cap 25

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Antes de que mi mente supiera qué hacer, mi cuerpo se acercó a Naruto. Mi cabeza se inclinó hacia él y dejé que mi frente tocara la piel de su espalda. Noté cuando se tensó por mi contacto, pero no se retiró, no se giró, tan solo escuchó.

―No sé qué decir… solo, gracias. ―Sentí como vaciaba el aire de sus pulmones.

―Es mi trabajo.

―Lo es, aun así, gracias.

―¿Tú estás bien?

Noté cómo se giraba, pero me negué a mirarle a la cara. Aunque ver su ombligo tan de cerca, tampoco estaba ayudando mucho. ¿Por qué tenía que tener un ombligo tan sexy? Y sus manos, ¿por qué me sostenían por los hombros con tanta delicadeza?

―Estaba tan asustada…

―Es normal. ―Sus brazos y su cuerpo me envolvieron como una manta cálida. Hasta ese momento, no me di cuenta de que estaba temblando.

―¿Cómo lo haces? ―Sus dedos se apoyaron en mi barbilla y me obligaron a mirarle a los ojos.

―¿El qué? ¿Rescatar a gente de entre las llamas?

―No, hacer que parezca fácil.

―Es que lo es. ―No pude evitar reír. ¿Por qué tenía que ser tan perfecto?

―Bien, hombre de acero, tú… ¡Oh, Dios mío! Tu hombro.

Tuve que apartarme para verlo mejor. Un enorme apósito sanitario cubría la parte exterior de su hombro, y aun con su tamaño no cubría el enorme morado que se había formado allí. Entonces miré lo que había sobre la mesa, un vaso de agua y un bote con pastillas. Se había hecho daño. Rescatar a Shizune había sido la causa de aquello.

―No es tanto como parece.

―Soy enfermera, Naruto, puedes engañar a otro, pero no a mí.

Soltó un pesado suspiro y asintió con la cabeza.

―Me hicieron radiografías, estará bien en un par de días. Solo fue un golpe fuerte.

―¿Por eso estás tan pronto en casa? Te mandaron a descansar.

No había mirado el reloj hasta entonces, pero marcaba que aún no eran las siete de la mañana. Sí, el golpe debía haber sido duro. Radiografías, calmantes, y derecho a casa.

―Yo… quería hablar contigo.

―Ahora tenemos que dormir un poco, y tú lo necesitas más que yo.

―Está bien. Pero después… tenemos que aclarar algunas cosas.

Le acompañé a su habitación y le arropé como si fuera un niño pequeño. Sí, hablaríamos, pero cuando él se despertara, no me encontraría allí, porque estaría trabajando y, sobre todo, porque tenía que aclararme yo misma sobre lo que sentía, porque estaba segura de que aquel increíble beso era sobre lo que Naruto quería hablar. ¿Se enfadaría?, seguramente. Pero le dejaría una nota explicándole mi cambio de turno. Y le dejaría el coche, porque con el brazo en aquellas condiciones desplazarse en moto sería doloroso y no quería discutir con él porque insistiría en que me lo llevara. Y como discutir con Naruto era algo que quería evitar, sobre todo porque no cedería hasta ganar, simplemente tomaba yo la decisión.

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