— ahhh!!— Gritó exasperado el castaño. Había estado intentando alcanzar su caja de jugo de limón hace más de 30 minutos.
El menor era adicto a esos jugos y lo peor es que no podía tomar mucho porque le hacía mal a su estómago y podría enfermarse. Por esto mismo, Jean los había dejado en un lugar alto para que su pequeño novio no los alcanzara, considerando que el castaño media tan solo 1.64 le sería imposible alcanzar la parte superior de la nevera.
Jean se había ido a una reunión en la mañana mientras Libardo estaba dormido. Le dejó unas tostadas con mermelada, leche y frutas. Sencillo, pero era lo que le gustaba comer al menor cuando se levantaba, solo que esta vez el pelinegro le había sustituido el jugo de limón por la leche. Esto enfadó mucho al castaño.
Libardo decidió ir a buscar algo en que subirse para así por fin poder conseguir esos malditos jugos que lo habían vuelto adicto.
Salió casi corriendo al recordar que aquella reunión a la que Jean había ido duraba no más de dos horas y el mayor podría volver en cualquier momento y atraparlo con las manos en la masa. Ya que había pasado ya una hora desde que se había levantado y más los treinta minutos tratando de alcanzar los jugos inútilmente, no quedaba nada para que su novio llegará.
Se apresuró en buscar una silla en el comedor, sonrió al encontrar una pero su felicidad se desvaneció casi al instante al calcular el tamaño de la silla comparado al de la nevera. ¡Era muy pequeña!
— Maldición! — refunfuño el castaño. Todos los asientos eran del mismo tamaño. Ninguno le servía.
Un puchero casi invisible se formó en los labios del menor. Volteó hacia la cocina y una idea que lo hizo emocionarse cruzó su cabeza. Una mala idea.
Decidió trepar en el mueble al lado de la dichosa nevera y con cuidado de no caer alcanzó la parte superior encontrándose con los malditos jugos de limón.
Los tomó y giro para poder bajar.
— Dios mío.
El piso parecía estar a metros de distancia, si se tiraba de allí es posible que cayera de boca al piso. ¿Como subió ahí? Ni idea.
Libardo era sensible al tema de las alturas, por más mínima que fuera de igual forma lo aterrorizada.
Y bueno, su trauma tenía una explicación.
•••
Una vez en su escuela decidieron salir a la biblioteca para hacer una clase diferente. Era la clase de la profesora Fernanda. Una señora amargada que no tenía idea de tecnología.
Esa señora no quería que su clase usará computadores para buscar información, ya que lo consideraba una cosa que le hacía daño a los niños.
Así fue como decidió llevar la clase a la biblioteca.
Hubo un momento en donde la profesora Fernanda pidió buscar libros acerca de astrología. Había separado a los alumnos en grupos y estos habían elegido a alguien del mismo para ir a buscar un libro.
En el grupo de Libardo fue el lamentablemente el elegido.
Se dirigió a las columnas de libros acerca de ciencia del universo logrando ver la parte más alta que comenzaba por la "A" ya que estaban ordenadas en orden alfabético. Aquella sección de la letra "A" era efectivamente la de los libros de astrología. El problema era que está estaba demasiado alta.
Tanto la profesora Fernanda como la señora de la biblioteca eran ya mayores de edad, no podía pedirles ayuda y tampoco quería quedar como un cobarde enfrente de sus amigos. Tenía que cuidar su orgullo.
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TINY | Liean 'one shot'
FanfictionLibardo quería sus jugos de limón, pero no los alcanzaba.