-¿Tienes frío?- me pregunta el chico mientras gira ligeramente la cabeza y me mira durante unos segundos mientras me sonrie con sus preciosos ojos azules.
-No, gracias, Iván, estoy bien- le respondo tranquila.
''IVÁN'' así se había presentado el, el chico que me había rescatado, que me había sacado de aquella pesadilla y que se había prestado a llevarme a comisaría, sin conocerme de nada y ahora se disponía a invitarme a cenar.
-No tienes por que hacer esto, ya has hecho bastante- le digo sin mirarlo para que sus ojos no se topen con los míos, eso me deja sin palabras, me pierdo en ellos.
-Te invito por que me apetece, y por que tengo hambre, así que no hay más que hablar.- me dice con tono serio.
-Vale, vale tranquilo- contesto. ¡Mierda! ¡sus ojos! me está mirando otra vez. ¿Pero por qué lo hace? nadie lo ha hecho nunca, ¿Por que este tiene que ser el primero? si es perfecto, ¿Qué hace llevandome a cenar cuando ahora mismo puede estar montando en su coche a cinco tías y llevándoselas a su casa?.
¿pena?si, supongo que será eso.
-¿Te apetece una hamburguesa?- me pregunta. Esta vez no me mira.
-Sí, vale una hamburguesa está bien- respondo y sonrío. ¿sonrío? ¡Ay, Dios mío! ¿desde cuándo sonrío yo?
la noche está despejada, no hay nubes y la luna está enorme, no parece invierno, y la temperatura es bastante pasable para estar en diciembre.
Le miro. Tengo que hacerlo. ¿Pero qué hace este chico conmigo? ¡si es guapísimo! con su barba, sus ojos azules... y encima amable. Digamos que hoy es mi día de suerte.
Me ensimisimo tanto mirándole que no me doy cuenta de que pone música. Reconozco la canción y me sorprendo: ''Aléjate de mi'' de Camila. Parece que el se ha dado cuenta.
-Si no te gusta puedo cambiar, eh.- me dice colocando su dedo índice sobre uno de los botones de la radio.
-¡No, no! no cambies, por favor- le digo apartando ligeramente su mano de el botón.
La sensación que tengo es muy curiosa, me da la impresión de que conozco a aquel chico de toda la vida, y aunque llevemos a penas dos horas escasas ''juntos'', a su lado me siento bien, segura y tranquila, salvo cuando sus ojos azules deciden clavarse en los míos y noto como el corazón se me para.
-¿La conoces?- me dice.
-Sí, es preciosa- le respondo orgullosa por ello.
-preciosa y triste- me contesta entonces el.- No quiero imaginarme lo que sería vivir una historia como esa, tener que decirle a alguien a quien amas que se vaya de tu lado por que puedes hacerle daño. Es muy triste- repite.
-Sí... es triste. Tampoco me imagino como sería vivir eso... aunque bueno, para alguien que no ha tenido nunca nada con nadie supongo que será más complicado todavía imaginarselo- le digo.
¿De verdad le he dicho eso? pero... ¿Cómo puedo ser tan tonta?.
la canción termina: ''...verás que soy realmente bueno en engañar, y hacer sufrir a quien más quiero''. Y para mi sorpresa Iván habla.
-Yo si he estado con alguien... pero no han sido historias ''huella'' que digamos- me responde mirando fijamente la carretera.
-¿Historias huella?- pregunto atónita.
-Sí, para mi una historia huella es aquella que te marca.Eso, que te deja una huella y que serías incapaz de olvidarte de ella aunque no haya tenido un final precisamente feliz... Te marca y esa historia se queda contigo para siempre, grabada.- me responde.
Es impresionante como piensa este chico. No me imaginaba que alguien con un aspecto físico como el pudiera tener esa mentalidad.
Un enorme letrero amarillo se aprecia desde el coche no muy lejos. ''McDonald's''. Y justo cuando pienso que va a aparcar y para comer en el establecimiento toma un desvío: ''McAuto''.
-Tengo una idea- me dice sin que yo le pregunte nada. La expresión de sorpresa de mi cara le bastó.
-Pensé que ibamos a cenar dentro.- le contesto.
-He tenido una idea mejor- Contesta. Y una preciosa sonrisa se dibuja en su cara.
Tras recoger unas bolsas con nuestra cena, Iván toma la carretera, y conduce durante unos escasos 2 kilometros. Sale de esta y llegamos a un precioso lugar, una arboleda y junto a ella el río.
-¿El río?-me limito a preguntar.
-Sí, baja del coche- me responde. El ya lo ha hecho.
Le obedezco. La temperatura no es invernal, pero mi fina sudadera es poco para los 10 grados que hay.
Iván se da cuenta y pone un anorak sobre mis hombros. ¿lo tenía preparado?. Cierro los ojos y mis pulmones se inundan del olor que desprende la prenda. Sin palabras.
bajamos una pequeña cuesta, y a orillas del río hay unas placas de madera enormes. El chico de preciosos ojos azules se sienta sobre una de ellas, y yo le imito.
-Me parecío que necesitarías un lugar tranquilo para relajarte un poco, y sitio más tranquilo que este no ibamos a encontrar- me dice mientras me entrega mi bolsa, como no, con su perfecta sonrisa entre los labios.
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Cuando el olvido se plantea recordar
Teen FictionDespués de un tiempo aquí encerrada, entre estas cuatro paredes blancas, creo que la única manera de no matarme a mi es matar otra cosa: el tiempo. La historia de mis dieciséis cuando el amor me dio la felicidad, la popularidad ¡el dinero! Y también...