Capítulo II

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🌻Chica Despeinada II🌻

Ya es de noche, aproximadamente las 7:30, y aún no encuentro a la pelirroja por ninguna parte, la he buscado a lo largo de las calles, cerca de playa, en los parques pero nada.

Me paró frente a la tienda ya rendido y miro en distintas direcciones buscando señales de un nido revuelto de ese cabello rojizo, pero es inútil, no la logro ver.

Tomo un cigarrillo para calmar la molestia en mi cabeza, giro y cierro los ojos para maquinar la imagen de la chica; pelirroja, ojos achinados por la sonrisa como perlas de jade, pecas en la parte alta de sus mejillas...

Abro los ojos porque lo único que veo son a esas chicas que fueron parte del juego de Chuck junto a mí, y me irrita, aún molesta.

Niego al terminar el cigarrillo y vuelvo a buscar en los alrededores, suelto aire al no ver señales... Unas luces y sonidos de la ruleta me llaman la atención poco a poco al igual que las personas que andan curiosos cerca de la feria.

Mis esperanzas de encontrarla reviven, ella podría estar en la feria que apenas comenzaba a trabajar y funcionar hoy.

Camino y mi corazón late fuerte al ver las luces de distintos colores desprendidos desde ese lugar. Me encuentro con un cartel que está en al inmensa entrada abierta: “La Feria De Verano.”

Me detengo, y quedo mirando el nombre en letras de un color amarillento y rojizo crema. Mi respiración se altera con el nombre y los colores...

Yo antes había estado aquí, justo aquí, mirándolo desde esta misma distancia. Es majestuoso y nostálgico, se ve genial. Pero no estoy para esto... tengo que encontrarla.

Abro paso y voy caminando por todo el lugar, mis ojos se mueven de lado a lado buscando la maceta de cabello rojizo en rulos, pero no me da resultado.

Busco y busco, las personas sonríen y se ven asombrados con todas las novedades que trae esta vez la feria.

Suspiro frustrado al darme cuenta que el lugar empezaba a transitarse poco a poco y se esfumaban mis esperanzas de igual manera... Mientras mas personas sería peor.

Caigo rendido en una banqueta de madera cerca de las barandillas que dividían los juegos, y dejo que los sonidos de la feria me impregnen; los juegos, las risas de los niños, las quejas del niño que no dejaban subir a la montaña rusa por falta de altura. El olor a palomitas y algodón de azúcar mezclándose para formar uno de los mejores aromas que podían existir.

Sonrío nostálgicamente.

Ruedan palomitas por el suelo, y me estremezco. Un recuerdo llega a mí; estoy en la misma posición mirando mis pies colgantes por la baja estatura, mis pies son pequeños e inquietos, mis mejillas duelen porque no paraba de reír, yo aquí... de pequeño en esta feria, yo...

Salgo de mis pensamientos, me tomo del posa codo para mantener la compostura lo mejor posible ante el mareo que conocía tan bien... Debía evitar los movimientos bruscos y forzados para no marearme, debía evitar los recuerdos para que no doliera.

Busco un cigarrillo para opacar los olores pero solo se siente la caja flácida y falta del nicotinico, «se me agotaron los cigarrillos» pienso.

Inhalé con fuerzas... Tenía que calmar las ansias que seguramente me invadirían en cualquier momento...

Rastreo con la mirada buscando un lugar con cigarrillos pero no lo encuentro, a cambio me fijo que estoy frente a un camión de helados.

Trago al imaginarme el sabor dulce y frío.

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