RUDE

Capítulo ochenta y dos.

–Sobre la mesa únicamente debe estar el bolígrafo con el que marcarán las respuestas correctas –anunció el profesor mientras repartía las hojas de la evaluación en cada sitio–. No volteen las hojas hasta que yo lo diga. Quien sea sorprendido intentando hacer trampa tendrá automáticamente un cero.

Observé la hoja en blanco sobre mi mesa sin nervio alguno, estas evaluaciones solían ser la cosa más sencilla después de realizar el trabajo grupal.

–Tienen –el profesor miro su reloj mientras se posicionaba al frente y en el centro del salón–, veinte minutos para realizar la evaluación. A partir de –hizo una pausa–... este momento.

Todos volteamos nuestras hojas, la evaluación consistía en realizar cálculo mental y seleccionar la respuesta correcta. Demasiado sencillo, a decir verdad.

Con tan solo quince minutos transcurridos yo había terminado mi evaluación y tras una segunda revisión, levanté mi mano y el profesor que mantenía su vigilancia a cada uno de los presentes se dirigió hacia mí para recibir mi hoja de evaluación.

–Puede salir señorita Seo.

–Gracias –sonreí, tomé mi mochila y salí del salón.

La noche anterior y esta mañana habían sido caóticas, pero ahora podía estar en calma y sentí ansias por contarle a Bloo lo bien que me había ido, entonces saqué mi teléfono y lo llamé mientras bajaba lentamente las gradas con una enorme sonrisa en el rostro.

–Hola mi dulce Bambi –respondió al segundo tono.

–Me ha ido genial en la evaluación –hablé de inmediato.

–Ey, te eh saludado dulcemente –reprochó.

–Hola –reí.

–¿Tan solo dirás "hola"? Podrías saludar con un "hola mi amor"

–Eso es demasiado cursi –continué bajando las gradas sin borrar mi sonrisa.

–Ya has confesado que me amas, ¿qué te cuesta ser más cariñosa?

–Lo cursi no se me da –respondí en voz baja teñida de timidez.

¿Cómo puedes dar amor si no lo has recibido? A lo largo de mi vida nunca me sentí amada ni mucho menos que encajara en algún lugar y aunque eso ha ido cambiando poco a poco desde que reencontré a Owen y conocí a Bloo junto con todos los chicos que se han convertido en mi familia, las dudas acechan mi cabeza. ¿Estaré haciendo bien al confiar y depender tanto de ellos? o aún peor, ¿Estaré haciendo bien en permitirme amar a Bloo?

Pero estas dudas no son tan importantes como el hecho de mi aún irresuelto problema con aquella pandilla que podría llegar a poner en peligro a estas personas que me han dado un lugar donde quedarme además de su amistad y apoyo.

–¿Me estás llamando cursi? –rio del otro lado de la línea.

–Pues cursi de esos que desagradan, no –acaricié mi nuca en un gesto de timidez mientras salía del edificio–. Yo diría más bien que eres muy dulce –remordí mi labio inferior conteniendo una sonrisa mientras caminaba cabizbaja.

–Y eso te gusta ¿no? –su voz se tornó susurrante.

–Si –respondí en un hilo de voz.

Y de repente contra mí se abalanzó un abrazo sobrecogedor que me tomó por sorpresa, pero supe de inmediato de quien se trataba gracias al aroma inconfundible de su perfume.

–¿Qué haces aquí? –cuestioné, aunque mi voz fuera ahogada contra su hombro.

–Te esperaba –respondió sin deshacer el abrazo.