luces ruidosas. [única parte.]

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Harry era un principe de un reino lejano. Él simplemente decidió tener un puchero todo el tiempo. Porque su color favorito era el amarillo y sus lágrimas eran transparentes.

Y él estaba disgustado porque quería que las lágrimas que quedaban en su almohada haciéndola húmeda y fría fueran amarillas porque tal vez así llorar no sería tan triste.

Porque el frío y el azul le daban miedo.
El frío le recordaba al invierno y el azul a la profundidad del agua.

Y parecía que en su vida sólo había invierno y nunca agua.

Porque por dentro estaba vacío, frío y árido.

Pero conoció a un pequeño de cabello castaño que jugaba con la magia. Y el azul fue menos triste, el azul comenzó a agradarle, comenzó a jugar con las olas.

Harry estaba muriendo.

Harry estaba muriendo por ver los árboles verdes y frondosos.

Era otoño y Harry no adoraba ver caer las hojas de los árboles.

Así que estaba acostado en el jardín verde y posiblemente húmedo por la brisa de la mañana, pero no le molestaba, no habría razón.

Su cuerpo estaba desplazado con sus piernas cruzadas y sus brazos sobre su cabeza, antes de haber hecho a un lado a sus antiguas amigas, aquellas hojas color café que habían desvanecido y se habían ido de la vida de Harry. Tal vez estaba molesto por eso o triste.

O ambos.

—¿Otra vez enfadado, dulzura?
Harry escuchó aquella voz por la que aún salía al jardín y sus labios siguieron fruncidos.

—¡Me abandonaron de nuevo!

—Ellas no te abandonaron, Harry. Ellas querían estar más cerca de ti y cayeron al suelo.

Harry hizo un puchero y elevó su ceja.

—Pero perdieron su color, Louis.
Su voz sonó desanimada volteándo hacía las hojas de su alrededor.

Escuchó reír al castaño y sintió una mano en su frente que acomodó el gorrito de lana del niño de ojos verdes.

—No lo perdieron, dulzura. La obsequiaron a tus ojos, como cada año.

—¿Pero por qué?
Harry se cruzó de brazos levemente con curiosidad.

—Porque son gentiles.—Harry sintió un aire rozar sus mejillas.—Porque te adoran.

Harry sonrió cuándo un pequeño remolino hizo que las hojas sobre el suelo se levantarán e hicieran un círculo alrededor del de ojos verdes. Harry rió y se levantó para saltar junto a ellas tratando de atrapar cada una. Olvidándose de lo agotado que se sentía.

Pero los días soleados seguían viéndose grises. Y Harry aseguraba no tener problemas con los colores.

Habían pasado años.

Harry estaba mueriendo.

Harry estaba muriendo de ganas por salir a brincar a su al rededor, pero se sentía cansado y sus ojos estaban cristalizados por sus odiosas lágrimas tristes.

Porque odiaba la palabra triste. Odia la palabra triste por hacerlo llorar y por hacerlo sentir odio por algo.

También odiaba a las personas de alrededor porque lo llamaban débil. Y Harry odiaba que lo llamasen como se sentía la mayor parte del tiempo.

Luces ruidosas. [larrystylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora