Me separé de Ryan. Alcé mi cabeza para mirarlo a los ojos. El me veía con compasión.
-Lo siento, mojé tu chaqueta -sonreí nerviosamente, desvíe mi vista. Estiré la manga de mi sudadera para que cubriera mis dedos, y limpié algunas lágrimas.
-Está bien, no te disculpes -no dejó de verme a los ojos en todo momento. Estuvimos así por un tiempo, sin hablar, mirándonos a los ojos, diciendo todo con ellos y a la vez nada. Me aclaré la garganta y volví a desviar mi vista-¿Me vas a contar lo que te sucede?
-Sí, claro, claro. ¿Quieres pasar?
-Okey. -entró a la casa, después de mí y cerré la puerta.
-Siéntate en el sillón. Ya vuelvo. -fuí a la cocina y me serví un vaso con agua.
-Este lugar no ha cambiado nada. Pero tú sí.
-¿De verdad?
-Sí, estás muy cambiada.
Me acerqué al sillón donde estaba Ryan y me senté. Dejé el vaso con agua en la pequeña mesa que estaba frente al sillón.
-¿Quieres algo? ¿Agua, jugo...?
-Sí, sí quiero algo.
-¿Qué?
-La verdad, Cuéntame lo que te pasa.
De inmediato mi expresión cambió.
-Ryan... es que, es algo difícil... para mí...
-Sólo dos palabras. Club de la pelea -"club de la pelea" eso significaba confianza, para nosotros. Desde que lo obligue a ver la película conmigo.
-Esas fueron cuatro palabras.
-No cambies el tema.
-Es que... es un tema delicado.
-Está bien. No te obligare a decirme, si no confías en mí está bien.
-Sí... confío en ti -me apresuré a decir.
-De verdad, que si no me quieres decir está bien.
-Es que si quiero -mis ojos se empezaron a cristalizar-... Pero no sé cómo decírtelo, es que es difícil para mí. Ni siquiera Tessa y Dylan lo saben.
-Tranquila, respira. Cuando estés lista me lo dices.
-Okey... te diré todo, desde el principio -en mi garganta se formó un nudo, uno muy grande. Tragué en un tonto intento de hacerlo desaparecer. Ryan estaba atento.
-Estoy aquí, no lo olvides. -agarró mi mano. Yo vi nuestras manos un momento y luego a él.
-Bien... -tomé una gran bocanada de aire. Una lágrima recorrió mi mejilla-El día de mi cumpleaños número trece yo quería ir... al cine porque había una película que quería ver Desde hace mucho. Fuimos todos, mi papá,... m-mi... mamá, Jake... y yo-otra lágrima salió, y otra, y otra, y otra. Ryan se acercó más a mí y apretó mi mano con fuerza-. Cuando volvíamos a casa, ya era de noche. La carretera estaba oscura, no se veía nada. Mi padre estaba... manejando, cuando estaba por cruzar, no vió que un carro venía a toda velocidad... y...
Mis ojos llorosos buscaron los de Ryan. Una lágrima se desplazaba por su mejilla. Sus ojos se veían húmedos y su iris grisácea estaba más oscura. Me aclaré la garganta.
»... Mi madre... Y m-mi her... hermano murieron esa noche...-sorbí mi nariz. Ryan me abrazo. Hundí mi cabeza en su pecho. Empezó a zarandearme. Beso mi cabeza.
Nos quedamos así un rato; Los dos juntos, llorando. Porque Ryan también era muy apegado a ellos... a ellos los cuáles no quiero mencionar, porque si lo hago lloraría, lloraría como siempre lo hago cuándo los menciono. Mis ángeles...
Cuando era pequeña mi abuelo materno murió. Yo aún vivía en Venezuela. Y un día en el cementerio le pregunté a mi madre por qué Dios se lo había llevado, y ella me dio una respuesta que jamás olvidaré:
"Mi mamá y yo nos encontrábamos en el cementerio. Le habíamos traído unas flores al abuelo. Mamá soltó mi mano y colocó las flores en la lápida donde se leía: "Un recuerdo cariñoso de su esposa, hijos y nietos. Descanse en paz. 1946 - 2007"
Mamá se levantó otra vez, se persignó y volvió a agarrar mi mano.
-Mamá, ¿Por qué Dios se llevó al abuelo? -pregunté. Levanté la cabeza para poder mirarla. Ella me brindó una sonrisa triste. Se agachó a mi altura y dijo:
-Amelia, cuando vas al jardín ¿Qué flores arrancas primero?
-¿Las más bonitas?
-Exacto. Dios necesitaba a alguien lindo y bondadoso a su lado, ¿Y qué mejor persona que tu abuelo? A veces podía ser testarudo pero en el fondo era la persona más linda del mundo, después de ti claro. -me hizo cosquillas. Yo me reí. Cuando paró le sonreí-Amelia, nunca dejes que nada ni nadie apagué esa luz interior que tienes, ni que borre tu sonrisa. Porque esa sonrisa que tienes no se compara con otra -sonreí inconscientemente.
-¿Esta?
-Sí, esa misma. Tu sonrisa es tu mejor arma. No lo olvides -mamá me sonrió con dulzura y beso la punta de mi nariz, yo carcajeé.
Se levantó de nuevo y tomó mi mano para salir juntas de aquel cementerio."
Y aquí me encontraba. Estoy segura de que si mi mamá me viera ahora estaría muy decepcionada y triste. Porque lo perdí todo.
La luz interior de la que tanto me hablaba... Se apagó. Dejando pura oscuridad. Mi sonrisa... desapareció, ya no tenía con que defenderme del mundo, ya que esa era mi única y mejor arma. Pero lo que más me había dolido perder... fué a ella.
Porque sin ella no había razón para sonreír, no había energía que mantuviera encendida esa luz interior. No había nada...
Mi mamá, sin darse cuenta, fue la causante de que yo perdiera todo eso... pero no la culpaba. No podía hacerlo.
No me importaba perder mi sonrisa y mi luz interior. Me importaba haberla perdido... A ella.
A mi mamá... Y a Jake. A los dos. Los causantes de mi alegría. Pero sin ellos sólo había...
Tristeza y dolor.
Se que suena egoísta. Mi papá también pasó por todo eso. Y no me malinterpreten yo amo a mi padre.
Pero... No lo sé... Yo sólo.
Siento un vacío que el amor de mi padre no puede llenar.
Un vacío que...
Simplemente duele. Porque sólo dos personas en todo el mundo podían llenarlo.
Mi mamá y Jake.
Pero ellos ya no estaban.
¿Qué se supone que haga ahora?
Estoy sola... me sentía muerta en vida. Y no hay nada peor que sentirse así.
Porque nadie podría salvarme, nadie podía llenar ese vacío en mi interior...
...¿O sí?...
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¿Más Que Amigos?
Ficção AdolescenteSIPNOSIS: Amelia Stevens, es una chica de diecisiete años. De origen Venezolano. Se mudó a los Estados Unidos cuando tenía cuatro años. Va a la preparatoria en Dallas city -lugar en el que vive-, tiene amigas; su vida es "normal" por así decirlo...