75 - ORCOS

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Avanzamos muy despacio por el oscuro pasillo. De repente, Drogo y Sebastián se detienen olisqueando el ambiente. Yo les imito y, al sentir un olor realmente desagradable, tengo que reprimir una pequeña arcada.

—¿Qué es eso que huele tan mal? —pregunto volviendo la cara hacia otro lado.

—Orcos —responde Drogo seguro —. Y nos son pocos.

—¿Y cómo nos vamos a librar de ellos?

—Podemos matarlos con las espadas, pero, te advierto, luego van a apestar.

Se ríe de mi cara de desagrado, pero hay que entenderme. Le he cogido mucho cariño a esta espada y no quiero que huela mal.

—A mi no me miréis —dice Sebastián —. Todavía tengo mal sabor de boca del que me he cargado antes. Voy a tener que pasarme un mes entero haciendo gárgaras. Y lo peor de todo es que Lili no querrá besarme.

Tengo que aguantarme la risa ante las quejas de Sebastián. Si sabe como huele eso... Seguro que Lili se mantendrá bastante a distancia de él.

—¿Y si le preguntamos a Nicolae? —propone Fiona dos —. Es posible que él pueda encontrar su punto débil.

Asiento asombrada ante el consejo del clon. Debo reconocer que lo hice bien de verdad.

Drogo saca el espejo para comunicarse con Nicolae mientras todos le miramos expectantes. Tarda bastante, pero seguramente será porque ha ido a buscar algún libro. No sé cómo lo hace, pero siempre encuentra lo que necesita en alguno.

Aunque con los años que tiene... Es posible que se sepa toda la biblioteca de memoria.

Drogo baja el espejo y sacude la cabeza divertido.

—¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho? —pregunto acercándome a él preocupada.

—No os lo vais a creer. El punto débil de los orcos es el agua enjabonada.

—Ahora entiendo porqué huelen tan mal. Claro. Seguro que jamás se han duchado.

Mi comentario provoca que todos se tengan que aguantar las ganas de soltar una carcajada. No es el momento ni el lugar y eso podría delatarnos. Pero es que hay que reconocer que tiene tela el punto débil.

—¿Se te ocurre algo, madre? —pregunta Fiona dos.

Yo asiento con una sonrisa. Se me ha ocurrido una gran idea y seguro que ella me puede ayudar.

—¿Puedes crear una nube de lluvia? —pregunto mirando al clon.

—Por supuesto —responde orgullosa.

—Bien. Yo la llenaré de jabón y cuando llegue el momento haces llover, ¿vale?

Apenas he acabado de darle las indicaciones cuando ya está formando una pequeña nube negra sobre nosotros. Enseguida me concentro en ésta para que llueva agua jabonosa.

—¿No es muy pequeña? —comenta Drogo intrigado.

—Tranquilo. Si es necesario crecerá —responde ella con malicia.

Drogo me mira intrigado y yo me encojo de hombros. Tampoco tengo ni idea de cómo lo he podido hacer tan bien.

—De acuerdo. Entonces Fiona dos irá con la nube por delante. Los demás preparaos —me apresuro en organizar.

Todos asienten y comenzamos a avanzar. No tardamos mucho en llegar a una sala plagada de orcos que duermen, berrean y beben ajenos a todo lo que pasa a su alrededor. Es como si ese fuese su cuartel general. Por suerte, no se han percatado de nuestra presencia.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora