𝙿𝚛𝚘𝚕𝚘𝚐𝚘

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Estaba completamente seguro de que corría tan rápido como sus pies le permitían y aún así sentía que el camino a los dormitorios no acabaría nunca. La brisa fresca que en algún punto de su mañana le pareció agradable e incluso relajante, en este preciso momento no podía molestarle más, la manera en la que se colaba entre sus rojos cabellos le hacía pensar que solo lo atrasaba.

La mañana que había planeado definitivamente no era como la que estaba viviendo, su propósito inicial solo era aprovechar su día libre y visitar a su encantadora madre, aún recordaba lo emocionado que salió del edificio tan pronto como cortó la llamada que compartía con ella. Aunque tenía muchísimas ganas de verla, no podía evitar sentirse algo mal por haber dejado a Bakugo solo; obviamente este se aseguró de recalcar lo poco que le importaba su ausencia y cuánto lo disfrutaría. Comentarios que prefirió tomar como un simple "no te preocupes" y después de despedirse 'dramáticamente' según el rubio cenizo, comenzó su recorrido.

Todo iba fantástico, el cielo pintaba un azul brillante además de estar sorprendentemente despejado a pesar de que en el noticiero de la noche anterior avisaron sobre la alta probabilidad de lluvia. A diferencia de la mayoría de los días, las calles se encontraban bastante vacías, con alguno que otro auto transitando por ahí. Lo cual era poco común pero no malo, ya que eso indicaba que no tardaría mucho en llegar a dónde si progenitora.

Cegado por la ferviente euforia que recorría su cuerpo no se percató de un pequeño chico que venía a toda velocidad en sentido contrario a él, y si usamos la física básica nos podemos dar cuenta de que esto no podía terminar en otra cosa que no involucrará un impacto entre ambos cuerpos. Pudo ser una caída normal de no ser que un gran resplandor surgió de entre los cuerpos de ambos jóvenes justo después de que el desconocido soltará un pequeño grito a razón del susto provocado dicho impacto.

Kirishima estaba seguro de que mantenerse en el suelo masajeando su zona adolorida no sería muy varonil de su parte, por lo que se dispuso a levantarse y pretendía ofrecer amablemente su mano al contrario para ayudarlo a levantarse. Sin embargo, sus planes se vieron frustrados por qué aquel misterioso chico soltó un rápido y casi inaudible "lo siento" antes de salir corriendo ocultando su avergonzado rostro. Dejando a un pelirojo confundido, se había alejado lo suficiente como para perderlo de vista por lo que asumió que intentar alcanzarlo y disculparse apropiadamente sería una perdida de tiempo, además ¿El ya se había disculpado no? Intentó no darle más atención de la necesaria y siguió caminando, hasta sintió su mente nublarse sin razón aparente. Ahí fue donde sus problemas empezaron.

Probablemente se preguntarán ¿Por qué no solo ignoró la sensación? Bueno, eso fue precisamente en lo primero que pensó hacer, mas con cada uno de sus pasos el efecto aumentaba, llegando al punto de decidir volver a la academia. No quería llevarle más problemas a su ya ocupada madre, la visita podría esperar a la próxima semana y ya más tarde se disculparia con ella. Eso nos lleva al ahora.

La vaga silueta del edificio que con mucho esfuerzo y apenas lograba percibir a lo lejos, lo sacó de el torbellino de pensamientos que lograron distraerlo de su objetivo principal y apresuró -si es que eso era posible- sus pasos, los cuales muy probablemente ya ni siquiera eran eso estaba tan preocupado por llegar que su correr se había convertido en dar grandes zancadas. Había olvidado ya la cantidad de veces en las que estuvo a punto de caer por sus constantes tropiezos. Al ver la fachada del edificio tan cerca de el lo percibió como si llegara al mismo cielo. Ni lento, ni perezoso entró abriendo las puertas de par en par provocando un gran estruendo que difícilmente pasaría desapercibido, mentalmente agradecía el hecho de que hoy fuera el día libre, y rara vez había alguien ahí.

Jadeante y recargado en sus propias rodillas intentando controlar su pulso y recuperar el aire; pasó la su mano por su rostro buscando eliminar el exceso de sudor acumulado en su sien, debido al maratón que acababa de recorrer, lentamente se incorporó y recargo su mano en la pared a su derecha aún en el intento de componerse.

JealousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora