Capitulo 21 (Editado)

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Capítulo 21

Tenía resaca. Le dolía la cabeza y ni hablar del cuerpo, sentía como si acabara de ser arrollado por una fila de camiones de carga. Aunque, en medio de todo ese malestar había algo que lo estaba obligando a quedarse más tiempo del que debía en esa pequeña cama: la paz. Una extraña paz que comenzaba a envolverlo apresuradamente. No quería levantarse de su sitio. Tenía miedo, mucho miedo de que esa paz desapareciera dejándolo de nuevo hundido en la oscuridad. Pero sabía que debía hacerlo, porque también se sentía inquieto. A la espera de lo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo.

Respiró hondo antes de abrir los ojos lentamente, mucho tiempo había pasado que no se sentía de esa forma. Ya ni lo recordaba con claridad. Sin embargo, los pocos recuerdos de felicidad que perduraban en su subconsciente eran gracias a ella. Y en ese momento estaba volviendo a ocurrir, y de nuevo todo por ella.

Se encontró con una pequeña habitación. No había luz que lo escandalizara. Se veía todo oscuro, las cortinas estaban cerradas haciendo que los olores se conservaran más. El delicioso aroma a vainilla llegó con más fuerza a él: Maya.
Estaba en su habitación, en su cama, abrazando sus almohadas, su aroma tan cerca de él. Tenía la mente borrosa, no recordaba casi nada. Sólo a ella diciéndole que estaba loco y que llamaría a la policía. Aparentemente no lo hizo, viendo dónde se encontraba esa mañana.

Suspiro pesadamente mientras se sentaba sobre la pequeña cama sin dejar de abrazar la almohada. Ella no estaba, no había manera de que lo supiera.

Su vista viajó por todo el pequeño cuarto, juzgándolo. Sólo tenía una palabra para lo que sentía: odio. Odiaba tanto ese lugar, no podía imaginarla ahí, no era capaz, no cuando él tenía tantos lujos, tanto dinero en vano. No había alguna manera que hiciera ver bonito el sitio ante sus ojos.
Si estuviera en sus manos la llevaría a su departamento, en su enorme cama con calefacción adecuada al clima y un té para relajarla. Ella no se lo permitiría, claro estaba. Tomaba nota y el lugar era más pequeño que el estudio que tenía en su departamento. Sin embargo, en medio de su odio innecesario por el lugar, debía admitir una cosa; no quería moverse de ahí. Porque ahí, aunque ella en ese momento no se encontrara, su esencia permanecía en el aire, todo de ella y ese pequeño espacio le generaba más paz que cualquier área lujosa que él pudiera pagar.

Notó que su cuadro no estaba. No supo que sentir ante eso. ¿Por qué lo quitaría? No hubo necesidad de pensarlo demasiado. Recordó con mucha más claridad de lo que le gustaría sus palabras al verlo ahí.
La verdad era muy distinta. En ocasiones le costaba admitirlo, pero en ese momento que sentía todo tan claramente, no. Le gustó verlo ahí y ahora ya no estaba, por su culpa.

Después de varios minutos decidió ducharse antes de irse, quería hacer tiempo para ver si llegaba, pero también quería irse rápido antes de cometer cualquier estupidez. Sentía todo su cuerpo pesado y doloroso, la ducha, aunque chica, estaba impecable. Se notaba que Maya tenía todo muy bien cuidado, era una obsesiva. «Como siempre» pensó, y eso lo hizo sonreír sin querer.

Al terminar, buscó en el armario una toalla ya que no encontró ninguna dentro del baño, cuando lo observó. Estaba tirado en una esquina como cuando un niño tiraba un juguete que ya no quería. El pensamiento lo hizo soltar una pequeña carcajada seca. Se imaginó a una enojada Maya arrojando el cuadro lejos de ella porque le recordaba a él. Por lo menos no lo había desechado. Sería una lástima, recordó haberlo pintando con mucho sentimiento y sólo él sabía su verdadero valor.

Lo tomó y lo colocó justo dónde lo había visto la primera vez que entró en el sitio, mataría por ver la cara que pondría al verlo ahí. Cuando lo hizo, observó que sobre la mesita reposaba una nota con palabras secas y precisas, dónde le daba la clara orden de estar fuera una vez ella llegara. Volvió a sonreír. Así que volteando el papel escribió lo que creía eran unas palabras de agradecimiento. Aunque más bien, escribió lo que sintió en ese momento.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora