CAPITULO 5: TORMENTA DE EMOCIONES

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No había pasado mucho desde que México volvió aquella madrugada de la casa de los euroasiáticos. Tan solo llegando a su casa todos dormían aún y nadie pregunto al día siguiente nada, ni siquiera España. El mexicano lucía algo molesto pero a la vez y solo por dentro bastante feliz, ¿A caso le gustó repetir el pasado? ¿Aún le quería? Se negaba a aceptar aquel pensamiento e inmediatamente borraba de sí las emociones de los recuerdos de aquella noche.

Ya era una semana de aquello y simplemente pensaba en todo como si hubiese sido el día anterior. Su rutina era algo pesada pero le gustaba, odiaba levantarse temprano y estar en constantes juntas de negocios, lidiar con accionista y empresarios era aburrido y aquellos constantes elogios solo para agradarle lo aturdían. ¿Qué más podía hacer? Era su trabajo después de todo, por su gente y por el mismo.

Suspiró pesadamente mientras elevaba el rostro y miraba la decoración de la sala de juntas. La reunión había terminado hace varios minutos pero él había decidido quedarse un poco más, alejado de todos en la cómoda soledad de aquella bella sala.

-No luces muy bien ¿Mucho trabajo?

Aquella voz atrajo la atención del mexicano, reconocía ese tono y una leve sonrisa se enmarcó en su rostro.

-Algo así, en estos momentos no sabes cuántas ganas tengo de una caguama -dijo el moreno mientras hacía un gesto con su mano izquierda llamándolo a sentarse a su lado -¿y tú, Maple?

El norteamericano atendió a su llamado y tomo asiento a su lado le miro un momento y este fue correspondido por México, quien llevó sus manos a tomar aquel gorro de mapache que tanto le llamaba la atención.

-Esta chingadera está mamalona, pero por qué chingaos no te la quitas, seguro que hasta para dormir la usas -aquellas palabras hicieron reír al de escudo de hoja mientras solo el moreno de limitaba a soreir.

-Eso lo sabrías si durmieras conmigo -expresó con picardía Canadá mientras miraba como el mexicano quitaba su gorro y se lo colocaba, riendo al instante porque este le quedaba un poco grande.

-Es una propuesta muy tentadora, tú dirás cuando para hacer el sin respeto.

La suave y risa del canadiense llenó la sala de juntas, sus cabellos rubios cenizos se encontraban algo despeinados haciendo que el mayor por instinto llevará su mano para peinarlos. Ambos eran buenos amigos, desde que México había comenzado una relación con su hermano, el canadiense de encariñó bastante con él. Sus gustos por la cosina y la naturaleza eran solo una de las cuantas cosas que compartían.

Internamente solía preguntarse qué había sido lo que el latino había visto en su hermano. Con el tiempo se dió cuenta que pese a su relación un tanto tóxica, ambos llegaron a necesitarse demasiado, siendo que hasta ese día USA había hablado con él para pedirle que viera a México por él.

-USA te manda saludos -soltó el norteamericano mientras acariciaba la mejilla del latino -y una que otra queja de manera indirecta.

-¡Que sorpresa! Si USA tiene duda de saber si me he revolcado con alguien más, dile que sí y que lo disfrute demasiado.

Extrañamente eso generó un pequeño dolor en el pecho del canadiense, este solo esperaba que fuera una broma, cosa que no le extrañaba del mexicano.

-Pero no le digas que es mentira- concluyó el mexicano aliviando al canadiense, sin embargo el menor sabía la verdad.

-Se lo diré, pero pese a que USA no es muy agradable, es mi hermano. No creo que sea bueno hacerlo enojar, es algo...digamos ¿sensible?

-Mamon, dirás. Ese pendejo cree que todo es suyo y si todo es suyo que de vaya con sus putas esas. No lo necesito, estoy bien contigo Maple.

Canadá no sabía cómo atender aquellas palabras, ¿Era una confesión o solo una broma? Mientras el mexicano estaba entretenido contando una anécdota como era costumbre el norteamericano no podía evitar imaginarlo, no solo con él sino de forma bastante explícita. Se imaginaba como sería tenerlo bajo de su cuerpo, con sus bellas mejillas sonrojadas y aquella tersa piel empapada de sudor.

DESEOS DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora