Capítulo 15

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                 Alpha Ikender

                    •Engaños•

El sol brillaba sobre las nubes grisáceas. No me encantaba andar bajo mi dios sin embargo, al menos los rayos daban vitamina D. No pasó más de doce minutos para que hubiese llegado a mi objetivo. El vecindario era lindo, cómodo para una familia feliz. Eché un vistazo hacia ambos lados. No había tantas personas rondando. La hora en que ellos se alimentan supuse al escuchar, como una madre llamaba a su hija para comer.

Entré sigilosamente a la residencia, el jardín principal estaba decorado con nomos, me atrevería a decir hogareña, y así fue, en la sala había varias fotografías de una “familia”, el padre de Eider estaba ha un lado de una mujer rubia, está en sus brazos cargaba a un bebé. En otras fotos se notaba como el pequeño se había convertido en un chiquillo de no más de cinco, varios reconocimientos y recuerdos estaban alojados en la pared.

«Mi tesoro tiene un medio hermano»

Subí las escaleras lentamente, detecté el olor a alcohol por toda la casa, así como varios narcóticos. Una vez arriba abrí la primera puerta, era una habitación pequeña, la de un niño, al parecer le gustaba la guitarra ya que tenía un par a un costado de su cama.
Salí y me dirigí está vez a la habitación principal, algunas cosas estaban tiradas, me llamó la atención notar unas marcas en la madera del piso, parecían ser rasguños.

Mis oídos se alertaron cuando escuché un auto estacionarse. Habían llegado. Abrí la puerta del clóset, refugiándome en la oscuridad de este.

—¡Eres una estúpida nunca haces nada bien!

—Te juro que hice lo que me pediste.

—¡Crees que no vi como te le ofrecías a ese tipo en el restaurante, eres una cualquiera!— cerré mis ojos con fuerza al igual que el puño al escuchar como ese desgraciado la había golpeado.

—Papá déjala— el pequeño intervino.

—Ve a tu cuarto ¡Ahora!—sus pasos resonaron por las escaleras, cerró la puerta de su habitación de un golpe. Una parte de mí sabía que estaba llorando, sentía su dolor en el aire.

«Oh pequeño, no volverás a derramar ni una lágrima por nadie más»

Tenía una extraña debilidad con los niños, antes, en algún recóndito punto de mi existencia, me hubiese encantado ser padre. En ese momento Richard entró empujando a su mujer al suelo. Sangraba de la nariz y tenía el labio partido.

—¡¿Cuándo entenderás que eres mía?!

Antes de que pudiese ponerle una mano encima de nuevo salí de mi escondite. Ambos me observaron con miedo y confusión.

—¿Quién eres?—Me preguntó observándome fijamente. Regresé la atención a la mujer quien seguía en el suelo, con gran velocidad la levanté colocándola sobre la cama, lleve uno de mis dedos a mis labios en señal de que guardara silencio.
Me acerqué al maldito utilizando mis habilidades para dormirlo, cuando despertase, sería en el peor infierno de todos. Su cuerpo cayó bruscamente al suelo.  Regresé con su esposa la cuál no dejaba de llorar y temblar.

— Escúchame bien mujer, él no volverá a ponerte una mano encima.

—¿Quién eres?

ALPHA IKENDER +21©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora