Gabriel se estaba preparando para ir al médico, los últimos días se hizo unos estudios para chequear como iba su lesión y si era posible realizar una cirugía para que pudiera volver a jugar. El chico tomó las muletas que reposaban en su cama, con una se ayudó a pararse, y luego salió del cuarto. Bajar las escaleras era todo un reto, aunque ya estaba encontrando la manera de hacerlo sin caer en el intento. Escuchó una bocina fuera de la casa, supuso que se trataba de su hermana. Eveĺyn iba a acompañarlo, el medico al que iba era un conocido de ella. Gabriel salió y llaveó todo antes de salir. El chico subió al auto con algo de dificultad, dejó las muletas a un lado del auto; el mismo era un usado que había adquirido hace poco, la chica estaba muy contenta de haber podido comprárselo.
—Hola —dijo Gabriel sonriendo.
—Hola peque. ¿Como estas? —preguntó Evelyn.
—Medio nervioso pero bien —dijo Gabriel. Golpeó la bolsa en la que tenía todos los estudios. —Espero sean buenas noticias —dijo ilusionado. Evelyn le apretó una mano.
—Estoy segura que si. El médico es un genio, seguro encuentra algo adecuado para que puedas volver a jugar, es un muy buen profesional —dijo Evelyn.
—¿De donde lo conoces? —preguntó Gabriel.
— Es el novio de una de los chicos del laboratorio —dijo la chica sin más. Gabriel se sorprendió de la naturalidad con la que lo dijo la chica.
—¿Novio? —dijo Gabriel sin pensar.
—Si. ¿Que tiene?. No te debería sorprender, aterrizá en este siglo por favor te pido —dijo la chica mientras le daba un golpecito en la cabeza a Gabriel. —El amor es amor —concluyó la chica. Gabriel se quedó en silencio unos minutos. Por una parte le alegraba saber que su hermana tenía la mente bastante abierta, y por otro lado tenía algo de miedo sobre comentarle todo lo ocurrido con Renato. Necesitaba hablarlo con alguien que no sean ni Gastón ni Ángela.
—¿Como va el doctorado? —preguntó Gabriel para cambiar de tema. Su hermana se había graduado hace relativamente poco y consiguió una beca doctoral en investigación.
—Bien, estoy ahí cerrando un experimento y preparando para largar otro. Es el primer año recién, creo que voy bien —dijo Evelyn.
—Me alegro —dijo Gabriel.
Continuaron el viaje otros diez minutos más hasta que llegaron al consultorio del médico. Gabriel abrió la puerta y ayudándose con las muletas se paró fuera del vehiculo. Junto a su hermana caminaron hacia el consultorio, se anunciaron en la recepción y les avisaron que enseguida el medico los atendería. Esperaron sentados unos minutos hasta que fueron llamados por el médico.
—Gallicchio —dijo el médico. Gabriel se levantó y con las muletas comenzó a entrar al consultorio, casi desesperado.
Una vez dentro, Evelyn saludó al chico amistosamente. No era tan viejo, no pasaría los 35 años. Gabriel le entregó los estudios para que los revisara. El hombre comenzó a leerlos detenidamente, observar las imágenes y marcaba con un resaltador algunas cosas que llamaban su atención. Gabriel comenzaba a desesperarse por una respuesta, sentía una pesadez en el estómago y su corazón latía rápidamente.
—¿Y bien? —preguntó impaciente Gabriel. Evelyn lo miró mal. —Perdón, estoy ansioso —dijo el chico.
—Me imagino —dijo el hombre. Dejó en el escritorio los estudio y miró a Gabriel fijo mientras colocaba sus manos apoyando solo las yemas de sus dedos. —Tenés una sería lesión en el pie. En este tiempo ha estado cicatrizando un poco y algo mal. —dijo el hombre. Gabriel se desanimó un poco. —Pero con una cirugía acompañada de rehabilitación hay un 80% de probabilidades de que puedas volver a jugar al futbol Gabriel —dijo el hombre. Gabriel sonrió, una amplia y verdadera sonrisa en mucho tiempo.
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I knew you were trouble
Hayran KurguEn el último tiempo Renato ha vivido una montaña rusa de emociones, desde el descubrimiento del primer amor, pasando por infidelidades, ruptura e incluso la humillación pública. Todas esas experiencias han llevado a que el chico, que de por sí ya er...