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-No volveré a ver a mi familia...-sollocé, decirlo en voz alta, aceptando esa cruel realidad me dolió demasiado. Rose me había engañado, y ni siquiera iba a despertarme, simplemente iban a matarme, pero acaso, ¿era eso tan malo? Mi corazón se sentía demasiado pesado, como una tonelada, lo arrastraba con dificultad, y cada vez que respiraba parecía que presionaba mi pecho con tanta fuerza que me debilitaba más y más. No vería más a mi familia, me iban a asesinar, el Centro de Medicina ya no existía, Rose tampoco, mi vida no tenía sentido en ese momento. Cuando había planeado todo, jamás imaginé el futuro, la ilusión de ver a mi familia nuevamente era tan avasalladora, que no pensé en el después, simplemente me mantenía en ese presente. Un presente que se esfumó. Aquel paraíso cálido, lleno de flores y de luz dulce, desaparecieron ¿Tan efímero era todo o era yo quien no podía entender cómo las cosas sucedían así? No podía luchar en ese momento con esa tormenta.

No servía de nada volver, rogar; ya no había Centro, y si lo hubiese sería estúpido volver a confiar en esas personas. Las riquezas, el esfuerzo de mis padres que se habían convertido en una herencia había parado en aquel lugar, y a cambio solo me traicionaron. No tenía nada.

Me había quedado tan concentrada en mis pensamientos, que no había notado a Race a mi lado. Se había sentado en la cama, nuestras piernas se tocaban al igual que nuestros hombros. Una de sus manos estaba sobre su rodilla, la cual no dejaba de moverse con nerviosismo. Quise reír, pero un extraño ruido salió por mi garganta. No sabía cómo lidiar con la situación, y a pesar de que pensé que comenzaría nuevamente con el interrogatorio, se mantuvo en silencio. Eso me sorprendió, después de todo él ya no me conocía, no existía ninguna conexión entre nosotros, pero había pequeños fragmentos, momentos, y sus escasas reacciones o miradas que me recordaban al pasado. O tal vez era mi imaginación, era el cansancio y el sufrimiento por lo que pasaba.

Cualquiera que fueran las razones, provocaban que quisiera aferrarme por un par de segundos a ese cuerpo tan cálido, refugiarme a esos fuertes brazos.

-¿Ahora sí me llevarías afuera?-murmuré finalmente. Limpié con el dorso de la mano mi rostro mojado-Luego responderé a las preguntas que quieras hacerme.

Race suspiró en respuesta, después sin decir más, se levantó. Rápidamente me dio la espalda, dispuesto a salir de la habitación, pero lo detuve, colocando mi mano en su antebrazo. En vez mirarme a los ojos, miró donde lo tocaba-Me tiemblan las piernas, tendré que apoyarme en ti, espero que no te moleste-justifiqué algo cohibida, pero no se rehusó. Mantuve la vista fija en el suelo mientras caminaba casi detrás de él.

El silencio se hizo presente una vez más, y a medida que avanzábamos noté que nos encontrábamos en una casa que o había sido abandonada o demasiado descuidada, puesto que el olor a humedad se intensificó en el momento en que salimos de la habitación. Había un pasillo largo que tuvimos que recorrer, y aunque no me detuve a presenciar sus detalles por demasiado tiempo, algo llamó mi atención. Era que las ventanas que había, fueran pequeñas o grandes, estaban cubiertas con telas al igual que donde había despertado.

El lugar tenía un concepto cerrado, había tres puertas más que llevaban a otras habitaciones, y recién al final del pasillo se encontraba lo que parecía haber sido una sala de estar que solo tenía tres sillones oscuros, y una pequeña mesa de madera entre estos. Habían sido colocados de forma descuidada, al igual que las telas que tapaban el enorme ventanal. ¿Por qué cubrían todo? ¿Se escondían? ¿Acaso los buscaban? ¿Entonces solo Rose era quien había muerto?

El infierno de Lilith| 2 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora