Me gustas

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—Ehh... así que lo conociste en la boda de Gilda— Gillian ahora estaba mirándola interesada —La verdad es que no me acuerdo de mucho lo que paso después de que tiramos el ramo —

—Si, eso me imaginaba — Emma soltó un suspiró mientras la miraba acusadoramente.

—Pero te pasaron cosas buenas por esa acción, ¿no? — Y la chica le guiño el ojo.

—Me da igual, eso no se hace, pudo seguirme alguien no grato — Ella desvió su mirada aun enfadada.

—No volverá a pasar — Gillian le sonreía radiantemente — Perdóname~, además, ya pasaron muchos meses — Emma le devolvió la sonrisa y asintió.

Después de todo, una de las mejores cosas que le había pasado fue conocer a Ray.

—¡Ustedes dos! ¡Dejen de estar parloteando! — Ambas se estremecieron al oír a su jefe —¡Emma! — Emma vio a Yuugo acercarse hasta ella bastante enojado — ¡Tienes trabajo atrasado! — Y fue cuando su jefe le puso un montón de papeleo encima del escritorio y salió caminando furioso.

—Maldito viejo... — Ella lo maldijo entre dientes.

—No te preocupes, te ayudaré con la mitad para que te puedas ir con tu príncipe — Gillian tomó la mitad de los papeles, mientras Emma le agradecía bastante por ello.

Fue así como la tarde llegó y la hora de salida vino más rápido de lo que pensó, Emma bajo hasta el estacionamiento, pensando que él ya la debía estar esperando, pero no fue así, lo cual le pareció bastante extraño. Tomó su celular para marcarle, pero el celular estaba apagado.

—Quizás haya mucho tráfico— Emma se sentó en una de las bancas, para esperar a que Ray llegará, pero las seis se marcó en el reloj, y luego, lentamente, las manecillas seguían moviéndose y el cielo de la tarde se volvía más y más oscuro.

"¿Acaso escuche mal?, él dijo que me recogería... quizás dijo que me recogería en mi casa", Ella estaba dudando de sus palabras, pero como ya tenían una reservación, lo mejor sería ir hasta su casa para alistarse.

Fue como por primera vez en mucho tiempo tomó un taxi para ir a su casa, se sentía extraño estar en un auto desconocido, ya que se había acostumbrado bastante al asiento de copiloto del auto de Ray, ella sonrió mientras veía por la ventana, sintiéndose nostálgica, ya quería verlo de nuevo. Al llegar a su casa decidió darse una ducha rápida para ponerse un vestido elegante azul, mientras buscaba los tacones, seguramente él llegaría en cualquier momento y le marcaría al celular, así que no quería hacerlo esperar, puso un poco de maquillaje para verse un poco mejor y ocultar las ojeras que tenía por no haber dormido bien, pero aún así, no le molestaban tanto porque para ella valían la pena el como se las había hecho, también las pequeñas marcas en su cuello, pecho y muslos.

Pronto se hicieron las siete y media, y aún no había rastro de él, por lo cual se preocupó bastante, marcaba insistentemente al celular, pero aún estaba apagado, fue cuando empezó a sospechar que quizás algo no estaba bien. Decidió marcar al número de la casa, quizás Ray fue a su casa primero y decidió tomar una siesta, él tampoco había dormido bien los últimos días, así que no sería raro que cayera rendido, pero el teléfono solo marcaba tono y nadie contesto.

Fue en ese instante en que empezó entrar en pánico.

—¿Acaso me dejo plantada? — Su voz tembló por la idea, pero ella negó levemente — Me hubiera mandado un mensaje... tal vez le paso algo malo — ese pensamiento paso por su cabeza haciéndola temblar.

¿Y ahora que debería hacer ella?

Fue cuando tomó las llaves de su casa y la cartera, para salir a buscarlo.

Tú cambiaste mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora