La lluvia había terminado.
Se despertó y busco su celular en la mesita de noche. Tenía alrededor de cinco llamadas perdidas de un número desconocido, lo cual ignoro y se fue al cuarto de baño para arreglarse.
Carla se puso un top negro junto con una falda con estampados de flores y un suéter gris.
Llegó al gran comedor. La decoración había cambiado un poco desde la ultima vez que había estado después de la fiesta. En una de las paredes donde se encontraba la chimenea anteriormente tenían una pintura enorme del Rey MacQuoid, en cambio, ahora tenía una de la Reina Blanca sentada con su vestido Blanco tan emblemático con un libro en la mano. En otra de las paredes el escudo de la familia real relucía, solo que ahora, la corona había sido cambiada a por una de cristal junto con una espada entre ella.
Una de las sirvientas notó la llegada de la princesa con sorpresa y tan rápido como Carla pudo sentarse la sirvienta estaba a su lado.
- ¡Mi princesa!, un milagro verla de regreso. ¿Qué le sirvo? – dijo exaltada.
- No pido mucho, algo liviano para comer. ¿Sabe cuando regresara el príncipe Octavio? – la mujer de curvas generosas intento recordar algo, pero no sabía el que.
-Si...creo, algo me comento sobre usted. – Empezó a preocuparse, moviendo su pierna, como si tuviera un tic nervioso. - El s-s-se señor me dijo algo referente a su regresó, pero no recuerdo. Mil disculpas mi princesa, en serio perdóneme. Perdón, perdón...
- No te preocupes. – intervino – En verdad. ¿Cómo se llama?
- Helenor, Helenor Swede para servirle su majestad. ¿Qué puedo hacer por usted?
- Un sándwich. – le sonrió. Le había parecido bastante amigable, su sonrisa generosa y su graciosa forma de comportarse le alegro el día.
- Le traeré una salmón con costra de pistacho, Rocko, nuestro chef, lo sabe preparar de forma exquisita, ¡ahora vuelvo!...
- No... no es... - pero antes de poder terminar, la mujer había desaparecido. – Solo un sándwich quería realmente.
Paso uso quince minutos cuando la mujer regresó, pero ahora acompañada con una bandeja de ruedas con su platillo. A decir verdad, lucía bastante apetitoso
- Muchas gracias Helenor. – dio una probada y no pudo evitar hacer un ruidito de tan rico que estaba. – Helenor, esto es un insulto. Esta bastante rico.
- De nada señorita, les daré sus felicitaciones a Rocko. – se sonrojo. – ¿Algo más que pueda ofrecerle princesa? Estaré comiendo en la cocina, si se le ofrece algo, solo llámeme.
- Si, no se preocupe. Ah, dígame Carlota, por favor. – La sirvienta acentuó y se dirigió a la cocina. Después Carlota la llamó – ¡Algo más!! ¿Por qué no come conmigo?, quiero decir. Tenemos mucho espacio, además estoy sola y me vendría un poco de compañía...
- No puede. – la interrumpió, era Ernesto que entraba al gran comedor de manera seria, acercándose a una de las varios sillas vacíos en la mesa. – Lo tiene prohibido. Pido lo mismo que la princesa Carlota, Helenor.
Y la señora comprensiva se dirigió a la cocina. Carla pudo notar la desilusión en la cara de la mujer cuando el príncipe Ernesto de forma poco cortes negó darle asiento en la mesa.
- No tienes madera de princesa, es bastante notorio. – dijo mientras colocaba sus pies sobre la mesa.
- ¿Quién nace siéndolo?
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Diario de una Corte de Espinas
Misteri / Thriller¿Qué estas dispuesto hacer por cuidar de tu corona? El amor ha quedado de lado cuando la traición y los secretos amenazan con salir a la luz. Cuidar de la Familia Real es lo primordial. Carlota es una joven que corrió con la suerte de enamorarse de...