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Se levantó agitada la chica de cabellos rosados, las lágrimas corrían por sus mejillas y a penas podía controlar el palpitar de su corazón

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Se levantó agitada la chica de cabellos rosados, las lágrimas corrían por sus mejillas y a penas podía controlar el palpitar de su corazón. Se sentía agobiada cerró sus ojos un momento para poder tranquilizarse y respiró profundo. Ya más calmada dirigió la vista hacia su mesa de noche, tomando su celular para ver la hora, las 5 de la mañana. Sin sueño se levantó de su cama y buscó algo que ponerse para salir a correr. Mitsuri era de esas chicas que les gustaba mantener su cuerpo en forma, además podía aprovechar la brisa de la madrugada para organizar sus ideas y pensamientos.

Corría por las calles con agilidad y tratando de mantener una respiración constante, no tenía miedo a ser asaltada, miedo debían de tener los asaltantes si se metían con ella, a pesar de ser mujer había nacido con una fuerza sobrehumana. Las calles de su vecindario estaban vacías, la brisa nocturna golpeaba ligeramente su rostro meciendo su cabello. Su mente no estaba centrada en el trayecto sino en el sueño que la había despertado, bueno más que sueño parecía un recuerdo de su subconsciente, una amarga memoria que casi nunca lograba recordar.

Mitsuri Kanroji no le suele dar mucha importancia a las cosas, solo aprecia comer y practicar kendo pero cada vez que tenía ese sueño era como si todo perdiese el sentido y eso le molestaba. Sin darse cuenta, sumida en sus pensamientos tratando de recordar aquel pedazo de recuerdo ya había terminado todo el trayecto y vuelto a su casa.

Mitsuri suspiró cansada entrando a su hogar, donde a pesar de no ser más de las 6 de la mañana su madre ya se encontraba despierta preparando el desayuno de todos.

— ¡Buenos días Mitsuri! —la chica sonrió ante el saludo de su madre.

— Buenos días mamá —dijo algo cansada en dirección a las duchas.

Su madre la conocía mejor que nadie, la señora Kanroji ya sospechaba de que su hija había vuelto a tener ese sueño. Ella era psicóloga y aún así no pudo dar con la causa de aquel extraño suceso. Aquel sueño que empezó cuando su hija cumplió los 15 años. Su madre quería ayudarla pero al parecer no podía más que estar a su lado y apoyarla, para Mitsuri esto era lo mejor se sentía cómoda al tener el cariño de sus padre y sobretodo su apoyo.

La chica de mechas verdes se dirigió al baño para darse una ducha y quitarse el sudor de su cuerpo después de correr. Aquellas palabras de la memoria que aparecía en su sueño “Si renacemos ¿Te casarías conmigo?” además de eso recordaban una calidez que rodeaba su cuerpo pero nada más hasta ahí. Mitsuri suspiró y dejó que el agua se llevase todo sus problemas y angustias.

— Otra vez ese sueño hija —estaban todos sentados en la mesa, su madre, su hermana menor, los dos gemelos,  su hermana mayor y su padre; la familia Kanroji era bastante grande además poseían una casa bastante ambientada de un estilo antiguo.

— Si papá —Mitsuri vió su desayuno con pereza y su padre le sonrió.

— No te preocupes, cuando sea el momento ya desaparecerá —rió su progenitor a todo lo alto y ella le sonrió a la comida.

Memorias de Otra Vida «ObaMitsu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora