Why're u helping me?

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Me encontraba sentada en el piso del baño. Mis piernas dobladas y mi cabeza sobre mis rodillas. Intentaba calambre lo antes posible para salir de aquí. Tenía que encontrar mi habitación, tenía que asistir a mis primeros entrenamientos.

La puerta se abrió y una mujer de no más de 28 años entra caminando. Examinó el baño con una asesina mirada. De tan solo verla un escalofrío atravesó mi espalda. Vestía una blusa ligera blanca de mangas largas, unos pantalones negros entallados y tacones color crema.

Prácticamente, al estar sentada en la esquina de la habitación y sin hacer ruido, fui imprescindible ante su vista. No me había visto.

Se dirigió hacia los lavamanos, en donde admiró su reflejo por unos segundos mientras remojaba sus manos. Aliviada suspiré, sabía que no me había visto. Pero de la nada volteó su mirada a donde yo me encontraba, y me vió.

Fijó su mirada en mi por lo que parecieron años. Veía incredulidad en sus ojos. Me veía como si no le extrañara que alguien se encontrara ahí derramando lagrimas. Avanzó a donde se encontraba el papel para secarse las manos. Y mientras pasaba el grueso papel por las palmas de sus manos me veía amenazadoramente. Tiró el pedazo de papel a la basura y se volvió a la puerta.

Caminó elegantemente hacia la salida, con mi mirada encima. Sujetando el pomo de la puerta habló por primera vez.

-¿Por qué no te defendiste?- preguntó hostilmente, todavía viendo hacia la puerta.

-Yo, emmm, es que yo...- dije dudando en cada palabra que decía. No podía hablar, no sabía que decir.

No habló. Siguió esperando una respuesta.

-Yo soy nueva y-y, yo no creía que-que- intenté contestar.

-Pregunté el por qué, no incoherencias- habló alto.

-No se defenderme, no sabía que hacer. Pensé que alguien me ayudaría- comencé alto pero mi tono de voz fue bajando hasta convertirse practicante en un susurro.

La mujer fijó su mirada en mí mientras caminaba de vuelta.

-¡Nadie te va a salvar nunca, tienes que valerte y defenderte sola! Eres una mujer lobo, ¿no es verdad? Por supuesto que lo eres. Nosotras peleamos por nosotros mismos, nadie más lo hará por ti. ¿Mínimo lo intentaste?- preguntó

-¿Intenté el qué?- pregunté extrañada.

-¡Defenderte!- gritó lanzando un golpe a la pared, destruyendo una increíble parte de cemento-. ¿Intentaste defenderte? ¿Mínimo lo hiciste?

-No, no pude hacerlo- dije aterrorizada y con lagrimas en los ojos.

-¡¿Y por qué diablos no lo hiciste?! Eso es lo que un licántropo hace. Nos defendemos hasta la muerte, luchamos aunque no tengamos oportunidad- enojada caminó hacia la puerta.

-Es que no lo sé hacer- susurré muy bajo, pero me escuchó. Por supuesto que lo hizo, es una mujer lobo.

- ¡Pues aprende, lucha y gana! Tienes que intentarlo hasta que lo logres- contestó.

-¿Y cómo lo aprenderé?, nadie se preocupa por mí. Soy hija de unos Zeta. Todos me ven con repulsión y desagrado. Nadie me ayudará- volví a esconder mi cara en las piernas.

- Puedo ayudarte- dijo de manera más calmada-. Pero necesito que dejes de pensar así de ti misma. Todos tenemos una posición social, pero lo que tu hagas te formará como persona. Lo que hagas hoy te definirá en un futuro. SI te esfuerzas lo suficiente lo lograrás. Ya no te llamarán Zeta, sino que la loba más fuerte, la loba más veloz, la más guapa, la más inteligente, etc. Pero solo lograrás eso si comienzas a querer un cambio.

-Yo quiero eso, de verdad lo quiero- susurré.

-Pues podemos empezar pronto, prometo ayudarte- dijo con voz calmada pero igual de determinada que antes.

-Gracias- contesté con una sonrisa que no se acercaba ni siquiera a los ojos.

-Por supuesto. Mi nombre es Mercedes, Directora del campo de entrenamientos. Y mañana mismo comenzaremos a entrenar. Ve a la enfermería y que te atiendan, después al comedor a comer mientras todos entrenan, y finalmente ve a tu recamara- y definitivamente caminó hacia la puerta.

-¿Directora Mercedes?- pregunté.

-¿Si?

-No sé en donde se encuentra mi dormitorio, ni la enfermería...ni el comedor- dije nerviosamente.

-Al parecer no sabes nada- suspiró-. Vamos, te llevaré- y saló del baño de mujeres.


Me paré lentamente del suelo y me vi reflejada en el espejo. No quería volver a verme de esa manera. No quería ser la burla de todos otra vez.

Pero por primera vez podría ser algo al respecto.

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora