19- Cisterna de inmersión

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Quienes se entregan a la venganza y toman justicia por su mano. Rara vez saben el límite.

~ R.M

-¿Estás bien?- preguntó Audrey abrazándome una vez más

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-¿Estás bien?- preguntó Audrey abrazándome una vez más.

Apreté la taza de café entre mis dedos. Sentía que mis manos aún estaban frías pero la sangre ya fluía por mis venas. Los chicos estuvieron preguntándome eso repetidas veces, pero yo solo podía recordar lo que pasó luego de matar al falso Rixton. Luego de enterarme que este mundo no era solo de humanos e infectados y que todo tenía un sentido conectado más allá de nuestra realidad, pero no sería yo quien siguiera el legado y probablemente tampoco quien entrecruzaría las dimensiones. Ya no sabía qué era real o falso y tenía más dudas que respuestas.

Los guardias de Cipher me habían sacado arrastrándome por los brazos hasta al edificio trasero. Escuché algunos gritos de los infectados dentro de sus jaulas pero no tenía fuerzas para prestar atención, ni siquiera fui capaz de arrugar la nariz con el horrible aroma putrefacto de las celdas.

-Recuerdas el libro de el instituto, pues hemos tomado algunas ideas- dijo Cipher a quien yo veía como un cuerpo borroso de bata blanca- este será tu castigo.

Un enfermero me quitó la ropa deslizando sus asquerosas manos por mi cuerpo, quise quitármelo de encima pero no pude, me sentía anímica y era peso muerto como un costal de papas. Me acercó a una especia de hoyo negro de varios metros de ancho y sin vacilación, el enfermero me dejó caer.

Mi cuerpo hizo un estruendo al chocar contra el agua, estaba helada y sentía que me hundía contra miles de agujas afiladas y pequeñas. Antes de tocar fondo unos brazos tiraron de mí hacia arriba.

-¿Te arrepientes Émory?- preguntó Cipher con los brazos cruzados sobre el pecho mientras su ayudante me sostenía. Los dos ampliaron sus sonrisas perversas.

Seguía sin distinguir nada más que manchas borrosas pero negué con la cabeza levemente. No me arrepentiría ni en un millón de años.

Las manos volvieron a sumergirme y el agua se introdujo en mi boca entreabierta, provocándome nauseas y la sensación de que me ahogaría. Dejé que mi cuerpo se hundiera y flotara en el vacío, las lágrimas no tardaron en unirse a la masa líquida que me oprimía los pulmones.

Todo se repetía una y otra vez, cada vez pasaba más tiempo dentro del agua, pero no tenía ninguna fuerza para intentar salir a flote. Cuando Cipher se cansó de preguntarme lo mismo y de que yo respondiera con una negación, me sacó de allí.

Me dieron sangre por intravenosa y dejaron que me secara y vistiera nuevamente. Mejor dicho, el enfermero aprovechó aquella oportunidad para seguir metiendo mano a mi cuerpo débil, mientras me colocaba la misma ropa.

-Estoy bien- le respondí a Audrey con la mirada desviada volviendo al presente, pero un vacío se había instalado en mi interior y jamás se iría.

ÉMORY: cuando los monstruos gritanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora