Capítulo 7

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Cuando la señora Alisson se marchó, no la volvería a ver en una semana. En cambio me quedé en esa casa y bajo el cuidado de otra ama, la señora Claudia, que era bastante estricta, aunque no sé hasta qué punto.

Me quedé mirando la marcha de mi Ama con mucha tristeza y, para qué negarlo, estaba demasiado asustada. Mientras me quedaba anonadada mirando a un punto, donde la señora Alisson ya no estaba, noté a alguien rozar mi espalda.

-Así que piensas que soy una estúpida ¿verdad, Anna? -Preguntó la señora Claudia tras de mi sujetándome los hombros.

-Yo...yo... no quise decir eso... se... señora Claudia -Dije tartamudeando.

-Pero lo dijiste, eres una sumisa insolente. Vamos, repítelo otra vez, si eres tan amable... -Ordenó con voz calmada acariciando mis brazos.

-No creo que deba de... decirlo o... otra vez – Seguí tartamudeando.

-No lo entiendes ¿no? No te estoy preguntando, te estoy ordenando que lo vuelvas a decir- Y en ese momento cogió uno de mis pezones y los retorció clavando sus uñas afiladas sin piedad.

-¡Ahhh! ¡Por favor! -Me llevé mi mano hacia el pezón donde estaba ella instintivamente.

-Quita tu mano inmediatamente... y dilo si no quieres que lo haga con el otro y créeme mis métodos no te van a gustar. -Su voz era muy calmada pero a la vez demasiado amenazante.

-Dije que era usted una.... una... - No conseguía decirlo.

Entonces con su otra mano, cogió mi otro pezón e hizo lo mismo.

-¿Una qué? Vamos Annita, no tenemos todo el tiempo... y estas consiguiendo que pierda la paciencia. -Y al terminar de decir eso retorció aun más los pezones con sus uñas clavadas al máximo, creía que iban a atravesarme la piel.

-Dije que usted era una estúpida, por favor, suélteme, por favor. -Supliqué llorando.

-¿Que te suelte? No querida, ¿acaso crees que esto acaba aquí? Dime Anna, ¿haces ejercicio habitualmente?

La pregunta me cogió por sorpresa, ¿ejercicio? ¿qué tiene que ver el ejercicio con todo esto?

-No, señora Claudia... -Contesté aún resistiendo no llevar mis manos hacia mis pezones.

-Bien, perfecto. Ve a la mazmorra te espero ahí en siete minutos, termina de comer, si es que tienes hambre. -Dijo riéndose.

Por fin soltó mis pezones. ¡Auch! El roce con cualquier cosa era simplemente muy molesto y doloroso.

-Madre mía Anna... no sabes la que te espera... -Dijo Candy con énfasis.

-¿Ah si? Pues no le voy a dar el gusto de verme sufrir, eso le pone cachonda a esa señora y conmigo no se calienta nadie.

-Como quieras Anna, recuerda que cuando venga la señora Alisson pedirá detalles de nuestros comportamientos y habrá o no reprimendas.

-Pues si tengo que vérmelas con nuestra Ama, con gusto lo haré pero no le daré ese placer a esa señora sádica y estúpida.

-¿Con gusto a nuestra Ama? ¿Tanto te importa? -Preguntó curiosa.

-Bueno yo.... -Me inquieté, no quería que nadie supiera de mis sentimientos con la señora Alisson.

-Lo sabía... sabía que una persona como tú sentía algo por ella. No te voy a juzgar, ella es tan buena... aunque aparente ser lo que no es debajo de esa capa de frialdad y severidad... -dijo Candy con cara de enamorada.

-Tú también estás enamorada de ella, ¿verdad?

-No te lo voy a ocultar, hasta Rousse lo sabe. Sí, estoy enamorada desde que la ví en ese callejón, desde que me tendió su botella de agua sin importarle que fuera una vagabunda sucia y maloliente. Desde ese día en el que decidió incorporarme en su vida, regalándome esta, aunque no me quiera como yo a ella. -Dijo con una sonrisa falsa y a la vez, triste.

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