Capitulo 8 🌻

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—Ayer que te vi pidiendo limosna fuera de mi casa, se me ocurrió una muy buena idea —soltó Deidara, aún sin soltar al más alto del brazo.

—Yo no estaba limosneando, solo robaba tu internet —aclaró.

—¿Que tanta diferencia existe? —dijo en respuesta, pero no le dio tiempo de contestar al azabache, pues dijo:— Como somos amigos, creo que sería muy buena idea que me invites a tu casa.

—¿Tu crees que yo tengo que invitarte? —preguntó Itachi, alzando una ceja.

—Claro. Tu ya te invitaste solo a mi casa, ahora tu deber es invitarme a la tuya —explicó, haciendo que Itachi se hiciera el indignado.

—Yo no me invite solo a tu casa, a lo mucho y me invite solo a tu banqueta —se apresuro a aclarar, mirando medio feo al rubio.

Uchiha Itachi estaba seguro que era muchas cosas, podría tener pésima memoria, ser un flojo, un distraído, alguien que se invita solo ¡Pero jamás sería una persona exitosa!

—¿Me vas a invitar a tu casa si o si? Por qué deja te aclaro que son las dos únicas opciones que tienes —sentenció Deidara, soltando finalmente al Uchiha y tratando de verse serio e intimidante, pero la cara de gripiento que traía Itachi se la dejaba difícil.

—Creo que tomaré la segunda opción, suena tentadora y los dos salimos ganando —contestó después de hacer como si lo pensara seriamente.

—Eres un hombre sabio, Uchiha Itachi, ni yo hubiera tomado tan buena opción —dijo el rubio, solo para seguirle la corriente a Itachi.

Para ser honesto, a Itachi le gustaba la idea de pasar la tarde con Deidara. Aún no lo conocía bien, pero estaba seguro que no se arrepentiría de hacerlo.

—Te encantará pasar la tarde conmigo, yo también hago ejercicio —añadió el azabache, causando que Deidara soltara un pequeña risa y dejara completamente de lado el semblante malhumorado.

—No, a ti te encantará pasar el rato conmigo —se apresuro a corregir—. Yo cuando pillo una gripe también aparento estar muerto.

—Buen punto, pero aún así creo que el más beneficiado serás tu, pues yo también pellizco el brazo de las personas cuando las sujeto con fuerza —dijo el Uchiha, mostrando las pequeñas marcas rojas que le había dejado en el brazo a causa de su agarre.

—Fuera de juegos, perdón por lastimarte —se disculpo algo apenado, pero a la vez impresionado por su propia fuerza. Parecía que sacar las pesadas bolsas de basura empezaba a dar resultados.

—No te preocupes, una vez me mordió Escrapi en el brazo. Esto no es nada —contestó el azabache, recordando como el perro de su anterior vecina casi lo deja sin brazo. Que tiempos.


(...)


—¿Y esté que hace aquí? —preguntó Sasuke, viendo de muy mala gana al rubio que se encontraba al lado suyo y de su hermano mientras esperando que su padre los recogiera.

—Estoy al lado de mi buen amigo Itachi, esperando que mi madre venga a recogerme —respondió Deidara, viendo de la misma forma al Uchiha menor.

—Creí que ibas a ignorarlo para que no pensara que son amigos —le dijo Sasuke a Itachi, hablando en voz más baja—. Es lo que yo hago, y siempre me funciona.

—¡Hey, Sasuke! —gritó un rubio enérgico a sus espaldas. Itachi y Deidara voltearon a ver de quién se trataba. Sasuke hizo como si no hubiera escuchado nada— En clases se te cayó tu lapicero, así que te lo traje.

El rubio recién llegado extendió su brazo para que Sasuke tomara su lapicero, pero este volteo a otro lado, ignorando por completo tanto a su lapicero como al rubio.

—Bueno... lo dejaré aquí —dijo el muchacho, algo confundido por la actitud de Sasuke, metiendo el lapicero en uno de los bolsillos que el azabache tenía en su mochila—. Nos vemos mañana.

Sasuke espero hasta que el rubio diera media vuelta y se fuera para voltear a ver al Uchiha mayor y sonreír como un triunfador.

—¿Ves? Siempre funciona —le dijo a su hermano, mientras esté lo veía crítico—. Deberías intentarlo.

—Pero que grosero eres, pequeño Sasukito —dijo Sasori, acercándose a ellos—. El pobre Naruto solo te traía un lapicero.

—Creo que le hemos dado demasiadas libertades —hablo Yahiko, quien estaba al lado del pelirrojo—. Tenemos que poner mano dura con él o crecerá como un emo.

—¡No se me acerquen, raros teñidos! —ordenó Sasuke, usando a Itachi como escudo humano.

Las maravillosas desventuras de Itachi-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora