Un fresco viento le golpeaba suavemente en el rostro, alborotando también su cabello castaño. Aquel maravilloso ser se dedicaba a surcar los cielos llenos de nubes grises, batiendo sus hermosas y grandes alas color marfil, recorriendo así el extenso mundo que permanecía muchos metros debajo de donde se encontraba el ángel. Él adoraba explorar, conocer la sorprendente naturaleza de las muchas especies que habitaban aquel lugar, aunque estuviera prohibido convivir con alguno de estos seres.
Descendió lo suficiente como para detenerse a descansar en una roca, una enorme extensión de mar lo rodeaba y sus agitadas olas de vez en cuando le salpicaban algunas heladas gotas saladas que ignoró. Se dejó caer suavemente, recogiendo sus piernas hasta pegarlas a su pecho mientras sus alas caían despreocupadamente detrás de sí.
Mantuvo la mirada fija hacia el frente, disfrutando de las frescas corrientes de aire junto al sonido de las olas romper en la roca. Alzó levemente su rostro al notar como pocos minutos después una sombra se proyectaba sobre el agua frente a sí, acercándose con rapidez en su dirección. Sus ojos pardos se posaron sobre el recién llegado, quien acababa de detenerse justo a su derecha, era alguien tan similar a él pero al mismo tiempo tan distinto.
A diferencia del de cabello castaño, el recién llegado poseía un cabello corto y de color azabache, unas pobladas cejas adornaban que resaltaban sus ojos cafés, y sus egordetas mejillas le parecieron realmente tiernas a Ashton. Unas inmensas alas color plata sobresalían de su espalda. Dentro de su pecho, el corazón del castaño golpeó con fuerza contra sus costillas, su respiración se detuvo por los instantes en que admiraba al recién llegado. Era realmente hermoso.
Ashton le mantuvo la mirada a su nuevo compañero, tratando de mantenerse en la paciente espera de que el pelinegro mencionara palabra alguna, pero este se limitó a sonreírle tímidamente y a tomar asiento a su lado. El castaño dejó escapar un suspiro y dirigió una vez más su mirada al intenso mar pintado de diversos tonos que oscilaban entre el azul eléctrico y el índigo, las olas rompían con rudeza en las orillas de la roca aunque eso no preocupó a los dos seres que allí descansaban.
El castaño no sabía exactamente qué decir o preguntar... y por lo visto, el otro tampoco tenía demasiadas ganas de iniciar una conversación. Se removió ansioso y de reojo observó a su acompañante, este había optado por dejar caer sus piernas hasta sumergirlas en el agua, mantenía sus ojos negros en el plomizo cielo que ambos cruzaron un rato antes.
El ángel de alas color marfil se estremeció, y dirigió sus ojos pardos hacia los escasos centímetros que lo separaban del pelinegro. El roce de sus dedos, agiles y suaves provocó en él una sensación de constante nerviosismo y confusión. Frunció el ceño, dirigiéndole una mirada interrogativa al otro, pero éste se limitó a encogerse de hombros, todavía luciendo en su rostro una tímida sonrisa que casi logró derretir a Ashton.
El castaño tomó una pequeña bocanada de aire antes de decidirse a hablar. —¿Cuál es tu nombre? —cuestionó.
Solo obtuvo como respuesta el sonido de las olas chocando contra la roca y salpicándolo de más agua. Su corazón gritaba por una respuesta, él en serio quería saber el nombre del moreno. A pesar del correr de los minutos el otro no manifestó la menor intención por mencionar palabra alguna. Ashton podía percibir el poder que emitía éste, era o había sido alguien importante en el cielo, aunque en realidad eso era lo que menos le importaba al castaño. Él solo quería conocer el nombre del otro.
Hacía mucho Ashton se había escapado del mando de los Arcángeles, y ahora era un ser libre que vagaba por la Tierra en busca de la tranquilidad que poseía la naturaleza. No se había cruzado con sus iguales en décadas, y apenas sí había interactuado con algunos animales del ecosistema, huyendo conscientemente de los humanos y otros seres celestiales que pudiera encontrarse allí. Durante siglos la soledad en sí fue su única compañía. Así que esta era una situación totalmente nueva para él. La llama de la curiosidad ardía en su interior y su fuego lo empujaba a conocer al moreno, por alguna razón deseaba también compartir su tiempo con él, ansiaba descubrir su nombre y realmente quería quedarse mucho tiempo a su lado.
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𝗦𝗽𝗲𝗲𝗰𝗵𝗹𝗲𝘀𝘀 / ᶜᵃˢʰᵗᵒⁿ
Hayran KurguOne shot cashton. Perdidos el uno en el otro, bailaban una silenciosa danza, dedicándose miradas que decían más que miles de palabras que pudieran susurrarse, jurándose un amor que jamás podría acabarse. © hxmmosleepy (Mariu), 2020.