-CAPITULO SEGUNDO: SEMANA 1;DÍA 1-

39 1 0
                                    

—¡RÁPIDO! ¡Y TU TAMBIEN!, ¿O QUE? ¡¿CREEN QUE ES MUY TEMPRANO COMO PARA QUE TODAVÍA SE TOMEN SU TIEMPO LOS NIÑITOS PARA COMERSE EL DESAYUNO?! —dijo la progenitora de ambos jóvenes en un tono burlón, aún con la misma cantidad de ira y enojo que cuando los encontró por las escaleras, de hecho, parecía que su disgusto iba en aumento en lugar de disminuir

La mañana para Derek y Danilea fue... tranquila, en comparación con otros días pues esta vez solo habían recibido un golpe en la cabeza a mano abierta en lugar del habitual golpe de sarten, todo gracias a la "ayuda de su progenitor masculino"

Derek, con una cara totalmente indiferente trató de concentrarse en sus pensamientos e ignorar la sarta de insultos y maldiciones que su progenitora, a la que se negaba tanto él como su hermana mayor a llamar ¨madre¨, si no solo para evitar un castigo mayor, volviendo en si durante breves momento para evitar una de las ya típicas preguntas retóricas de su progenitora que de no contestarse cuando lo exigiera, traerían algo parecido a la muerte para la persona a quien fuera dirigida dicha pregunta.

—Aaghh!!, por que no callas —se decía así mismo Derek dentro de su mente— el que nos digas estupideces no cambiará nada el hecho que ya es tarde, como si tu realmente te apu-

En ese mismo instante Derek se dio cuenta de lo que estaba pensando y rápidamente mordió la punta de su lengua para cortar esa ira que le hacía pensar tales cosas, pues el creía que eso le hacía parecerse a su progenitora, un ser que solo encontraba excusas para odiar y quejarse de los demás.

Daniela sabía que algo le ocurría a su hermano, lo notó tan solo con mirar sus ojos, así que se le quedó mirando con su típica cara de preocupación, que si bien hubiera hecho pensar a Derek que estaba preocupada por el, no lo hizo, pues ya estaba acostumbrado a ver esa inocente y sumisa expresión fijada en su rostro por todo lo que ella había vivido

—¿Que tienes Derek? —preguntó  Daniela, entre un debil susurro tratando de que su tutora, como le solían llamar a su madre, no la escuchara, pues no quería causarle más problemas a Derek de los que ya le había ocasionado tan temprano.

—Nada, ¿Por que lo dices? —respondió el chico con un susurro que no impidió que su típico tono de voz, áspero, pesado y que le hacía aparentar siempre estar de mal humor se hiciera notar, a la vez que sus ojos se quedaban fijos en los su hermana, quien lo conocida mejor nadie, incluso mejor que el mismo.

Rápidamente ambos volvieron a mirar sus platos, con aquella mirada perdida tratando ignorar su entorno, en cuanto escucharon como una voz femenina notablemente enfurecida se acercaba, en un movimiento ágil y disimulado sus manos se rozaron por debajo de la mesa para así poder intercambiar una hoja de papel mutuamente antes de que su progenitora hiciera acto de presencia una vez más en el comedor poniendo fin así al regaño de esa mañana, diciendo sus últimas palabras de ira procurando enfatizar su desepción hacia los chicos

—¡Rápido!, ¿ya acabaron? por que no quiero que por su estupidez de salir tarde vallan a reprobar, mucho menos tu niña, que repruebes una materia lo entiendo, no lo acepto pero lo entiendo por que, ¡¿Cómo es posible que todo lo que haces sea el estudio y sin embargo repruebes una materia?! ¡y tan fácil que es ahora la escuela!, ¡¿pero no, verdad?!, no te basto con reprobar una materia, tuviste que reprobar dos, ¡dos años!. . . en verdad que eres una estúpida decepción.

HERMANA ¡TU ERES MI PROPÓSITO! (EN PAUSA POR CORRECCIONES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora