Daniela.
Después de pasar por días difíciles, de tener que estar aislada del mundo y recibir malas noticias, tenerla a ella de regreso lo era todo. Estaba descubriendo un hogar en su piel, es sus labios, en sus ojos, en ella.
Trataba con amor de hacerla sentir especial, de que entendiera que como fuera yo estaría a su lado en las buenas y en las malas, del amor que le tengo.
Acaricié su rostro y besé sus mejillas un centenar de veces, ambas estábamos bajo las cobijas a medio vestir, con una respiración un poco fuera de la normalidad, las manos entrelazadas y mí cabeza recostada en sus perfectos pechos. Ella acariciaba mi cabello mientras intentaba tomar un poco de aire.
—No pienses que no me muero de ganas por estar contigo, o sea, solo ve como reacciona mi cuerpo cuando me tocas— Susurré tomando con delicadeza su rostro para que me mirara.
—No pienso eso— Respondió tomando una mejor posición para robarle un beso a esos perfectos labios.
—Quiero que hagamos el amor cuando yo pueda hacerte sentir lo mismo que tú a mi— Expliqué —No lo tomes como cuestión de ego, es solo una de las motivaciones para luchar cada día— Sonrió.
—¿Tú objetivo de caminar es poder desnudarme por cada rincón del planeta?— Preguntó en una mala actuación de sorpresa.
—Desnudarte, tocarte, besarte, sentirte, que me sientas— Susurré lento haciéndola y sintiendo de nuevo un calor intenso en la entrepierna. Tragué fuerte —Creo que debo cambiar de tema— dije rápidamente.
—Creo lo mismo, la temperatura está en el sol— Ella sonrió con algo de pena y me abrazó —Te extrañé tanto, mi amor—.
—Yo te extrañé, no tienes idea de lo que es querer ver ese rostro tuyo, tallado por el mismísimo Dios, y no poder hacerlo— Sonreí al notar que mí comentario había sido motivo de su sonrojado rostro —Tenemos que recuperar algo de tiempo, ¿No?— Pregunté.
—Si, al amanecer vamos a tomar algunas de tus cosas y nos iremos a mí casa unos días, quiero tenerte cerca, no dejar de observarte ni un segundo— Suspiré sintiéndome afortunada.
—¿Y mis terapias?— Pregunté pensativa.
—Por eso, tomas tus cosas y vamos a casa...— Sonreí al descubrir el resto de la frase —...Allá las tomarás, cuando hablo de tus cosas estoy incluyendo a la española que no te deja en paz— Reí fuerte, ganándome un golpe en el brazo.
—Eres incorregible, ¿Te dan celos de Sofía?— Estaba formulando la pregunta de forma sería.
—De ella y de toda persona que te vea en un traje de baño tan chiquito como el que tenías hoy— Respondió tratando de no perder su postura brillante.
—Celosa— Susurré —María José Garzón Guzmán está celosa— Empecé a hacerle cosquillas y no pudo evitar reír.
—Ya ya debes detenerte, vamos a despertar a todo el mundo— Me suplicó con lágrimas en los ojos.
—¿Y? Que el mundo se entere que estoy feliz y que estoy enamorada de ti— Fue imposible no sentir como un zoológico entero se removía en mí panza al decir que estaba enamorada.
—Te amo— Susurró antes de besarme, el beso más lento que he dado en mí vida, lleno de tanto amor y deseo, que no pudimos evitar perder el control de nuestra respiración nuevamente.
—Te amo, te deseo— Susurré con el poco aire que pude controlar. La miré con intensidad, sus ojos oliva, sus labios, su perfecta piel, sus pechos.
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KILÓMETRO 7 - Caché
FanfictionVelocidad, motores, grandes premios, clandestinidad y mucha soledad llevan a dos mujeres a enfrentarse a la carrera más importante de sus vidas. El amor. Adrenalina, la palabra perfecta para definir a Daniela Calle, piloto profesional de la Fórmula...