Sin casualidades, no hay vida

2 0 0
                                    

La segunda vez que me rompieron el corazón no fue intencional, de hecho él ni siquiera sabía que me estaba rompiendo de alguna forma, siempre actuó carismático y alegre, dispuesto a acompañarme toda la vida, a dormir conmigo todas las noches, a acompañarme en momentos tristes, momentos alegres y aunque ese era el destino que quería a su lado; al final no fue así.

Soy Lucía y está es la historia de Fito y yo.

* * *

"No pensamos en cuándo la vida nos va a cambiar, lo sabemos. Sabemos que en algún momento por un movimiento, un sentimiento, una emoción; nos puede cambiar para siempre, para un instante, para toda la vida..."

-Señorita, su desayuno.
-Gracias ¿de casualidad tienes un poco de canela a la mano?... para el café.
-Sí claro, ya le traigo.
-Gracias.

"...y son aquellos momentos los que nos cambian como personas, como individuos y nos hacen crecer. Crecer en medio de la incertidumbre de todo aquello bueno o malo que nos puede llegar a pasar, ¿qué miedo no? tenemos en nuestras manos el futuro y aún no lo percibimos, no lo sentimos igual."

-Mira, canela -dijo el mesero.
-Delicioso, muchísimas gracias.
-Que lo disfrutes.
-Gracias -contesté.

"No puedes adivinar cuál será el siguiente movimiento de la persona que tienes al lado, de tu pareja, de tus padres, tus hijos, amigos o familia, no leemos mentes; pero sí podemos adivinar qué haremos nosotros porque está en nuestra mente, en nuestra razón y de eso también dependen los movimientos de los demás..."

-¿Lucía? -una voz me interrumpió.
-¡Hola Ramiro! Qué sorpresa, no te había visto disculpa, estoy entretenida con este libro ¿cómo estás?
-Sí, eso veo, no te preocupes no tenías por qué notarme aquí pero hace tiempo que no te veía.
-Tranquilo, sí... yo tampoco, hace tiempo que no sé de ti. Ven, siéntate ¿vienes a desayunar? a penas me han servido a mí, si quieres puedes acompañarme.
-Dale sí pero tengo que correr, voy tarde a la oficina -me dijo.
-Tranquilo, pide lo tuyo mientras voy comiendo, de seguro cuando te sirvan terminas primero que yo -reí y él también.
-Ya, ya pedí. ¡Mesero me cambio de mesa por favor! ¡Aquí! -le gritó para asegurar su primera comida del día- ¿cómo estás? ¿qué andas haciendo?
-Muy bien, muy bien... preparándome para un viaje de trabajo ¿y tú?
-¡Qué bueno! Me alegra mucho, ¿yo?... bueno, lo mismo de este último año, de la oficina a la casa y de la casa a la oficina.
-Pero bueno... eso es lo importante, donde dormir, donde trabajar -le dije. Conocí a Ramiro en la universidad y luego de que nos graduamos dejamos de tener comunicación, aproximadamente hace dos años- el tiempo se pasó muy rápido pero me alegra que tengamos al menos trabajo, sé de muchos que aún no pasa nada.
-Es cierto Lu.
-Su desayuno señor... -le dijo el mesero.
-Muchas gracias... bueno, ahora sí a comer.
-Ahora sí a comer -le respondí.


No solía desayunar fuera de casa pero ese día fue una excepción, estaba tan cansada, tan agotada que no tuve alientos de hacerme mi propio desayuno, así que salí a buscar una buena panadería o cafetería que me ofreciera mi primer cosa buena del día. ¿Mi viaje de trabajo? en realidad ya no lo había... y gracias al cielo Ramiro no preguntó más allá. Cada día sentía como tenía un pie más afuera que adentro de mi trabajo y eso me angustiaba. Después de hablar entre vocados...

-Lu fue un gusto volverte a ver.
-Igual Ramiro, me alegró mucho.
-Tengo que irme al trabajo, ¿vives lejos de aquí?
-No, a unas cuantas cuadras de hecho.
-Si quieres te llevo, tengo el carro de mi papá, no sería un problema. -me dijo.
-Dale, sí ¿por qué no? ¿tú vives también por aquí?
-No pero tenía hambre de camino y me estacioné justo aquí. Vamos te llevo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 02, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Fito y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora