Comienzo a atravesar el pequeño bosque. Recuerdo que cuando escapé de la hectárea, hace más de un año, sentía como si este bosque fuera inmenso… pero tras ver el de Ayaros, podría decir que este es como un pequeño montón de hojas.
Mientras atravieso el final de este, casi llegando a la salida, veo desde lejos la torre del departamento donde fui a casarme. Cierro los ojos recordando el momento y al abrirlos veo mi escapada, como si de una película se tratase.
A mi lado una Marina con un vestido rojo corre rápida, asustada y temerosa. Pasa por mi lado rápido y veo como sin darse cuenta, un Josh sigiloso va tras ella a varios metros de su espalda. Una sonrisa aparece en mi rostro y me acerco a él, pero como todos los sueños, estos se evaporan.
Pestañeo dos veces seguidas, esperando volver a tener una visión tan amena y fácil de Josh.
-No te embobes que nos queda un largo camino hasta encontrar a Mario –Alec susurra a mi lado. Su voz en ocasiones me irrita, y suspiro antes de continuar.
Al principio, cuando Alec murió y lo vi, pensaba que estaba loca ya que “su espíritu” me hablaba y según él no se separaría de mí. Después, cuando estuve encerrada me di cuenta que “Alec” sabía cosas de mi pasado antes de conocerle, cosas que no le había contado, y coas que pensaba. Así que llegué a la conclusión de que estaba loca, y lo hacía demostrar utilizando a mi amigo muerto como una conciencia del bien y el mal.
¿Qué era peor? No lo sabía.
Sigo andando hasta llegar a la puerta del local. Este está cerrado, y seguirá así hasta dentro de diez meses.
La ciudad no ha cambiado en demasía, pese a respirarse un aroma diferente por esta zona. Como he estado viviendo toda la vida, recuerdo con los ojos cerrados el camino hacía mi casa.
Recorro las vacías calles, y noto como pese a deber ser las 16:00, hace un calor digno de las 12:00.
El aire acoge una mezcla de naftalina y comida recién hecha. Y al levantar la cabeza y aspirar este, en una inspiración profunda, creo ver a Josh entre las nubes. Los rasgos marcados de su cara, su mandíbula cuadrada, sus profundos ojos, y esa sonrisa fácil que poseía cuando pronunciaba “rubia”.
Noto llenarse mi lacrimal, pero no voy a llorar; o por lo menos, no ahora.
Llego a mi puerta y la imagen es desgarradora para mí. Mi casa, apenas puede compararse con la de mis recuerdos. Es como si en vez de un año, hubieran pasado cincuenta o sesenta, atrofiando las formas rectas, desgastando la pintura y creando unas hileras de hierbajos alrededor de ventanas y ocupando la entrada principal.
Debería ir directamente hacia casa de Mario, no sé si estará allí pero seguramente su madre o alguno de sus hermanos pequeños me puedan decir dónde se encuentra. Tal vez el pequeño Óscar lo sepa.
Pero no puedo ir, no puedo ahora mismo. Un nudo me golpea en el pecho cada vez que veo un detalle de mi destrozada casa, y necesito entrar a ver su interior.
-Vaya asco de casa –murmura Alec.
Sin pensarlo ni un momento, me acerco a ella, esperando encontrarme la puerta abierta, pero no es así. ¿Por qué las cosas no pueden ocurrir como en las películas?
Miro hacia la ventana, y veo una sombra moverse, desde dentro.
-¿Hola? –grito. Si alguien vive dentro de esto, debe ser un vagabundo o un sin techo, o en caso extremo, un fugado como yo.
En este momento, me doy cuenta. ¿Y si alguien se da cuenta de mi presencia y decide contarlo? Podría ser denunciada, encarcelada, y si no digo el paradero de Josh (que es lo que ocurriría) ejecutada.
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I Need You -2° parte de Blood Magic
Ciencia FicciónYa ha pasado un año desde que Trebor le dijo a Marina que quería casarse con ella. Un año desde que Josh no ve la luz del sol.Un año desde que ante la negación de Marina, Trebor decidió encerrarla y contra su voluntad, forzarla cuando y donde él qui...