Capítulo 1: Nueva familia

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Silencio, eso es todo lo que escucho

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Silencio, eso es todo lo que escucho.

Desde que mi madre murió la casa se ha vuelto más vacía de lo normal. Extraño que suenen sus canciones favoritas en el estéreo, el olor a café por la mañana, su sonrisa al despertar. La extraño. Ella era todo para mí, ahora no tengo nada. Mi vida no tiene sentido sin mi madre, todo me recuerda a ella y es frustrante.

No aguanto más.

Sé que no debería evocar recuerdos tan dolorosos, pero es inevitable no hacerlo. La herida es reciente y el dolor solo se agudiza con el tiempo. Todavía puedo oler su perfume y sentir sus brazos a mi alrededor. Esos abrazos te decían que todo estaría bien. Como desearía uno de esos ahora.

Necesito a mi madre de vuelta.

Todo se ha vuelto complicado, aún más cuando me enteré que mi padre tomó mi custodia. El día que apareció fue como ver un ilusión, había deseado conocerlo durante años, veía sus fotos y solo podía pensar en tenerlo frente a mí. Anhelaba compartir mi vida con él, hacer cosas juntos como ir por un helado o al parque. Ya saben, cosas de padre e hija. Deseaba que estuviera en mi vida, pero había un problema: mi madre. Por alguna razón misteriosa se separaron antes que yo naciera, por lo que mi padre nunca supo de mi existencia. Llegué a pensar que solo la utilizó y se deshizo de ella al enterarse que estaba embarazada, pero por la forma en que mi madre se refería a él, como si fuera el hombre el perfecto, sabía que no era así. Había algo más, una fuerza mayor que los obligó a separarse. Sin embargo, jamás me contó su historia. Decía que era complicado y que prefería no hablar de ello. Era como si su romance hubiera sido un secreto.

Pero ahora ese hombre está aquí y no sé qué pensar.

Lo peor —o mejor— es que está casado. No conozco a su esposa, pero dice que es encantadora, al igual que su hijo; su nueva familia es encantadora. No me molesta que haya rehecho su vida. Es más, me alegra verlo feliz con su nueva familia, donde ahora yo formaría parte de ella. Dejaría de vivir en Brishburg para mudarme a cientos de kilómetros a Olmend. Una ciudad totalmente desconocida.

Esa parte me agradaba. Tengo recuerdos muy dolorosos aquí. Quiero iniciar de cero, crear nuevos recuerdos para ocultar los otros en lo más profundo, donde no puedan ser encontrados.

—Hija —Me llama haciendo que regrese a la realidad—, ¿estás lista? —preguntó.

—No me llames así -dije en un tono frío.

Yo no soy así, para nada. Pero admito que para haber tenido meses de sufrimiento, enfrentar la muerte de mi madre y el regreso de mi padre, lo estaba tomando demasiado bien.

Salí de la habitación hacia la planta baja donde se encontraban mis maletas.

—Escucha —Suspiró mientras caminaba detrás de mí—, sé que no he sido el mejor padre, pero te pido que confíes en mí —suplicó—. Haré lo posible por recuperar los años perdidos —Su voz sonaba sincera y tenía el impulso de creerle. Recordé la charla que tuvimos la noche del funeral.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora