Gylderoy Lokhart

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A la mañana siguiente Nixie apenas y pudo pegar el ojo, por lo que se levantó de mal humor, se coloco el uniforme y espero a Hermione, ambas chicas bajaron en compañía de Calabaza al Gran Comedor, donde tomaron asiento junto a Harry y Ron.

—Buenos días —dijo Hermione de forma fría y abrió su libro Viajes con los vampiros y se puso a leer.

—Yo no le encuentro los buenos —respondió Nixie de mala forma antes de servirse un plato de cereal. Aquello le hizo pensar a Harry que las chicas seguían enojadas con ellos.

>>No seas mal educada y acércate<< dijo Aine con una extraña felicidad. Nixie decidió ignorarla.

—El correo llegará en cualquier momento —comentó Neville—; supongo que mi abuela me enviará las cosas que me he olvidado.

Un centenar de lechuzas penetraron con gran estrépito en la sala, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud. Un gran paquete de forma irregular rebotó en la cabeza de Neville, y un segundo después, una cosa gris cayó sobre la taza de Hermione, salpicándolos a todos de leche y plumas. Nixie soltó un gruñido.

—¡Errol! —dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza. Errol se desplomó, sin sentido, sobre la mesa, con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.  —. ¡No. ..! —exclamó Ron.

—No te preocupes, no está muerto —dijo Hermione, tocando a Errol con la punta del dedo.

—Pues si la caída no lo mato, lo haré yo —dijo Nixie fulminando a la lechuza.

—No es por eso... sino por esto.

Ron señalaba el sobre rojo. A Harry no le parecía que tuviera nada de particular, pero Ron, Nixie y Neville lo miraban como si pudiera estallar en cualquier momento.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry.

—Me han enviado un vociferador —dijo Ron con un hilo de voz.

—Será mejor que lo abras, Ron —dijo Neville, en un tímido susurro—. Si no lo hicieras, sería peor. Mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... —tragó saliva— fue horrible.

—Espera —dijo Nixie y cubrió las orejas con las manos —, ¡Listo!

Harry contempló los rostros aterrorizados y luego el sobre rojo.

—¿Qué es un vociferador? —dijo.

Pero Ron fijaba toda su atención en la carta, que había empezado a humear por las esquinas.

—Ábrela —urgió Neville—. Será cuestión de unos minutos.

Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió. Neville se tapó los oídos con los dedos. Harry no comprendió por qué lo había hecho hasta una fracción de segundo después. Por un momento, creyó que el sobre había estallado; en el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.

—... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...

Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora. En el salón, la gente se volvía hacia todos los lados para ver quién era el que había recibido el vociferador, y Ron se encogió tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.

Nixie y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora