Confesiones

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- Creo que tenemos que hablar, Joaquín.

La pareja había entrado a su casa, algo que imitaron Emilio y Matías. Por su lado Joaquín estaba nervioso y su esposo más que molesto.

- Ale, primero hay que calmarnos y luego...

- ¡Maldición Gress, cállate! -le apuntó con el dedo. - ¡Te vas a callar y me vas a explicar lo que está pasando, maldita sea!

Ambos callaron. Alejandro suspiró y Joaquín le imitó. Estaban muy tensos y sobresaltados, no pensaban, ni hablaban con claridad.

- Lo siento, ¿sí? Perdón, no quise hablarte así... es solo que, me está matando esto.

Alejandro se sentó en el sillón y recargó su cabeza sobre sus manos. Joaquín se hincó frente a él.

- Ambos sabemos que estamos haciendo exactamente lo mismo, Ale. -dijo tranquilo. - Los dos sabemos que nuestro matrimonio era solo un negocio familiar.

Sin importar lo que el castaño dijo, Alejandro soltó algunas lágrimas, a lo que Joaquín solo se dedicó a acariciar su hombro y hacerle saber que estaba ahí y que compartía el sentimiento que había de trasfondo.

-Lo siento... yo sé que este matrimonio fue arreglado pero, eres mi mejor amigo Joaco. Y tengo miedo de que por esto nuestra amistad de años termine -comentó una vez que se tranquilizó y pudo hablar sin interrupciones.

- Hey, no pienses eso. -el ojimiel se sentó a su lado y lo abrazó por detrás de sus hombros. - Nuestra amistad no va a terminar, Ale. Nunca permitiría que eso pasara.

El abrazo se consolidó por ambas partes.

- De todas formas perdóname, debí decirte lo que tenía con Matías -talló sus ojos y sonrió débilmente.

- Y yo lo que tengo con Emilio -complementó. - Y bueno, ¿lo tuyo con Matías es formal? -alzó una ceja con complicidad al castaño.

- No estoy seguro. Es decir, el sexo es increíble, ¿sabes? Pero hay algo que aún me detiene.

- ¿El qué?

- No sabría decírtelo. Por ejemplo, cuando descubrimos que ustedes dos tenían una aventura él reaccionó muy bien, ni siquiera mostró enojo o tristeza; me pareció raro considerando el cómo es su relación. ¿No crees?

Joaquín meditó en ello, Alejandro tenía un punto y uno muy bueno. Según Emilio, ellos se conocieron y enamoraron como si estuvieran en una película romántica de los años 90, ambos se querían con la misma intensidad. El que Matías no tuviera una reacción negativa ante el "engaño" era intrigante.


*****

- Así que tenías una relación con Joaquín, ¿no? -habló Matías mientras caminaba hasta Emilio, quien yacía sentado en el sillón individual de la sala. - Te portaste muy mal, querido.

- Y tú con Alejandro –replicó. - Creo que ambos nos hemos portado muy mal, querido. -le imitó.

Matías soltó una risa mientras negaba con la cabeza y seguía acercándose.

- Tú no me estás entendiendo, Emi. -llegó a su lado y tomó su mandíbula apretándola entre su dedo índice y pulgar. - Tú no puedes engañarme.

Indignado lo apartó para librarse del agarre.

- ¿Qué te sucede? ¿En qué año vives? ¿1800? -bufó sorprendido. - Entonces solo tú tienes derecho y perdón por engañarme, pero yo no, ¿cierto?

- Exactamente. Ya entiendes. –señaló Matías.

- Estás loco si piensas que aceptaré eso. Tenemos un matrimonio, aquí los dos fuimos infieles y los dos sabemos que es porque ya no hay amor, Matías. ¡Qué más da! Terminemos con esto y continuemos con nuestras vidas junto a las personas que de verdad apreciamos.

- ¿Cómo te lo explico? -apretó su propia mandíbula y movía rítmicamente su pierna. - Me hiciste quedar como un idiota frente a Alejandro. Cuando él me dijo que ustedes dos tenían una aventura yo de inmediato lo negué porque creí que serías incapaz de hacerme algo así; pero luego los vemos salir corriendo cuando Ale llamó.

Emilio tragó en seco. No le estaba gustando cómo se ponía la situación, se sentía como en un déjà vu. Se puso de pie y le sonrió con la mayor amabilidad que pudo.

- Escucha Matías, ambos tropezamos, ¿sí? Pero después de todo fue para bien. Creo que con esto ambos nos dimos cuenta que no estábamos diseñados para estar juntos.

El moreno le plantó una bofetada en la mejilla derecha, dejando marcada su mano sobre su recién rojiza piel.

- ¡Nada de eso, Emilio! -lo tomó por el cabello y lo acercó a su rostro. - Creo que ya olvidaste cómo debes portarte, ¿verdad?

Fue en ese momento cuando los recuerdos volvieron a Emilio. Fue justo cuando habló con Joaquín por primera vez, hace un par de años atrás. Apenas el ojimiel abandonó la barra donde intercambiaron palabras y un abrazo fue que Matías lo mandó a llamar con el baterista de su banda.

Fueron a camerinos y Matías inició todo un drama recriminando el haber abrazado a un extraño frente a él sin vergüenza alguna. Emilio intentó tranquilizarlo explicándole que solo fue un desconocido por el que sintió empatía. Que no era nada; sin embargo eso solo logró enfurecer más a Matías quien terminó por golpearlo en el estómago hasta que logró que se desvaneciera. Y no fue la primera ni última vez que lo hacía.

- Matías... -sollozó Emilio. - Prometiste que nunca más me tocarías de esa manera.

Su esposo soltó una risotada.

- Y tú prometiste que nunca más me engañarías. ¿Recuerdas cuándo fue eso? Si, cuando le coqueteaste a aquel cajero en el banco, estúpido. -escupió en su cara.

Era mentira, Emilio solo estaba siendo amable porque era su primer día en el banco y estaba muy nervioso. Claro, también fue castigado por ello.

- Matías... no puedo seguir así. -lloró el rizado cubriéndose su mejilla. La sentía arder.

- Claro, amor. No podemos seguir así. -acarició su cabello cual perro. - Es por eso que desde ahora no volverás a ver a Joaquín, ¿cierto?

La amenazante mirada de Matías penetró hasta lo más profundo del alma de Emilio. Muchos recuerdos salieron a flote nuevamente dentro de él. El miedo lo carcomía.

-Cierto.

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Estamos a pocos capítulos del final de esta historia.


Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora