Ú N I C O

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Ambos muchachos se hallaban en el sofá de la casa, acalorados, chocando sus bocas entre sí como si aquello tuviera la facultad de mantenerlos con vida. Se ahogaban en los labios del otro, mojándoselos, chupándolos e incluso dejando mordidas que pronto los hincharían o dejarían una sensación irritada en ellos. Manos ardientes entraban también en el juego, más siendo los dedos de Mark que se enterraban en los muslos descubiertos de Donghyuck, quizás colocarse ese corto short no fue de ayuda.

Las posiciones eran agradables, prendían mucho más a ese par de adolescentes hambrientos por tocarse, puesto que Donghyuck se encontraba tendido sobre el sofá mientras que Mark permanecía entre sus piernas, inclinado, teniendo éstas mismas rodeándole la cintura a la vez que lo manoseaba a su gusto.

No estaban solos en el apartamento que compartían con los demás miembros, pero no les interesaba mucho esconder las enormes ganas que había entre ambos. Era imposible que los ojos de Mark no recorrieran la figura esbelta del moreno estando en presencia de ajenos, como tampoco era posible que las miradas sugestivas no aparecieran por parte de Donghyuck.

Era casi un juego, creía el resto, pero la verdad era que, cada vez que tenían la oportunidad, hacían de todo menos jugar. Aunque más de uno ya sospechaba de la presencia de una tensión cada vez que los encontraban a solas, era raro, incómodo incluso.

Todo inició después del evento al que asistieron, uno que había iniciado esto que ahora no podían saciar y mucho menos controlar. Ese baño del recinto resultó ser el sitio que dio lugar al desate de emociones, el comienzo del lujurioso calor en sus pechos cuando conectaban miradas.

Nadie se enteró de lo que había sucedido ese día, pero ellos pensaban en el caliente acontecimiento constantemente; lo emocionante que había sido tener sexo en un sitio público, poder haber sido descubiertos por cualquiera. Eran las ganas de que se repitiera contra el pensamiento de: "Estuvo mal, no tuvo que haber sucedido".

Tampoco se arrepentían, la verdad. Por supuesto que no lo harían. Sin embargo, de lo único que sentían rencor era por no acordar cuándo volvería a repetirse. Porque era obvio que querían que volviera a ocurrir.

Pasaron días, raros días, unos en los que era casual pasar más de diez minutos masturbándose en la ducha pensando en su compañero. Muy heterosexual. Hablaban tranquilos, normal, acariciándose "amistosamente" a ojos del resto, pero ambos sabían muy bien que no era así.

La sonrisa ladina de Mark dejaba a Donghyuck en el suelo, muriendo. Lo necesitaba, porque no había día en el que no mirara a Mark y tuviera las imágenes claras de lo sucedido. Y, obviamente, él no era el único.

Pero, bueno, como era de esperarse, el burbujeo en sus estómagos fue mutuo cuando la mayoría había salido por distintas causas, dejándolos casi a solas dentro de apartamento. Pudo ser una buena idea o mala, daba igual, porque lo tomaron como una gran oportunidad para calmar el insistente deseo.

Volvieron a tener sexo esa vez. Fue sin cuidado, ruidoso, totalmente una locura mojada repleta de besos que escurrían y lenguas paseándose por distintas zonas. Siquiera tuvieron noción del tiempo cuando quedaron exhaustos a un lado del otro, sin nada que los cubriera, dentro de la habitación de Mark bajo el seguro de la puerta.

Habían puesto algo de música por si acaso.

Y esa fue la primera vez, porque las siguientes fueron mucho más descaradas. No había decencia alguna. Quizás lo peor que han hecho hasta ahora había sido ese espontáneo oral que Donghyuck le dio a Mark en su propia habitación compartida mientras Johnny tomaba una ducha.

AFTER ISAC (MARKHYUCK) OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora