Calor. Estaba haciendo muchísimo calor, eso es lo que recuerdo perfectamente. Era insoportable, me agotaba. Me agobiaba tanto tener toda la piel sudorosa, pegoteada. Especialmente cuando rozaba contra las sábanas, se tornaba tedioso. Ni siquiera servía meterme bajo la ducha, el agua que me brindaba ya no la sentía fresca. Tampoco quedarme en boxers sirvió de algo. Ni apagar las luces, ni abrir las ventanas.
Lo único que me reconfortaba en esos momentos era el helado, más que nada las paletas.
Siempre estaba consumiendo de eso. No sé si era sano, pero era frío, refrescante y dulce. Y yo amaba todo lo que cumplía con esas características. Me pasaba el día saboreando paletas. No las contaba, su textura cremosa, el gusto intenso a fresas, su color rosado y los trozos de la fruta fina me distraían, me extasiaba.
Y mis vacaciones consistían en eso: No saber que hacer, acostarme y devorar paletas mientras perdía el sentido de todo, sumergido en mis pensamientos. Aunque, ese verano fue particular para mí, las situaciones que se presentaron fueron muy peculiares. Descubrí varias cosas, me confundieron y entonces, empezó el peor de mis infiernos.
Recuerdo que él cruzó el marco de mi puerta, previamente abriéndola. Se meneaba de un lado a otro, con sus brazos detrás de su pequeña espalda. Se tomaba las manos. Me veía y parpadeaba. Se había acercado hasta la orilla de mi cama.
Si, mi hermanito había venido a verme. O más bien, vino a acabar con su aburrimiento.
— Debiste tocar, estoy prácticamente desnudo — Le dije, mientras metía la paleta en mi boca para saborearla un poco, también porque estaba derritiéndose. Él ni siquiera se inmutó, solo vio de arriba abajo mi cuerpo tumbado y luego, observó detenidamente mis labios manchados. Siempre pensé que nunca tuvo pudor y que de grande sería incontrolable. Pero, solo es una hipótesis de hermano mayor celoso. Es que, tenía actitudes tan extrañas.
No me respondió. De hecho, soltó sus manos, se quitó las zapatillas. Solo se quedó con una remera y sus pantalones cortos. Y lo vi subir a la cama, apoyándose en mi cuerpo. Se arrastró para luego acomodarse en mi pecho, acortando la distancia. Sus manos pálidas estaban en mis pectorales, su respiración chocaba contra mi yugular. Su piernas se ubicaron a los costados de mi cintura.
Definitivamente este niño no entiende de espacio personal y pudor.
— ¿Es de fresa? — Me preguntó alzando su mirada. Sus ojos siempre eran así de penetrantes y oscuros, generaban una sensación inexplicable en mí.
— Si. ¿Quieres? — Le pregunté sabiendo que era estúpido y que lo hacía a propósito. A Sasuke nunca le gustó las paletas, los pasteles, los postres o los caramelos. Nunca le gustó lo dulce como a mí. Además, la había quitado de mi boca, tenía restos de saliva. Se suponía que no iba a aceptar por ser sumamente asqueroso pero, ésta vez me sorprendió.
— Bueno —Contestó sin más. Me la quitó de las manos y de inmediato lo puso en su boca. Se manchó los labios al hacerlo. Lamió lo más que pudo, pasó su lengua por todos lados como si quisiera tragarse mis fluidos y finalmente, me la devolvió estando casi extinta.
Quedaba poco, así que lo que había terminé por metermelo en la boca.
Ahora me sentía inquieto. Lo que hizo y mis sentimientos, era complicado concebir esa idea. Sentía más calor que antes pero creo que no se trataba del verano. Mi sudor caía por la frente mientras intentaba mirar hacia cualquier lado con la única idea de distraerme.
Rezaba para que todo esto acabe, era insoportable. Quería echarlo pero era tan pocas las veces que venía a convivir conmigo de esta forma. Era un deleite que pocas veces se me permitía. Era tan morboso.
— ¿Es cierto que te irás? — Acabó con todos mis delirios al pronunciar esa simple oración. Mamá había dicho que esto iba a ser privado y que no le mencionaría nada al respecto pero veo que me equivoqué. No siempre puede mantener su boca cerrada.
— ¿Mamá te lo dijo? – Era para estar seguro.
— No, los espíe.
— Bueno, tal vez lo haga. Todavía queda un año. Papá quería que estudie en la universidad. La misma a la que asistió... — No lo soporté, no podía mantener mis manos quietas así que pasé una de ellas por sus cabellos negros que a la luz de la ventana, brillaban de color azul.
— No lo hagas — Interrumpió, destruyendo mi monólogo —. No tienes porqué hacerlo.
Inmediatamente se levantó. Usó mi pectorales como soporte. Estaba intentando sostenerse lo mejor que podía. Se acercó hasta mi rostro, hizo volar el palito de madera. Cuando menos lo esperé, estaba aprisionando mis labios. Creaba movimientos burdos con su lengua de niño. Embadurno mi barbilla con su saliva. Y a mi estaba por darme un infarto, mis manos temblaban, aguantando para no cometer algo de lo que podría arrepentirme. Sin que se de cuenta pellizqué varias veces la carne de mi cintura pero no estaba soñando. No estaba loco al pensar que tenía actitudes extrañas. Me daba consuelo saber que era mutuo y que, no era el único descarriado aquí pero, la diferencia radicaba en nuestras edades.
— No te vayas — Dijo finalmente —. Quédate conmigo.
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Rosa Pastel [ItaSasu]
Fanfiction• No es sencillo ver como tu vida y tu matrimonio se derrumban frente a tus ojos, pero tampoco es fácil abandonar lo único que deseaste toda tu vida. Lo único que le dio a tu vida grisácea un poco de rosa pastel. •Los personajes no me pertenecen. So...