Capítulo único.

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Oh, Erina. Cuanto te extraño. Ojalá hubiera podido pasar más tiempo contigo, poder abrazarte todos los días, besarte, demostrarte lo mucho que te amo. Pero Dio me necesitaba, necesitaba terminar con la maldad que lo acechaba. Pero a cambio, perdí la oportunidad de vivir mi vida al lado de la mujer que amo. Perderme el nacimiento de mi hijo, no poder vivir al lado de las dos personas que más amo.

Ojalá pudiera pasar un solo día al lado de ustedes. Solamente pido eso, un día. Y así podré pasar el resto de la eternidad en paz.

★★★

––George, ven a lavarte las manos para comer.

––¡Ya voy mamá!

Año 1895, cinco años pasaron desde la muerte de Jonathan Joestar. Su legado continuaba con vida en la sangre de su pequeño hijo, George Joestar II.

Su esposa viuda, Erina, aún le mantenía un amor incondicional. Tanto era así, que se había jurado amar solamente a su difunto marido. 

Cuidar a un hijo sola no es fácil, pero ella lo hacía ver cómo si fuera lo más fácil del mundo. Era una madre amorosa y responsable, enseñándole valores a su pequeño.

––Pss, oye.

El pequeño George se encontraba en el jardín de su casa. Estaba acomodando sus juguetes hasta que una voz lo interrumpió.

Giró su cabeza y se topó con la enorme figura de un hombre de no más de veinte años. Este sonreía ampliamente, mientras mantenía sus ojos cerrados.

––¿Quién es usted? ––preguntó el pequeño.

––Oh, mi nombre es Jonathan Joestar.

––¿Ha dicho.. Jonathan Joestar? ––los pequeños ojitos del infante se abrieron enormemente. ––Mi padre se llamaba así... ¿Acaso eres...

––Soy tu padre, George. ––el pequeño no pudo contener unas pequeñas lágrimas, las cuales cayeron, causando un sentimiento de tristeza en Jonathan. ––No llores, deberías de estar feliz.

––Es que... Siempre lo quise conocer, padre... ––limpiaba los rastros de lágrimas con la manga de su abrigo. ––Madre y el tío Speedwagon siempre me contaron sobre usted, padre. Sobre lo valiente que fue... Lo que hizo para proteger a mi madre... Usted es mi héroe.

Todas las palabras que decía el pequeño George eran oídas atentamente por su padre, quién no pudo contener una pequeña lágrima. Ver frente a frente a su hijo, por primera vez, le parecía un sueño. Deseaba poder abrazarlo, pero no podía. Su espíritu solo era eso, no podía tocar nada.

🎀Oɴᴇ Dᴀʏ Iɴ Yᴏᴜʀ Lɪғᴇ🎀 [JᴏɴᴀEʀɪ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora