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«Mal momento, muy, muy, mal momento» El pensamiento se repitió en su mente varias veces, sin cesar. Inhaló aire, intentado obligar a su cuerpo a dejar de temblar, a que sus manos se mantuvieran tranquilar, fue mala idea aspirar tanto cuando su aroma llegó con más fuerza. El sudor frío no tardó en aparecer y comenzar a extenderse por toda su piel hasta llegar a sus palmas, volviéndolas resbaladizas.

—¡El más esperado de la noche! —La voz irritante del presentador llegó a sus oídos, obligándolo a despertar de su burbuja de negación, sacudió la cabeza. No era sólo su propia vida la que dependía de él ahora, así que, tenía que tomar una decisión rápida. Tragó, cerrando todas sus emociones, más tarde, si seguía vivo, se permitiría ser un desastre, tal vez hasta llorar por la frustración.

Escuchó las exclamaciones de la gente mientras era transportado hasta lo que parecía ser un gran escenario con una elevación considerable. Las luces eran bastante tenues, no tan cegadores, pero, no quería alzar la vista, su cerebro no le daba la orden a su cuerpo para hacerlo, era como si se hubiera quedado paralizado. Sintió cientos de miradas en su cuerpo, y casi quiso maldecir el rojo encendido que era su cabello.

Fue dejado en el centro, y, si pudiera alzar la vista, vería a todos, por como fue acomodado, para que pudieran verle bien.

—Sólo hay que mirarlo para darnos cuenta de que posee una gran belleza —dijo él, y Yong Bok quiso fruncir su ceño y gruñirle a alguien, tal vez incluso morder—. Sólo miren su cabello rojo, ese es sólo uno de sus encantos. —Agregó algo que les hizo reír, pero, no prestó atención, su lado animal le exigía alzar la mirada a pesar de todo, de la incómoda situación.

Lo hizo, porque él no era alguien débil ni que se dejara intimidar. No lo vio justo en ese momento, su mirada se paseó por los extremos de la habitación, notando a algunos cuantos de pie, unos cerca de las puertas, otros por la pared, y, cercanos a la ventana, además de los que estaban sentados. Sólo tuvo que desviar la mirada hacia uno de los lados, entonces, lo encontró.

Por un momento, se sintió como en esas películas que su mejor amigo alfa solía ver mucho con él. Estaba sentando, no podía ver del todo sus piernas, pero, sí sus zapatos negros brillantes, junto al sacó de un azul oscuro y profundo, acompañado por la camisa de botones en un color más claro para hacerlo resaltar.

Hilos de cabello castaño rozaban sus pómulos, con una apertura en uno de los lados de su casi cuadro rostro, de ángulos definidos. Labios que le parecieron nunca haber visto, rosados y brillantes, medio regordetes con un bonito arco de cupido algo notable. El deseo de morderlos le revolvió el estómago.

Entonces, por fin encontró sus ojos almendrados, con iris semejantes a la tinta que usaban las plumas con las que escribían. Vio como se ampliaron, y, Yong Bok sabía que su mirada reflejaba puro terror para ese momento, juraría que él se dio cuenta.

Tenía sentimientos y emociones encontradas, negativas contra positivas chocando sin cesar. Se quedó por unos minutos inmerso en ese mundo, la voz del presentador hablando le devolvió a la realidad cruel, regresó la mirada al piso de la jaula, sintiendo como uno de esos sentimientos negativos se extendía a través de él. Su mente insistía en decirle algo que no quería captar, que se negaba a ver.

—Demos inicio a la venta de este animalito —Señaló a Yong Bok— con esta suma. —Le miró a través del rabillo del ojo, frunciendo el ceño por el apodo dicho con desprecio disfrazado. Bajó la mirada de nuevo, intentando concentrarse en lo que tenía que hacer y no ver al que se supone era su compañero.

Tomó una profunda respiración, escuchando los murmullos de las personas por la casi exagerada cantidad que se pedía como mínimo por él. Alzó su mirada, escaneando de nuevo la habitación, para encontrar los detalles que perdió en la primera pasada que dio.

Cautivo [MinLix/LixKnow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora