No les he dejado irse hasta que ha terminado el partido.
Después de un rato con los tres chicos que no sabían lo de Sergio flipando, hemos estado viendo el fútbol tranquilamente, aunque solo a mí y a los gemelos nos guste. Sergio ha estado increíble, no es porque yo sea su hermana, pero además de ser guapo, mi tete tiene talento.
Cuando salíamos del bar a Mangel se le ha ocurrido la brillante idea de ir de fiesta. Aunque estaba bastante agotada, he aceptado ya que todos tenían muchas ganas. La única condición que he puesto ha sido ir a mi discoteca favorita, Lotsberg. Aunque también les he suplicado que me dejaran ir a mi apartamento a cenar y a cambiarme de ropa.
Al llegar me he hecho un plato de pasta a la velocidad del rayo y me lo he comido el doble de rápido. En estos momentos, estoy en la misma situación en la que me encuentro el 90% de mi vida. Qué me pongo.
Siento la terrible necesidad de ponerme espectacular y una parte de mí me dice que lo quiero porqué estará Rubén, pero otra parte más fuerte de mí, supongo que la dignidad, me grita que no, que solo me quiero arreglar para estar mejor. Prefiero no debatirme más internamente y hago caso a mi orgullo que dice que no es por Rubén. Como me engaño...
Me pongo una camisa de tirantes de color blanco roto, y unos pantalones ajustados negros de tiro alto. Cambio los tacones negros que llevaba por otros todavía más altos y con algunos toques brillantes.
No sé qué hacer con mi estúpida cara así que termino con un maquillaje muy básico, por no decir casi inexistente, con el pelo suelto y algo ondulado. Lo único en lo que me centro es en ponerme una capa de pintalabios de un tono rosa anaranjado que creo que me queda bastante bien.
Un abrigo largo y tapadito para el frío de finales de octubre y estoy lista para salir.
Conduzco hasta el apartamento de los gemelos, que me han pedido que los lleve. Viven a las afueras de la ciudad en un piso enorme, aunque no tanto comparado con el mío, que comparten los dos. Cuando nos vinimos a Madrid, les propuse vivir los tres juntos, pero ellos muy cruelmente me rechazaron, ya que, si vivían conmigo, no podrían llevar a sus rollos de una noche. Básicamente ahora su casa era un puterío lleno de rubias de bote. Luego nos vamos a casa de Lucía a buscarla, que como no beberá, será la que conducirá de vuelta.
En el aparcamiento de la discoteca nos esperan charlando animadamente los chicos. Por lo que veo, se han cambiado, aunque siguen todos con tejanos. Cuando salimos del coche, nos lanzan varios silbidos. Algunos vienen de varios chicos a nuestro alrededor, y otros de parte de los 4 retrasados que tenemos delante. Nunca me he considerado guapísima o con un cuerpo increíble, pero supongo que no estoy nada mal. La que hoy si está impresionante es Lucía, que lleva un vestido ajustado azul que apenas le tapa lo suficiente, y que aun así la hace ver elegante.
Los chicos se saludan como viejos amigos y le dan dos besos cada uno a mi amiga. Yo, sin embargo, reparto fuertes abrazos.
Nos adentramos en la discoteca, saltándonos la cola gracias a mis contactos.
La música electrónica suena fuerte y el ambiente, aunque cargado, es muy agradable. Agarro la mano de Mangel y tiro de él hacia el fondo de la pista, donde unas escaleras suben hacia el piso VIP. Un segurata está junto a la cuerda roja que no deja avanzar hacia el piso superior. Le digo mi nombre y él me sonríe y nos deja pasar a los 8.
-¿Contigo esto es siempre así? -me pregunta riendo Alex mientras subimos las escaleras de mármol negro.
-Acostumbrate. -responde Lucía por mí. -Hace casi dos años que la conozco y nunca he hecho cola.
Después de varias risas, llegamos hasta arriba del todo y nos sentamos alrededor de una mesa de cristal en los sofás de cuero. La sala está casi vacía, y la poca gente que hay ya está bastante borracha y eso que solo es medianoche.
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Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]
Fiksi PenggemarNora tenía una vida bastante normal, quizás no del todo habitual por la importancia de su familia y la fama de su hermano, aunque sí con una rutina muy corriente, peró entonces conoció a Rubén y sus amigos y todo cambió. Y es que aquel chico que hab...