XIX

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Había permanecido en coma una semana, postrada en esta camilla. Siete días de mi vida quedaron gélidos entre un abrir y cerrar de ojos. Aún no soy capaz de entender a cabalidad como es que llegué a este hospital y qué es lo que sucedió, mi hermana dice que me había querido suicidar y que ese fue el efecto a la abundante droga que había ingerido. Que no debo preocuparme por recordar lo que sucedió porque eso me hará daño.
Miro a mi alrededor y se encuentra mi padre me abraza con tal fuerza que estoy apunto de explotar y entre lágrimas "te amo, hija mía" me repite una y otra vez.

Siento un enorme dolor al mover los brazos, me doy cuenta que tengo vendas. Entre llanto y desesperación las desdoblo, estoy tan furiosa que no logro escuchar lo que me dicen. Solo me percato que me miran con preocupación y veo mover sus mandíbulas.

Tengo cicatrices, las marcas de la terrible tragedia. Ahora entiendo a la perfección lo que pasó, mi novio había terminado conmigo y en efecto intenté suicidarme. Me enredo en la nostalgia de mi interior, creo que nunca podré olvidar; nunca sacaré este amor que llevo dentro. Lucho contra mi mente abrazada de Ariana y una cascada de lágrimas bajan por mis mejillas.

—Ya pasó. —Repite una y otra vez mi hermana. —.Sabes qué, hermosa. Tengo una gran noticia para ti.

Me mira finamente a los ojos logrando ingnotizarme y sacarme una sonrisa.

—Ingresaste...Sí, has ganado una vacante para la universidad. —Gritó flipando de felicidad, sin importar lo que le digan. —.Perdón, creo que llamaré a la enfermera.

Me olvidé de mi dolor físico y salté de la camilla para festejar junto a mi padre. Esa era una gran noticia, aunque cuatro años de mi vida haya olvidado mis sueños, de quien era y lo que quería llegar a ser. Cuatro años tirados en la basura, aún no entiendo como una persona te puede hacer cambiar tanto para bien como para mal. Aferrarme ha sido una decisión que nunca debí tomar. Aunque eso sucedió sin panearlo, escogí el camino equivocado y ahora me toca enfrentarlo, estoy intentando salir; pero hay peligros. Caminaré mi largo recorrido para llegar a ser feliz de un modo diferente.

Ainoha la enfermera, no dejó de hacerme bromas cuando hacía su trabajo. Estás muy bien y llena de energía me dice al terminar de aplicar un examen físico. Qué manera de tratar a las personas, parece un ángel enviado por Dios. Monólogaba conmigo misma.

—Te amo. —replica mi padre mirándome fijamente a los ojos y una sonrisa de oreja a oreja.
—Te amo papá. —Me acerqué a él para abrazarlo.

"Mi mundo" cambió de repente, el intento de suicidio hizo unir a mi familia de nuevo. Mi padre estaba ahí diciendo que me amaba, que estará para apoyarme, que necesitamos recobrar los años tirados en el vacío, recobrar todo lo que nos unía en honor a mi madre porque eso es lo que deseaba, siempre nos decía que cuando ella muera tenemos que seguir con nuestra vida como no hubiera pasado nada. Ella seguirá en nuestros corazones.

—La sorpresa estará en el bellísimo lugar donde íremos. —Anunció mi padre. —.Un lugar donde le agradaba a mamá, era como su lugar favorito. Dejamos de concurrir cuando empezaron la secundaria. Talves no lo tengan presente.
—Nos recordó mi padre mientras preparaba unos ricos pankes.

La ilusión con la que hacía el desayuno también me hace recordar a mi madre. Ella marcó tanto nuestras vidas, que todo lo que planeabamos realizar, aparecía su nombre automáticamente en nuestras memorias.

Después de desayunar ordenó que me alistara que me había comprado ropa nueva.

Justo lo que necesitaba unos lindos jeans ajustados y un suéter color rosa pálido, mi color favorito. Por fin dejaré de usar el negro, pero aún mi corazón permanecerá de luto y porque me duele que no esté ella.

Me apresuré al auto, permanecí un buen tiempo esperando a mi padre y Ariana. De pronto vi cuando Axel caminaba con una chica, empecé a inquietarme; pero al mismo tiempo traté de cambiar mi semblante. Posiblemente es su hermana me animé, pero él nunca me mencionó que tenía hermanas. Y luego miré como posó sus labios en la de ella.

A dónde se fue el amor, murieron las miles de palabras salidas del corazón. Se esfumaron en el olvido, nuestras miradas quedaron obsoletas, nuestros recuerdos se marchitaron como la planta de amor que cultivamos entre nosotros.

El odio inmediatamente me invadió, estaba lista para pasar el auto sobre ellos, Sin embargo, salí del auto dando un fuerte portazo e ingresé a mi habitación. Escuchaba los gritos de mi hermana y mi padre. Los recuerdos que dormitaban entre algodones despertaron, las miles de ideas suicidas llenaron mi interior por enésima vez. Fue la última vez que intenté suicidarme, buscaba en los cajones las drogas, pero no había. Me percaté que la ventana era perfecta para dejar caer mi cuerpo y estando lista, dos voces me susurraban al oído.

La primera; acaba con esto de una vez. Tú vida no vale nada, tus problemas acabarán.
Y la segunda voz me suplicaba: no lo hagas, con eso no vas a solucionar nada. Tu vida tiene propósitos grandes, amate más.

¿A cuál voz debería obedecerle?
El pecho me dolía de manera horrenda, lo sentía como si un cuchillo filoso traspasara mi tórax. Mi voz quebrantaba las calles y la gente gritaba: no lo hagas, por favor. ¡Auxilio! Y otras personas también lloraban de fobia. Mi vida estaba transformada en interminables problemas que tenían solución, pero la fragilidad me impedía verlas.
Mi padre y Ariana trataron de abrir la puerta de alguna manera.
—Kathleen, por favor, no dejes un vacío más en nuestros corazones.
—lloraba mi padre acercándose lentamente a mí.

La Magia de Haberme Encontrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora