiro aquellas palabras y tras mirarse ambos sonrieron.

Era el inicio de algo bueno, sano, hermoso y genuino, pero no todos estarían de acuerdo con ello y los secretos no se pueden ocultar para siempre.

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Maratón 3/3

Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora