Enterrada (II)

250 55 2
                                    

En cuanto a habilidades, en 56 estaba Trampa Vegetal, similar a Enredar, pero en forma de trampa y de menor alcance. Pide a las plantas que se mantengan a la espera, para atrapar a quienquiera que pase sobre ellas. Estaba en 10, como otras habilidades relacionadas con la naturaleza.

En 57, Propulsar, consiste en imbuir una flecha con gran energía, que, en contacto con el objetivo, se libera, empujándolo hacia atrás. No se puede usar muy seguido por el alto gasto de energía, pero puede salvar a un compañero de una situación crítica, o dejar a un enemigo en una situación comprometida. Era extremadamente eficiente para tirar a enemigos de lo alto de murallas o acantilados. La tenía en 10, pues era muy habitual intercalar la habilidad en algún momento de la batalla.

Mar de Calma, en 58, llama a las fuerzas de la naturaleza para apaciguar a los seres vivos cercanos, hasta a quinientos metros de distancia en 10, al que lo tenía. Puede contrarrestar la furia, pero no el odio o la enemistad, o el deseo de cazar. Es además extremadamente costoso, pudiéndolo usar sólo dos veces seguidas en su nivel actual.

En 59 estaba Rastrear, en 10, que le permitía llamar a la naturaleza cercana para que compartiera con ella su memoria reciente, y así averiguar qué habían sentido las plantas de alrededor, si algo las había pisado o movido.

Rechinar, en 60, aprovecha el choque de dos metales, ya sea con la daga o la espada, para crear un agudo y molesto sonido, capaz de sorprender, distraer y atormentar al oponente. Si bien es cierto que también la afectaba a ella, al estar esperándolo, tenía ventaja a la hora de reaccionar. Lo tenía en 6, por ser útil en los combates a melé, pero no ser estos los más comunes para ella. La lince odiaba esa habilidad.

A través de su vínculo con la naturaleza, en 61, Discernir le permitía comunicarse de una forma básica con los animales, aunque no es muy buena idea usarlo si un enorme tricerátops te está atacando tras haberle pisado la cola. Después de meses de aquel incidente, Gjaki y Eldi aún se lo habían seguido recordando de vez en cuando, entre risas. Como todas las habilidades relacionadas con la naturaleza, estaba en 10.

Prisión de flechas permite lanzar una gran número de flechas a la vez, hasta cuarenta en nivel 10, rodeando al objetivo, sin que se pueda apenas mover, delineando su silueta como si de dibujos animados se tratara. Si es una persona, es probable que su ropa pueda ser atravesada, inmovilizándolo contra lo que tenga detrás. La tenía en 4, pues no tenía muchos usos, aparte de ser una escena bastante curiosa.

En 63, había recuperado Doble Bloqueo, que permite bloquear a dos enemigos a la vez, uno con daga y otro con la espada. Es especialmente llamativo cuando se bloquea sin mirar con la espada a un atacante que viene desde atrás. La tenía en 7, pues era útil, pero las ocasiones que tenía para usarla eran relativamente limitadas.

Y en 64, Coliseo, que permite bloquear un área de hasta mil metros cuadrados, siempre que haya suficientes vegetación en el lugar, evitando que nadie escape, o protegiéndolos del exterior. Si bien las paredes no son muy poderosas, requiere cierto esfuerzo salir de allí, esfuerzo que puede ser fatal si alguien te está atacando. Estaba en 10.

Por su parte, la lince había recuperado Piel de Acero, habilidad que endurecía su ya resistente la piel, protegiéndola durante unos instantes de la mayoría de los ataques punzantes o cortantes.

Y la azor tenía a su disposición Chirriar, que producía un desagradable grito capaz de confundir a sus enemigos aéreos, o a los que están en tierra. Aunque, su uso favorito era molestar accidentalmente con éste a cierta felina.

Una vez más, ninguna de las nuevas habilidades resultaba útil en su situación.



–¿Hermana?– la llamó preocupada la azor.

Sentía que estaba viva, pero también que estaba en peligro, además de que la tierra se había movido bajo su posición, es decir, sobre sus dos hermanas.

–Estamos bien, pero atrapadas. ¿Cómo está la situación ahí fuera?– pregunto Goldmi.

–No hay ningún peligro a la vista. Pero se ha creado un gran agujero en el suelo.

De hecho, cualquier animal cercano había huido de allí tras el estruendo.

–¿Hay árboles cerca que estén en pie?– preguntó la elfa, tras pensarlo un minuto. –Necesito el camino más corto, con raíces que lleguen hasta aquí.

La azor descendió de inmediato, observando con cuidado y volando sobre la posición de su hermana. Finalmente, se colocó sobre las raíces ahora parcialmente descubiertas de un enorme roble, cuyas hojas brillaban con brillo azul metalizado, y el grosor de cuyo tronco indicaba una edad de varios cientos de años.

–Donde estoy parece el mejor camino– anunció el ave.

Ambas podían sentirse la una a la otra, por lo que así resultaba fácil indicar la posición. La elfa asintió, usando Vínculo de Maná para transferir un poco a su hermana felina, y que así pudiera permanecer sin problemas oculta en su sombra. De hecho, la habilidad funcionaba incluso si no había una sombra real, que sólo era necesaria para iniciarla, y era mejor que estuviera al finalizarla.

Se puso la armadura de cuero nivel 65, y se cubrió lo mejor que pudo con Armadura de Espinas. No había muchas espinas en las profundidades, pero tampoco importaba. Lo que necesitaba era protección.

Con la posición de su hermana como guía, y sintiendo la energía de las plantas, invocó Enredar hacia ella misma, centrándose sólo en una enorme raíz del árbol sobre el que estaba la azor. La raíz penetró aún más en la tierra, empujándola contra el refugio en el que se escondía la elfa, y forzándolo a abrirse, a llenarse de tierra, a aprisionarla.

Su Armadura de Espinas la ayudaba a soportar la enorme presión a la que era sometida, aunque la tierra le impedía moverse. Burbuja le servía para sobrevivir, pero apenas podía mantenerla alrededor de la cabeza, necesitando más maná de lo normal para lograrlo

Cada segundo que pasaba era un suplicio, en el que sentía que su cuerpo estaba a punto de ser aplastado, en el que no podía oír ni ver nada, tan sólo sentir la raíz que se acercaba.

La azor estaba en completo silencio, así como la lince. Escondida En las sombras, temía más por la seguridad de su hermana que por la suya propia.

Llevaban varios angustiosos minutos esperando, volviéndose la situación cada vez más peligrosa. De hecho, cuanto más se acercaba la raíz, más se comprimía la tierra y mayor era la presión que tenía que sufrir la elfa, cuyo pulmones parecían querer estallar.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora