Era alrededor de las 7.35 de la noche. Las estrellas estaban posicionadas arriba de la Casa Windsor, la cual, era bastante hermosa y grande. Sus habitaciones podrían albergar a más de mil hombres sin problema. Carlota caminaba entre los grandes pasillos, eran blancos como el mármol, tenían diversos relieves de color dorado, las pinturas eran realmente hermosas, siempre le habían parecido que fueron hechas con las manos de un Ángel. Todo era hermoso hasta que sus recuerdos llegaban a su mente, pasar por esos pasillos era aterrador. Tenían tantos recuerdos horribles y hermosos. Cada cuarto tenía un misterio diferente, una traición o situación que pareciese de una escena de Psicosis.
Dos guardias la seguían, era como dos grandes leones en busca de cualquier movimiento que los provocara y atacaran. Aun teniéndolos sentirse desprotegida en esa casa era imposible. Había cometido tantos errores y tantas malas decisiones que tan solo pasar por esos pasillos eran como un castigo. A decir verdad, aceptaba esos errores, era humana, aunque tuviera en esos momentos un vestido caro, joyas de miles de euros y una coronilla que dijera de emblema "Princesa", era humana. Sabía que todos cometían errores, los humanos los cometemos por naturaleza, pero existían algunos "errores" que no podían ser perdonados, porque han sucedido tantas veces que dejan ser errores y se convierten en la persona que eres realmente. Tus costosas telas y joyerías dirán lo contrario, pero estabas podrido por dentro. Eres una persona que lo material cubre tu envenenada alma al público, no te importan los demás y lo único importante es que tu título permanezca contigo hasta la muerte.
Eso era realmente la Familia Real. Un grupo de personas que se decían familia. Sus vínculos eran realmente fuertes, provocando que eso fuera lo más peligrosos de ellos, pudiendo realizar cualquier acto profano con tal de cuidar de los suyos. Eso fue lo que ella había prometido aquella noche a su prometido -ahora esposo- Octavio.
⪻- Te amo, y lo sabes Carlota. - Octavio era atractivo. Su cara era dura. Pronto sería el Rey, no tenía tiempo para demostrar debilidad, demostrarlo sería dejar a su familia expuesta. Le hubiera encantado saber todo en lo que metía en ese tiempo, sin embargo, estaba bastante enamorada de él, tanto que todos sus pecados lo pudiesen haber perdonado. Aunque no todo el tiempo. - Eres bastante especial en mi vida. Eres todo lo que mi familia siempre deseo para mi persona. Pero antes, quisiera conocer tu opinión sobre la lealtad Carlota.
Ambos se quedaron mirando. Estaban en su dormitorio noche antes de su boda. La luz de la luna dejaba ver sus rostros, tenía ojos verdes y una delineada barba. Le encantaba todo de él, se podía perder fácilmente en su mirada y sobre todo en sus labios. Estar con él, ambos entrelazado bajo las sabanas era todo lo que importaba en su momento. Era una completa tonta, debió dejar todo y escaparse entre las estrellas.
- ¿Lealtad? - sonrió y lo beso.
- La familia de la realeza tomamos muy importante la importancia de nuestro vinculo. Mañana cuando me tomes mis manos y creemos nuestro lazo por matrimonio, serás una con nosotros. Lo que nos suceda a nosotros te afecta. Si alguien cae, es nuestro deber levantarlo sin importar las consecuencias. Si tropiezas te levantare. Te levantaremos.
Sus palabras eran frías como el hielo. Pero estar con él, estar enamorada de él, hizo que esas palabras fueran protegidas y endulzadas por su amor. Ella aceptó y se besaron. Dejando -para lo que en ese momento era una tontería- esas palabras entre caricias y besos bajo la luna llena era lo único que deseaba. ⪼
Ahora todo era diferente. Sus besos eran mentiras y sus caricias un insulto. Ya no se amaban, pero no tenía forma de detenerlo. La única forma de liberarse, era la muerte. Por obvias razones esta decisión no era de su agrado. Entonces seguía la segunda opción, contar todo.
¿Pero realmente haría el cambio? o en verdad sería el pilar que dejaría caer los naipes, uno por uno. Tenía bastantes pruebas como dejar a todos los miembros por los suelos. Ella en parte saldría afectada en todo el asunto, pero preferiría eso a seguir viviendo una vida llena de mentiras. Ya no soportaba escuchar cada asunto a detener mientras comían, el estómago se le revolvía cada que tomaban el asunto sobre el cuarto negro. Era más que repugnante y Octavio era el principal. Lo odiaba, realmente lo odiaba.
Aun que todos llegaban sentir la culpa de sus actos en algún momento, todos menos la Reina Blanca. Era la persona más repugnante de todos ellos. Su mirada de bondad conociendo su verdadera cara era más que desesperante. Ella era la principal en todos los actos profanos de su familia, ella siempre tomaba las decisiones y siempre manejaba a todos, todos los asuntos en cierto punto regían sobre ella.
Carlota llegó a la puerta, su coche estaba ahí esperándola. Octavio estaba parado tomando la puerta, pero ya no pareciese al Octavio que conoció en el parque. Ese Octavio sufría por dentro, tenía unas ojeras bastante notables y una expresión triste.
- Te...te espero en la noche. -su intento se sonrisa la incómodo. Ella no regresaría. Después de lo que hará, todo habrá acabado, y ambos serán libres en cierto sentido.
No respondió y se limitó a tomarlo de la mano. Se subió al automóvil y lo miro por última vez en esa noche estrellada.
Tomo una copa que estaba en la bandeja, se miró al espejo. Hasta ese momento había lo notado lo pálida que estaba. Comenzó arreglarse el cabello castaño en un elaborado Chongo.
⪻Aun estando en polémica, hermosa debes verte. -Le había dicho Elizabeth MacQuoid. Vaya maldita. ⪼
Tenia los pómulos marcados en su rostro fino. Sus ojos azules fue lo que había enamoro a Octavio en primer instante. Se amaban, en cierto punto ella lo reconocía, pudieron lograr cosas fantásticas, pero ahora debía enfocarse en su futuro. Estaban a punto de llegar a la comisaria. Antes de subirse Carla había cambiado la ruta a su conductor, le suplico que apagara el rastreador y que ella en todo momento lo guiaría para llegar a su destino. El conductor no sabía dónde era su destino, pero era la princesa, ⪻ - Preguntar podría costarte tu trabajo. ⪼ Las palabras llegaban a su mente cada segundo que su mano sujetaba más el maletín. Entre más cerca estaban cerca de su destino, su pulso aumentaba, el cuerpo lo sentía lleno de excitación y frio. Es esa sensación que tienes cuando un momento importante en tu vida está a punto de suceder, lo deseas, lo anhelas tanto que no quieres que llegue por el miedo a la decepción de la situación.
- ¿Falta poco Princesa Carlota? - había dicho su conductor. El robusto hombre miraba cada dos segundos a la damisela, hasta él podía sentir la tensión de la situación. A su derecha estaba su guardaespaldas John. Era la única persona de la Casa Windsor en quien confiaba. Siempre estuvo con ella cuando la encontraba llorando a mitad del pasillo, más lo recuerda con la muerte de ese niño, cuanto le había dolido. Ella no quiso que eso sucediera, pero sus ojos estaban vendados al igual que sus palabras. ¿Y si esto fuese lo mismo?, quiere decir, cuando esto salga a la prensa ellos lo harán de nuevo, la callarán y todos los huecos oscuros los taparan y seguirán en su Reinado. En su reino lleno de espinas.
Una luz intensa llego a su lado izquierdo, quiso voltear, pero el impulso del golpe no lo permitió. Los cristales resistieron, pero no lo suficiente para no partirse. Sintió la presión del cinturón de seguridad en su pecho. El oxígeno desapareció y lo poco lo dejo entre gritos. El coche dio varias vueltas entre sí, que con cada una destrozándose. Lograba ver los cristales en todo el auto pasando entre ellos, algunos pasaban por su delicado rostro y lo rasguñaba. Las cosas que había en el auto volaban y otras salían de este. Los dos hombres parecían muñecas de trapo de un lado a otro, parecían haber muerto o perdido la consciencia.
Y eso fueron los cinco minutos más lentos de su vida. Fue como en las series o películas contaban. Tu vida aparecía ante tus ojos, recuerdos de momentos vividos y olvidados por el tiempo. El control de la vida ya no te pertenecía, ahora te encontrabas en un delicado hilo negro que decidía si continuabas o terminaba en esos cinco minutos. En esos minutos pudo recordar todos esos errores, todos esos momentos que deseo no vivir más, pero ahí estaban. Eran sus recuerdos atacando de nuevo...
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Diario de una Corte de Espinas
Mystery / Thriller¿Qué estas dispuesto hacer por cuidar de tu corona? El amor ha quedado de lado cuando la traición y los secretos amenazan con salir a la luz. Cuidar de la Familia Real es lo primordial. Carlota es una joven que corrió con la suerte de enamorarse de...