III. Voz silenciosa

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Handan estaba con la odalisca y dos guardias de su confianza, en el Palacio Frío, un lugar donde se exiliaban a las consortes. La había atado de pies y manos, se quedó sentada en el suelo mientras la interrogaba.
-¡¿Quién te ha enviado?!
-Mi sul-sultana, sabe muy bien que siempre he trabajado pa-para usted...-exclamó temblorosa.
-Entonces ¿estás diciendo que actuaste por tu cuenta o me culpas a mí?

La odalisca solo se quedó callada temblando en el vasto suelo.
-¿Crees que mereces perdón?
La odalisca no sabía que decir.
-¡Te estoy hablando! ¡Por tu culpa alguien a muerto y no era alguien sin importancia, era la madre de la Sultana Ibeke! ¡Además mi palacio que fue un regalo de Su Majestad el día de mi boda ya no está! ¿Y así mereces perdón de Allah?
Se escuchó en el pasillo una revuelta, unas pisadas pesadas que llegaban corriendo a donde la Sultana.
-¡Eres una maldita! ¡tú la mataste a propósito! -la Sultana Ibeke había entrado desesperada por lo sucedido.
-N-no mi S-sultana...
-¡¿Entonces quién fue?! ¡¿el viento?! ¡ni siquiera había viento!
La Sultana Kelebek también entró angustiada. Se puso frente a la odalisca acertándole una cachetada.
-¡No mereces piedad, ni de Allah!-gritó Kelebek.
-¡¿Quién te envió?!-preguntó alterada Ibeke.
-Es más que obvio que fue enviada por alguien que quería a toda costa dejar a Canan fuera del juego-sospechaba la Sultana Handan.
-¿Pero por qué? ¿por qué lo hiciste?-preguntó Kelebek.
La odalisca solo se quedó callada.
-¿No contestarás nada verdad?-cuestionó Ibeke. La odalisca solo se quedó callada mirando al frío suelo-ya veo, entonces, quemenle los pies mientras llega mi Padre, él la sabrá interrogar.
-Si mi Sultana-asintió el guardia.
La levantaron a la fuerza mientras ella suplicaba por piedad, por otra oportunidad, pero ninguna de ellas lo hizo.
Posteriormente, al quedarse las tres solas opinaban sobre lo sucedido y el culpable.
-Hay ciertas personas en las que pienso podrían haberlo hecho-exclamó Handan.
-¿Pero por qué lo harían? mi madre ni siquiera tenía un estatus alto para ser una posible rival.
-Lo sé Ibeke, pero podría ser por algo más...
-Tal vez por un puesto cercano a Su Majestad, por ejemplo la jefa del harén. Y de tal forma acercarse al Sultán.
Handan miraba sorprendida a Kelebek por su extraordinaria rapidez de encontrar esa razón-Kelebek, creo que lo has descubierto y tengo a alguien en mente que puede ser el culpable.
Ibeke solo miraba con orgullo y admiración a su hermana.
-Sultanas, es mejor que vayan al palacio de Topkapi de una vez, así ven a su padre y contarle lo que pasó. Sé que vendrá a verme, así que yo le diré lo que Kelebek dijo y mi versión de los hechos, así que vayan.
Las Sultanas asintieron haciendo una pequeña reverencia saliendo de la habitación. Al llegar a la salida, ya los esperaba Akar Paşa con el carruaje, Ibeke pasó de largo entrando de una vez al carruaje, sin embargo, Kelebek se detuvo un instante para dedicarle una cálida y angelical sonrisa, él la miró e hizo lo mismo. Ella entró y Akar fue a su puesto.
El viaje de regreso al Palacio de Topkapi fue más rápido de lo esperado. Las sultanas salieron del carruaje, para luego cambiar de direcciones, Ibeke fue hacia los jardines privados a discernir todo lo acontecido, mientras que Kelebek fue directamente adentro, pero apenas pasando la entrada el Sultán estaba también por salir de esa misma entrada.
-Kelebek, mi estrella-sosteniendo sus manos.
-Padre, ¿ya escuchaste lo de mi madre?-con exasperación y tristeza.
El Sultán suspiró bajando el rostro, casi aguantando el llanto.
-Sí... Seguro lo hicieron para seguir sus propias reglas. Tenía pensado darle a tu madre el puesto de encargada del harén. Para darle de nuevo la dignidad que perdió... -tratando de aguantar las lágrimas.
-Padre...-viéndolo con dolor. Padre, tengo que decirte algo importante.
-Por supuesto mi Kelebek-con esa ternura y calidez que lo caracteriza.
-Padre, no quiero desconfiar de ella, ha sido como una segunda madre para mí y una madre para Ibeke, pero cuando usted fue en campaña para capturar a los búlgaros que escaparon, Maryam Kadɩn me invitó a sus aposentos a conversar sobre algo importante para ella, me dijo que ella deseaba tener el poder dentro del harén y haría lo que fuera para que fuera solo suyo, aún si eso conllevaba manchar sus manos de sangre.
-No quiero escuchar más-replicó el Sultán con firmeza saliendo y entrando al carruaje rumbo al palacio de su hermana Raziye, pues ahí se encontraría con Handan.

Ibeke Sultan©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora