Octava Carta.

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Querida chica del alma dulce:

Hace días que no escribo nada.
No te preocupes, de hecho he pasado todo el tiempo contigo; con nadie más.
Te amo.

Las semanas que no he escrito -que han sido dos- nos la hemos pasado en mi habitación porque una de las chicas con las que convives -no las puedo llamar amigas tuyas- no se ha ido, y no paraba de hablar explícitamente de todo lo que quería hacerle al idiota de tu ex amigo. ¿Ese conjunto de palabras existe? ¿Realmente una amistad "deja de ser"? Porque yo creo que si él hace esto es porque jamás fue tu amigo. Aunque eso ya lo sabes; pero a mí no me importa. Es un imbécil.
Eres mía, cariño, y no voy a dejarte ir.
No voy a dejarte ir porque estos últimos días hemos estado en el último piso del internado, ese al que nadie va. Bueno, casi nadie. Ahora vamos tú y yo. ¿Quién diría que era aquí el lugar al que ibas con tanta frecuencia? Sí, estoy aquí. Jamás pensé que habrían tantas plantas. Jamás pensé que este lugar estuviera tan lleno de vida. Se supone que este piso estaría vacío, lleno de telarañas y sin vida. Y resulta que tiene más verde que el patio del internado. Aunque, bueno, todo es más verde que ese lugar lleno de cemento.

Fui a inscribirnos en la clase de teatro. Ya sabes, era la única actividad con vacantes gratis porque nadie quiere entrar.

Te fuiste a vivir conmigo en mi cuarto, claro, en la cama de mi primo. Ahora te veo todos los días despertar con un cabello terriblemente despeinado que débilmente recoges en una coleta alta aún cuando tu cabello no es precisamente largo. Los mechones de cabello que siempre caen en tu cara, te dan un aspecto tan natural que no entiendo cómo he vivido toda la vida sin besarte cada vez que me vengo en ganas de hacerlo. Madre santa, eres una chica extremadamente bella. Tu cara, tu pelo, tu todo. Esa forma en la que ayudas desinteresadamente a las personas es simplemente perfecta.
No hay nada mejor que verte correr por la habitación con un suéter cinco tallas más grande que tú y unos shorts. Todavía no entiendo qué tienen de especiales mis camisas y suéteres, porque las usas todo el tiempo en la habitación.
Estoy total y completamente enamorado de ti, y aunque no lo sepas, te lo haré saber. Eres tan pequeña y menuda que amo tenerte entre mis brazos y sé que habrá algún día en el que dejarás de quererme; pero voy a tratar con todas mis ganas que sólo dejes de quererme, para amarme. Voy a enamorarte cada uno de los días de mi vida. Besaré cada parte de ti a la que me dejes llegar. Abrazaré cada abrazo que me des, y tu cintura, cada vez que te sientas sola; pero espero que jamás te sientas sola a mi lado, así que igual te abrazaré.
Besaré cada beso y acariciaré cada caricia.

Hoy me volviste a besar, pero no porque seas mi amiga.
Hoy me besaste porque eres mi novia.
Hoy me besaste porque estás cansada del pasado.
Y me dijiste que me quieres.
Y jamás había estado tan feliz en mi vida.

Con cariño, tu novio.

Cartas a la chica melancólicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora